Conversando con alguien que estimo saltó la frase que puse por título de este post: ¡Vos no podés hablar porque no tenés hijos! Siempre me ha pateado el hígado este tipo de recurso a la autoridad mágica de la experiencia, como si la experiencia por sí sola otorgara un carnet que habilita o no a hablar de un tema.
En realidad es un mecanismo de defensa porque se siente al otro como intrusivo en la propia realidad con sus opiniones “intelectuales”. Y puede que la persona tenga razón, puede que alguien desde su intelectualidad no haya encontrado el vehículo adecuado y empático para transmitir el mensaje y se haya comportado intrusivamente, pero eso no autoriza a bloquear toda autoridad sobre el tema, simplemente porque no tiene la “experiencia”. Es sólo una defensa, nada más, se ha percibido al otro como invasivo con sus “opiniones” y se le cierra el camino por donde se puede.
Otro tanto sucede con las falsas oposiciones entre lo intelectual y lo práctico o entre lo intelectual y lo emocional. Son falsas dialécticas.
Recuerdo que en el Norte de Brasil, debido a una fobia generalizada y cultural por lo abstracto y por lo intelectual, se hacía primar permanentemente lo práctico, que en este ambiente era el criterio non plus ultra de la perfección y de la plenitud. Por supuesto, esgrimiéndolo dialécticamente en contra de lo intelectual y abstracto, que era lo vacío y lo inútil y hasta en cierto punto lo dañino. Pura defensa, puro recluirse en la propia negación de lo intelectual para encumbrar lo propio como lo mejor. ¡Como si pudiera concebirse actividad alguna humana sin lo intelectual!
Desde que el primer hombre tomó conciencia de su propia intelectualidad creando el primer instrumento para facilitar una tarea, tal vez atando una piedra a un palo para defenderse, ya ahí la intelectualidad está presente. Hay un todo, hay un fin, y hay un medio para conseguir ese fin que se plasma en la creación de un complicado instrumento que une cosas heterogéneas: piedra, palo, improvisadas cuerdas… que incontrastablemente muestran el actuar de una intelectualidad que hace y construye al hombre en cuanto tal. Por supuesto después vendrá el “teórico de las hachas” que podrá tener razón con su ciencia o podrá equivocarse intrusivamente dando consejos desubicados al «práctico de las hachas», pero que se equivoque en su “teoría sobre las hachas”, o que la propague de un modo prepotente y no empático, no autoriza a fundar una dialéctica estéril entre lo intelectual y lo práctico…
Otro tanto dígase de las dialécticas entre lo “intelectual” y lo “emocional”, dentro de la misma psicología, no sin razón, algunas corrientes como la gestalt, han descubierto que en la corrección y sanación de conflictos emocionales el “curar de palabra” es bastante inútil… que la intelectualización es un mecanismo de defensa disociativo por medio del cual logramos controlar una situación que nos supera. Que la usamos a veces para no enfrentarnos a la emoción y escondernos detrás de las ideas y de las palabras. Por supuesto, son todos descubrimientos geniales y absolutamente cargados de verdades. Pero otra vez, no autorizan a engendrar una dialéctica dicotómica entre lo intelectual y lo emocional. Lo intelectual está siempre presente en todo acto humano en cuanto humano. La capacidad de percibir el fin y los medios para ese fin y la responsabilidad que esto conlleva no están ausentes ni siquiera en un “acting out”, ni siquiera en una pura actuación psicopática. Entonces lo intelectual está presente, no como proceso racional, sino como fundamento de una acción con arreglo a fines, aunque esos fines puedan ser dañinos o destructivos. Por tanto no cabe despreciar lo intelectual. Ni siquiera es posible desdeñar un sano disociarse en medio de un “acting out” que puede dar el espacio para controlar una acción enloquecida. Está bien “no todo es pensar” pero tampoco “todo es sentir” o mejor dicho nunca todo es “nada más que sentir”. El hombre dejaría de ser hombre si en algún lugar de su experiencia se cancelase su estar presente intelectualmente a sus actos, es justamente eso lo que llamamos psicosis.
Bueno, ya está, me desahogué, cuéntenme ustedes que opinan…
Fe de Erratas.
Alguien me hizo notar que podría entenderse de mi texto que la dialéctica emoción-intelectualidad es algo propio de la gestalt. No es así. Los principios de la gestalt están indemnes de esta dialéctica. Sí hay muchos terapeutas gestálticos que caen en esta dialéctica, pero eso es otra cosa.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Si no tenés peligro diabetes no podés decirme que tengo que complicarme la vida comiendo lechuguitas y haciendo más actividad física… me hubiera gustado decirle al médico.
Muy buen post. Felicitaciones.
Cuantos más son los blogs que vale la pena leer, menos tiempo para comentar en ellos.
Cordiales saludos.
Como todas las opciones modernas, la frase parte de una dialéctica falsa. No es aut aut, et et. La experiencia sin inteligencia es muda, la inteligencia sin experiencia es ciega. Sin las dos, no tiene mucho sentido hablar de chicos o de cualquier cosa.
El otro día pensaba eso cuando leí en otro blog acerca de que los sacerdotes no debieran de opinar sobre moral matrimonial (digamos, no entrar en casuística), ya que, medio jocosamente, se decía que para ello hacía falta tener 20 años de casado. Digamos que en el contexto que se comentaba, podía ser, pero no dejaba de ser un principio bastante arriesgado. Porque si se requiere la experiencia para poder opinar sobre algo, estamos listos, como bien lo explicás en el post. Es cierto que et et, pero no siempre se puede ni se necesita haber pasado por una experiencia personal y concreta para opinar sobre un tema.
Y eso que, últimamente, estoy de lo más «experiencista», con perdón del horrible neologismo.
Ojalá que vengan otros también a exponer su opinión, con experiencia o sin ella, je, je. Pero una de las cosas más sabrosas de los posts, son los comentarios. Y veo que, en general, tus posts originan comentarios bastante interesantes.
Bueno, para finalizar con una frase de un amigo, la experiencia es un peine que te dan cuando estás calvo…
Cande
Me parece que sin tener niños se puede hablar de ellos y con razón, solo si se observó suficientemente a otros niños (no propios) y se estudió suficientemente el tema.
También existe de auténtica experiencia de tratar con niños no propios (por ej. sacerdotes, maestros, psicólogos, etc). Éstos, sin duda no tendrían «experiencia» como padres, pero sí, muchísima, para hablar de niños.
Agrego:
Un psiquiatra conoce de locos aunque no sean éstos sus hijos, sencillamente porque trata con ellos. Del mismo modo, quien trata con niños sin que le sean propios.
Pero, en el caso de los niños, quien no los tenga propios, muy probablemente no conocerá que tan arduo es enseñarles a comer o que dejen los pañales, pero sí, evidentemente, acerca de las cuestiones de su competencia.
Absorbemos un montón de experiencia ajena todo el tiempo, es un principio de economía humana y social… no inventar todo de nuevo en primera persona… sino incorporar todo lo incorporable para ahorrar el trabajo de inventar todo de nuevo… y esto desde que nacemos, estamos todo el tiempo incorporando experiencia… la cultura no es otra cosa que cúmulos de experiencia ajena… es cierto hay que apropiar todo lo posible para que lo recibido no sea inauténtico, pero eso no quita que una enorme masa de todo lo que tenemos como depósito cultural sea recibido….
…Sin duda de que, como dice cande, el ejemplo más clásico de lo que planteas es el del cura, en donde uno puede preguntarse “con qué autoridad puede opinar este acerca de temas que no experimenta”, pero, también sin duda que ese es otro tema… o capaz no tanto.
Coincido en que es una falsa dicotomía la de experiencia- abstracción y también la de pensamiento – sentimiento. Más allá del hecho indudable de que todo acoto humano, por más pasional o emotivo que sea, implique una concomitante intelectualización del mismo – sino se está enfermo- y de que en tanto vivimos en un mundo aparentemente regido por reglas de causalidad, de medios y de fines es simplemente imposible un completo empirismo y pragmatismo sin nada de teorización y de adecuación a reglas generales – sin pretender con esto una sistematización de la realidad -. En fin, que es cierto eso de que “el corazón tiene razones que la razón nunca entenderá”, pero también cierto es que el corazón, por sí solo, nada entiende.
Por otro lado, creo que la cosa, para que funcione más o menos bien, para que sea más o menos sana, pasa por esto que se pone en último párrafo del blog… pasa por el “estar presente”, en los actos que se realizan y en la realidad misma. Cuando uno “está presente” en algo lo hace tanto intelectual como emocionalmente – y hasta incluso espiritualmente- no se puede una cosa sin la otra, no se puede estar presente en algo – o en alguien – sin un completo involucramiento de toda la persona, de todo el ser., En cambio, es muy posible y pasa a menudo que uno puede estar en un lugar, en una situación cualquiera o en una relación cualquiera y no estar involucrado absolutamente en nada con eso que está aconteciendo – por más que se esté pensando, sintiendo o experimentando esa situación -. En tal caso, simplemente no se está presente, simplemente nada a-contece,…solo se es un producto de,,,, la regla de la causalidad, un mero resultado físico o fisiológico.
Ya en mas relación al tema del post, me parece que el error está en creer que el “estar presente” en algo – o en alguien – es meramente una categoría óntica, cuando en realidad es fundamentalmente una categoría ontológica.
Consiguientemente, me parece perfectamente posible -aunque no sean muchos los casos – que alguien conozca más (en tanto que esté más adecuado a la realidad) acerca un algún tema x, como los hijos u otro, aunque no lo experimente en un sentido fisco. Se trata, en última instancia, de eso de que “en tanto que humano, nada de lo humano le es ajeno” y no de meras opiniones “intelectuales”. Es decir, el hecho de que se recurra a términos generales y abstractos y no a elementos empíricos o anecdóticos no necesariamente implica que se desconoce – y hasta me atrevería a decir que, en cierto sentido se experimente – aquello de lo que está hablando… No sé, es discutible, pero bue… es una opinión.
Y yendo más a lo personal . A mí siempre me recriminan (y a veces me recrimino) mi excesiva primacía de lo intelectual por sobre lo emotivo, de lo cognoscitivo por sobre lo sentimental., La frialdad, la manía de expresarme con abstracciones y ese tipo de cosas… No se me cae un sentimiento ni de milagro, jej, Y eso que tengo!!.
Y bueee. No obstante lo cual, no veo que por esto se desvirtúe mi anterior opinión…. “No obstante lo cual,,,,me sigue gustando el cabaret!!” je,,,, Nee, esa es una canción de Papo! (en realidad de Riff).“No obstante lo cual”, se llama y en una parte dice así :” mis amigos me dicen que tengo que formalizar, mis amigos me dicen, etc. Etc… No obstante lo cual, para mí lo que hago está bien. No obstante lo cual, me sigue gustando el cabaret”.
Y Bue, Papo no debe ser muy escuchado por estos prados yss, Yo tengo que reivindicarlo!!.
Saludos de adviento.
Te respondo el último párrafo Gabis, ahí sí puede haber una defensa, recluirse en la razón para, como vos decís, aparentemente no sentir… sentir… seguís sintiendo pero para adentro… mientras tanto tu «aparente» frialdad intelectual te da un cierto lugar donde esconderte y donde no mostrarte vulnerable… porque los demás te pueden hacer daño…
«Atan pesadas cargas sobre los hombros de los demás, pero ellos no quieren moverlas ni con un dedo»
Recurso a la autoridad sin validez alguna.
Conozco padres de muchos hijos que no se ven precisamente favorecidos cuando hablan de la crianza de su prole. Pero sería igualmente estúpido derivar conclusiones.
Que hablen los que tienen y no tienen hijos por igual y con prudencia (sobre todo las suegras a sus nueras)
El argumento es muy similar al de quienes dicen que para hablar de música hay que saber tocar un instrumento, o que para hablar de literatura hay que ser escritor, o que para opinar de arquitectura hay que ser arquitecto. Si así fuese, sólo podrían votar los politólogos y, aún de entre ellos, los poquísimos que se especializan en ciertas cuestiones.
Eso no quiere decir que uno pueda opinar con liviandad de cualquier cosa sin información o experiencia, pero, si uno lo hace con honestidad intelectual hasta donde llegan los conocimientos propios, lo que se ha reflexionado al respecto, la información (poca o mucha) con la que uno cuenta, etc., no debería haber inconveniente.
Es más, me parece que las «opiniones» que vienen de afuera, pueden dar una mirada enriquecedora respecto a las que vienen del mismo gremio. Ya Ortega hablaba de los «especialistas ignorantes» como una nota de nuestro tiempo.
Interesante artículo. Gracias.-
Psiqueyros…. acuerdo con tu apreciación de que es un esconderse para adentro en la intelectualidad sin dejar de sentir… lo que estoy en desacuerdo contigo es en que sea para defenderte de que te hagan daño, creo que la posibilidad de sentir profundamente y ponerlo en el afuera en lugar de movilizarlo al adentro en soledad es lo que abre puertas para expresar lo interno y poner límite sin duda al otro, me parece una forma más efectiva de protegerte sin introyectar ningún sentimiento y hacerse cargo. No te parece?…. Gracias! saludos!!!
Seguro, totalmente de acuerdo, y bienvenida al blog, hace rato que bregaba por conseguir un psicólogo que diera su opinión aquí. La manera más sana de protegerse es hacer lo adecuado, que es lo que vos describís. Pero cada uno se defiende como puede, y nos, los intelectuales, sobre todo aquellos que crecimos en una cultura que exaltaba la «impasividad» y la lucha contra la emotividad no teníamos más que el insano recurso de escondernos tras las palabras, jugar al «iceman» haciendo malabares conceptuales mientras escondíamos una enorme inmadurez emocional.
P&E:
Pregunto: ¿los ingleses juegan al «iceman»? ¿O la cultura los ha hecho así?
El marido de mi tía, inglés, parece el mayordomo que interpretó Anthony Hopkins en la película que ahora no me acuerdo el título. Mis primas, igualitas al padre. Mi tía, argentina, pero de temperamento, británica.
¿La genética influye en la introversión? ¿Hace a algunos menos efusivos?
Cordiales saludos.
Pablo,
si uno lee a Geoffrey Chaucer o a Matthew Paris no pareciera que siempre ha sido así. La «Merry Old England» parece no tener nada que ver con la Britain victoriana. (Además, la reforma moral victoriana fue efectivamente una política de Estado para contrarrestar los efectos sobre las costumbres de las aglomeraciones que se producían durante la Revolución Industrial. Bastante de esto comenta Chesterton en varios lugares, entre otros en «Lo que está mal en el mundo».)
Los niños ingleses eran criados así a propósito. Lo he visto hace 15 años: «Mind your manners»; «Do not stare at people»; «Do not touch people»; «Do not stare into people’s eyes»; «Do not wave/move your hands when talking»; «Stay/Wait in line»… etc.
El único espacio de libertad del inglés es su par de horas en el pub después del trabajo. Ahí ya no importa nada. Se te sientan en la mesa y se te ponen a hablar. Si se enteran que sos argentino, te rodean y empiezan a preguntar cosas; aunque siempre intentando no hacerte sentir mal (algo muy apreciado de los ingleses es que siempre están pensando en cómo se puede sentir el otro, al menos en el plano superficial de una conversación, intentando no incomodar con las palabras, los gestos, las miradas, etc.).
Un comentario personal. Hace un par de meses me tocó ir a trabajar a Inglaterra luego de más de 15 años cuando fui como estudiante. Entre todos los cambios que noté, el principal fue el final del inglés introvertido como un valor British. Al menos en Londres, es cosa del pasado.
Muy interesante Coronel, déjeme agregar algo de la época de Sir Tomas More, en alguna biografía del santo, o en algún relato autobiográfico recuerdo haber leído que la educación de la aristocracia de la época se hacía sacando del hogar los propios hijos, tempranamente, y dejándolos al cuidado de otro aristócrata para combatir los excesos de la afectividad familiar, y, por ende, hacerlos más duros… y fríos. En ese mismo libro recuerdo como los ingleses criticaban a los italianos que los consideraban «mamoni» porque eran blandengues ya que sus hijos se educaban bajo el calor afectivo de la madre. Si esto fue una costumbre generalizada de la aristocracia puede explicar muchas cosas de ese modo de ser….
No creo que «jueguen» al iceman, entiendo por jugar adquirir una pose impostada e inauténtica, son medios así nomás, lo que ves ahora por puro producto cultural…
¿Las raíces de esto, o, mejor, de los temperamentos de los pueblos? bueno, ahí la cosa se complica bastante…
La cuestión geográfica debe tener que ver seguro… La mayoría de los pueblos cercanos al ecuador o en proporción más cercanos a este suelen ser relativamente más extrovertidos que los que están más alejados del ecuador y habitan en regiones más frías…
La razón es evidente, hay menos posibilidad de comunicación… y además el clima es más hostil, por tanto engendra un temperamento hostil acostumbrado a luchar por lo que obtiene y que no entiende la gratuidad…
Pero bueno, son generalidades… el tema merece un análisis más serio.
Mientras leía el post, luchaba con mi bebe de 15 meses, empecinado en averiguar donde está el gnomo que hace funcionar la impresora.
(Aquí es donde espero que hablen todo los que tienen una opinión perfectamente formada de como debe criarse un hijo sin permitirle meter los dedos en caros adminículos electrónicos y los que ven en el cuadro una hermosa escena bucólica. Se aceptan apuestas sobre cual, de los dos grupos, son los que tienen hijos).
Ja Ja, me hiciste soltar una carcajada…!!! muy buena fenomenología la tuya… y sinceramente la entiendo. Cuando alguien desde afuera intrusivamente quiere largarte una receta mágica y es uno el que está lidiando con el problema en primera persona… es lógico… da ganas de mandarlo a pasear… y la mayoría de las veces las recetas que nos vienen de afuera son intrusivas…
Gracias, estimados, Cnel. y Psique.
Por cierto, mi tío tiene ya más de 80, educado en colegios con internado, en la época en que usaban el castigo con un vara (o una palmeta, no me acuerdo) para los alumnos díscolos, etc. Que las nuevas generaciones sean menos gélidas, resulta más humano.
Cordiales saludos.
Muy bueno el asunto y es verdaderamente para pensar. En cualquier caso, y más allá de que comparto todo lo dicho, rescato el valor de la experiencia.
Ahora, y juro que sin ánimo de pelea, no es parecido el título a lo planteado en wanderland a partir de lo de ludovicus y el mismo wander sobre los curas hablando de la sexualidad??? Porque creo que hay algo de lo mismo en el planteo (en un sentido y en el otro).
Respetos.
Natalio
Lamento disentir con el título…
Ya leeré el resto…pero estimo que la autoridad de la experiencia no es mágica, precisamente…
Sin contar con que es una de las maneras de conocer más sólidas y sencillas de que disponemos, vos hablás porque no tenés hijos, con toda seguridad…
Pero cómo, no era que vos eras papá?
Y bué.
Sí, Natalio, el tema tiene aristas que pueden ser muy profundas…
No se ha derivado hacia allí, pero conceptualmente ni siquiera hemos intentado una definición de ¿qué es la experiencia? te aseguro que es un tema peliagudo y tiene mucho que ver con lo que te decía en tu blog sobre la experiencia estética.
Tampoco se ha derivado el tema hacia algo tan importante como es ¿quién da la autoridad para hablar? o ¿qué la da?
No sabía del artículo de Wanderer, últimamente leo poco, la mayoría son temáticas clericales y yo me he vuelto fóbico en esa área y me lo permito serlo… hasta nuevo aviso.
Natalio:
Quien hizo del matrimonio un sacramento, fue un célibe.
Mis respetos.
Hola, soy un recién llegado interesado en estos temas. A mí también me da mucha rabia cuando pretenden invalidar una opinión por falta de experiencia personal sobre ello. Además, dado que no todos somos iguales por naturaleza, una persona puede reaccionar de manera diferente a otra ante un mismo estímulo, por lo que la experiencia de uno no tiene por qué corresponderse con la de otro, además de que son muchos los factores que condicionan las experiencias personales, no habiendo dos iguales. No obstante, tengo una dudilla un poco más técnica sobre una cosa que planteas: «algunas corrientes como la gestalt, han descubierto que en la corrección y sanación de conflictos emocionales el “curar de palabra” es bastante inútil…» ¿Pero no se supone que, según la moderna neurociencia cognitiva, los sentimientos son, en gran parte, consecuencia directa de nuestras creencias o esquemas de pensamiento? Principio que además es fundamento de toda la moderna psicología cognitiva. ¿La neurociencia cognitiva y la gestalt discrepan sobre este punto?
Gracias y un saludo 🙂
Muy interesante, Anakyn, tu pregunta, responderla a fondo ameritaría un post, un artículo o hasta un libro.
Pero bueno vayan algunas líneas para encontrar la respuesta al problema.
En realidad la respuesta es donde pone el emergente cada una de estas líneas.
Para la linea cognitiva el emergente está en el conocimiento, por tanto modificando el conocimiento se modifica el sentimiento…
Para la gestalt, el emergente está en la experiencia, que implica una actuación de la libertad en el aquí y ahora…
Yo adhiero más a este segundo punto de vista, según mi opinión, la inteligencia es una mediación de la presencia de la realidad en nosotros… pero hay algo más profundo que la inteligencia y que es la raíz última de todos nuestros actos y de la libertad, ese algo, es el querer, la voluntad.
Poner en movimiento un tratamiento terapeutico siempre necesita de ese mínimo acto de voluntad, de ese mínimo de querer, que entra en juego en la relación terapeuta paciente, y la disposición a ponerse en manos de ese terapeuta cognitivo para cambiar la interpretación de la realidad por medio de una reeducación de la inteligencia… ¿Y qué pasa si no está ese mínimo? El terapeuta cognitivo detiene el tratamiento y dice que es inútil seguir adelante… y tiene razón… desde su punto de vista…
¿Se puede intentar algo para suscitar ese mínimo de querer?
Eso es lo que se ha dado cuenta la gestalt, o lo que aplica aunque no tenga el aparato teorético para ponerlo explícitamente en ideas… El calor humano, la misma persona del terapeuta focalizada en su interactuar humano puede conectar, no con el querer, porque si un querer se pudiese suscitar directamente, ya no sería libre y por tanto no sería un querer… pero sí, puede conectar con los sentimientos de las personas y hacer que las personas conecten con sus propios sentimientos y en el calor de esa relación puede llegar a nacer lo que antes no estaba: un querer auténtico libre y espontáneo, porque el sentimiento es más movilizante que el intelecto. En los dos sentidos de movilizante, primero en su acepción de aquello que conduce a la acción y en segundo, más técnico, de entrar en sintonía profunda con una determinada verdad, es decir un insight. El sentimiento es lo que está mas cerca de la voluntad.
Gracias por la respuesta, pese a que entonces yo me adhiero más al enfoque cognitivo, no por ello deja de ser interesante tu punto de vista. Lo que comentas de la conexión terapeuta-cliente, es uno de los llamados «factores comunes» en el problemático estudio de la eficacia de las psicoterapias, y uno muy importante. No obstante, dado que la propia experiencia está en función también de los esquemas de creencias que se tengan (está en función de muchas cosas, obviamente, pero entre ellas, las propias creencias), y dado que este apartado es el actualmente más estudiado y conocido gracias a los avances de la neurociencia, no puedo evitar centrarme más en este aspecto y tratar de corregir, en la medida de lo posible, los problemas desde aquí. Es decir, yo concibo esta cuestión como una compleja red de factores interconectados entre sí, de tal manera que todos se influyen entre sí. Algunos de estos factores o aspectos se conocen mejor que otros (como por ejemplo la cognición gracias a los avances neurológicos) y por tanto están mejor formulados, y si se pueden arreglar cosas partiendo desde aquí, las que se puedan arreglar y en la medida que se puedan arreglar, pues eso que aprovecharemos. Otros puntos de partida los considero igualmente válidos, interesantes y prometedores, pero se necesitará más desarrollo teórico para explicar mejor las cosas. No sé si me explico, yo es que mi formación es muy científica (y bastante biológica) y por tanto no puedo evitar estar un poco condicionado al respecto. No obstante, me interesan todos los puntos de vista, por si se pueden aprovechar también técnicas o recursos que aunque no se puedan explicar todavía muy bien, si está demostrado que funciona y se pueden aprovechar, pues mejor que mejor. No sé, aún no soy psicólogo, estoy en primer curso, pero es un poco lo que pienso 🙂
Entiendo lo que decís, yo pasé también por una fase cognitivista, en realidad comencé a estudiar la psicología desde el cognitivismo.
Te repito, todo pasa por donde se ponga el emergente.
Si tenés tiempo y paciencia leéte este post donde declaro mi punto de vista epistemológico respecto de la psicología y del hacer ciencia en general.
http://psiqueyeros.wordpress.com/psicoanalisis/analisis-critico-de-mas-alla-del-principio-del-placer-esbozo-de-epistemologia-realista/
Entiendo lo que decís y asumo todos los descubrimientos cognitivos conductuales, sin despreciar ni siquiera uno… pero desde mi perspectiva es poco… necesito un sistema más amplio que explique cosas que las teorías cognitivo-conductuales no pueden, no les interesa explicar o cae fuera de su rango epistemológico.
Yo tampoco soy sicólogo, todavía…
Sí, bueno, pero cuidado, no sea que por ampliar lo que acabemos teniendo sea una macedonia de ideas incompatibles entre sí y el conjunto total desprenda incoherencia. Quiero decir, yo también quiero ampliar, pero con prudencia, es decir, voy ampliando en función de que científicamente se vayan demostrando las ideas que se vayan proponiendo (por eso la ciencia es relativamente «limitada», porque va a lo seguro, y en función de que experimental y empíricamente se vayan demostrando las cosas, va ampliando e integrando, que por cierto, ese es el gran problema que sufre la Psicología, la falta de integración de los distintos enfoques, aunque ya hay intentos de integración). Si en algo se me quedan pequeñas mis herramientas, me tendré que aguantar, y podré tener en cuenta (pero con menor fiabilidad y por tanto con mayor prudencia o limitación o recelo en su puesta en práctica) otras ideas (o recursos, técnicas, etc) que aún no hayan sido probadas científicamente o que estén en fase experimental. Es decir, yo quiero ir a lo seguro, porque estamos hablando de ofrecer un servicio de calidad a un cliente con problemas, y yo entiendo que un servicio de calidad es un servicio debidamente testado, que ha pasado el «control de calidad», exactamente igual que con los medicamentos. Al menos es así como entiendo yo la metodología psicoterapia (en la rama clínica al menos). No obstante, debo decir que no es mi intención criticar a la escuela de la Gestalt, pues además aún no la he estudiado y conozco poco de ella. Lo que quiero decir es que todos los enfoques pueden plantear cosas interesantes y útiles (el cognitivismo, el humanismo, la gestalt, etc), y yo creo que todos tienen su grado de acierto (quizá son los factores comunes que mencionaba), pero no todos ofrecen el mismo grado de confianza y seguridad (aquí es la ciencia y el método experimental quien a mí me las da), e incluso algunos, como el psicoanálisis de Freud (pese a que haya tenido algunos aciertos), al menos a mí no me ofrecen ninguna, lo cual no quiere decir que no vaya a informarme de ello y a estudiarlo e incluso a tenerlo en cuenta, pero al carecer del sello de garantía no puedo «aplicarlo», solo usarlo, si acaso, con fines puramente intelectuales. No sé si me explico. No obstante, también depende de las características del problema concreto del sujeto, pudiendo acudir incluso a la Filosofía, sin necesidad de ciencia alguna, y con ello ayudarle a resolver el problema personal o el dilema que tenga. En ese sentido es en el que concibo el que el profesional conozca todos los enfoques y herramientas existentes, pero no creo posible poder formular una teoría total integradora que explique la psicología humana, porque aún no la hay, los enfoques siguen encontrados y creo que aún se tardará. También pienso que si la neurociencia cognitiva no explica todo hoy, no quita de que llegue a explicarlo en unos años, al fin y al cabo el camino de la ciencia es lento y todo parte de la misma base biológica, así que conforme se vaya descubriendo más en este sentido, quizá algunos enfoques que hoy carecen de formulación teórica, encuentren entonces su explicación científica y puedan integrarse a lo conocido. Por ello mi apuesta va para la neurociencia. Pero poco a poco. Con prudencia. También entiendo que estas cosas dependen de la concepción ontológica que tenga cada uno. Creo que más o menos quedan claras las posturas de cada uno. Gracias nuevamente 😀
Saludos.
Todos los recaudos de como hacer ciencia seriamente están en el link que te pegué más arriba y contesta la mayoría de tus miedos, sería aburrido ponerme a escribir aquí de nuevo todo lo que ya puse en ese post….
De todos modos, si bien soy un fanático de la neurociencia, de hecho probablemente haré mi tesis sobre los fundamentos del determinante movimiento humano en el test de Rorschach, mitad de la tesis versa sobre la formación interioceptiva somatotópica y somatodinámica cerebral de la preparación del acto humano, no comparto en absoluto la positividad de tu confianza en las ciencias «medibles» y en lo «testado». Aunque no lo desprecio, ni lo combato, es más lo fomento y lo exijo todo el tiempo. Sin embargo «un servicio de calidad» no va a pasar por un conjunto de técnicas adquiridas y testadas. «Un servicio de calidad», bueno si ya le pongo este nombre desde mi punto de vista le resto calidad y eficacia porque le resto calidez. Está «testado» que la mayoría de las corrientes obtienen los mismos resultados clínicamente hablando. También está «testado» que dentro de una misma corriente el que ofrece un «servicio de calidad» no es el más inteligente, ni el que conoce más técnicas, sino el que sabe hacer mejor contacto con el paciente. De lo que se concluye que no son las «técnicas» ni las líneas lo que curan sino la calidad del contacto humano con el terapeuta y en eso las «técnicas» y las «líneas» podrán ayudar, y no son de despreciar, pero están 3 o 4 escalones más abajo que la calidad humana y de persona del terapeuta y sus condiciones naturales para hacer contacto con el otro…
¿Tu weltanschauung (cosmovisión) tiene «sello de garantía»? Si la respuesta es positiva, ¿de quien? Si la respuesta es negativa ¿como vas a dejarla fuera de la clínica admitidos los supuestos sistémicos de que todo el tiempo comunicamos todo lo que somos? La neutralidad de criterios y de valores del terapeuta puede mantenerse dentro de ciertos parámetros muy relativos de no comunicación directa, pero respecto de la comunicación indirecta es una utopía, siempre estamos enviando mensajes a nuestro interlocutor con todo lo que somos. ¿Y cómo vas a hacer para que tu interlocutor reciba nada más que lo testado? Un imposible absoluto. ¿Te vas a hacer responsable de TODO lo que comunicás al paciente? o ¿te vas a poner orejeras y te vas a decir a vos mismo yo soy un técnico que aplica técnicas testadas?
No mi estimado, la psicología tiene al hombre por objeto y por tanto es más ciencia humana y humanística que ciencia positiva de técnicas «testadas». Puede aislar y medir y testar ciertas regiones acotadas del ser humano y DEBE hacerlo, pero sería un error pensar que eso es lo único válido, lo único que da un servicio de calidad, lo único que tiene «sello de garantía». No, hay cosas más fundantes y profundas respecto de las cuales tenemos que arriesgar metaprincipios como las palabras «libertad», «responsabilidad» o «amor» y respecto de los cuales no hay «testado», ni «sello de garantía» que valga, porque son fruto del libérrimo acto interpretativo y hermenéutico de un hombre frente a la realidad total del universo en el que está inserto y del destino que le espera en tal universo. En ese momento las personas necesitan fundamentalmente de un HOMBRE lo más cabal posible y no tanto de un técnico. Ah.. y me olvidaba, por mucho que avance la neurociencia jamás va a poder explicar conceptos al nivel de metapricipios como los citados más arriba, al máximo podrá encerrarse sobre sí misma y decir que son ilusiones, que están vacíos… (lo cual ciertamente no va a constituir una novedad histórica hay una lista enorme de materialistas y cientificistas positivistas que han dicho lo mismo…) sin embargo esto no necesariamente sucederá, siempre dependerá de cómo se interpreten los hechos materiales, lo cual volverá a confirmar la existencia de una libertad hermenéutica, que a su vez volverá a confirmar la existencia de la libertad a secas….
Estoy de acuerdo en que es importante tener empatía con el paciente (o cliente o como lo queramos llamar), y que sin ella el terapeuta nada va a poder hacer. No quiero que pienses que concibo a un terapeuta como una especie de robot autómata o un ordenador o algo así, frío, calculador, que se limita a aplicar unas instrucciones (las consideradas como «testadas» en lo que venimos hablando). Está claro que el terapeuta es un ser humano igual que su cliente, para lo bueno y para lo malo, y que debe tener una serie de habilidades comunicativas. A lo que me refiero es a que un profesional serio y riguroso (y no por ello menos humano ni empático) tendrá más confianza en una técnica cuya eficacia para según qué problemas ha sido comprobada experimentalmente en ensayos clínicos doble ciego (aunque ya sé que esto no está exento de ciertas posibles interferencias, pero peor sería no hacerlo), que en alguien que diga que tirarse de la oreja izquierda tres veces al día durante dos semanas resuelve el problema (obviamente es una hipérbole, un chiste, una exageración para que se me entienda mejor). Si los tirones de oreja no han sido comprobados (y además en condiciones lo más objetivas posibles), y la reestructuración cognitiva de Beck sí, entonces, para el problema indicado, confiaré más en ésta última. Y entonces yo, sin perder ni un ápice de empatía, usando ideas y recursos incluso de la filosofía y la ética si creo que pueden ser útiles o hacer que el paciente entiende alguna cosa, pues los usaré, pero para la distorsión concreta que, hipotéticamente, hubiera que corregir, no aplicaría los tirones de oreja sino la reestructuración cognitiva de Beck. No sé si ahora se me entiende mejor.
En otro orden de cosas, no parece cierto que esté demostrado que todas las psicoterapias son igual de efectivas. De hecho parece estar demostrado que no lo son, al menos según los criterios de la APA, que ha aplicado el método científico y divide las psicoterapias o tratamientos en «bien establecidos» (o empíricamente validados), «probablemente establecidos» y «en fase experimental». Las diversas psicoterapias se distribuyen entre estas tres clases. No es menos cierto que esta clasificación tienen también sus inconvenientes, pero creo que al menos es un intento noble y necesario de averiguar qué es lo que realmente funciona de una psicoterapia (más allá de la empatía del terapeuta y los elementos comunes a todas las psicoterapias). Y no creo que, en este sentido, el rigor metodológico sea incompatible con la humanidad del terapeuta. De lo contrario, los terapeutas cognitivos-conductuales (junto con otros) no estarían consiguiendo tan elevados porcentajes de éxito en sus tratamientos, hasta el punto de que muchos psiquiatras en su período de formación, al menos aquí en España, complementan su formación médica con psicoterapia de estos enfoques.
Insisto, yo no dejo de lado nada de lo que vos decís, nada en absoluto pero no me quedo estacionado en tu visión supuestamente cientificista.
Como te decía antes la psicología DEBE ser lo más rigurosa posible, pero esa rigurosidad no es únicamente ni principalmente la de experimentos de laboratorios testados.
Me hacen ruido tus expresiones tipo «un profesional serio y riguroso», que significa un profesional que se guía principalmente por un modo de hacer experimentos que pertenece a un modo de entender la psicología que estaría en contraposición con otro tipo de profesional que no es serio ni riguroso porque no pone como primer criterio de elección de las terapias a elegir las que estén testadas o no según la medición de las mismas en condiciones de laboratorio.
Tengo toda la sensación que hacés un uso mitificante de la ciencia (cosa que no es culpa tuya es probablemente la cosmovisión difundida de los ambientes en los que has recibido o estás recibiendo tu formación), es decir que ponés el emergente, la última vara de medida, el parámetro, en lo testado de un modo determinado.
Y el problema es que en realidad en clínica las cosas más importantes no van a poder ser testadas bajo esa metodología jamás, sino, en el mejor de los casos de un modo indirecto y siempre estará abierto a diversas interpretaciones. Por ejemplo ¿cómo testar la calidad de un insight?¿cómo testar la profundidad y calidad de una «abreacción»?¿cómo medir la calidad de la llegada a los conflictos más profundos de la persona?
Sí, ya sé, me vas a decir que esas cosas a la línea cognitiva no le interesan, son parte de la caja negra ¡Justamente ahí está el problema! Ahí está el reduccionismo que compromete toda la visión. Por eso lo que te decía no se trata de la «empatía» palabra que yo no usé en mi argumentación, sino del «contacto humano», desde que nacemos nuestra identidad se configura por medio de ese «contacto humano» más allá de que exista empatía o no, y desde que estamos en brazos de nuestra madre nos vamos formando especularmente por medio de ese contacto. El «contacto humano» está en todo, nos labra, nos esculpe, nos estructura permanentemente y es mucho más determinante en un resultado terapéutico que una región acotada y testada del modo de interactuar y aplicar técnicas con el paciente. No es mera empatía, si hay profesionales que son poco «empáticos» son los psicoanalistas, y si son lacanianos la cosa se complica, peor aún, sin embargo también obtienen resultados, porque a la postre son dos personas que contactan y en la cual una le sirve de espejo a la otra para estructurar su identidad de un modo más adecuado.
Lo que pongo en discusión no son las técnicas, que las asumo y las uso totalmente, lo que pongo en discusión es el poner como medida de la seriedad y rigurosidad a esas técnicas, no lo son, ni lo pueden ser porque demarcan apenas una región del hombre. Y lo que sí determina más profundamente el contacto humano son cosas no medibles como tu propia cosmovisión, que lleva inscrita tu ética y tu filosofía de vida.
Conozco el estudio de la APA y en este momento no te puedo citar los estudios que prueban lo contrario. Pero lo que es seguro es que lo que se mide como resultado depende del punto de vista del observador. Si llamo resultado positivo a «la suspensión de los síntomas» obviamente va tener una ventaja la línea que llame estar curado a tener ese resultado: «el que esos síntomas específicos desaparezcan». Pero no es tan simple, porque desde una línea lo que llaman estar curado, para otra es simplemente trasladar los síntomas. Hace tiempo leí un estudio en el que se criticaba la aplicación de técnicas cognitivo-conductuales para dejar de fumar, porque lograban su objetivo, pero en aquellos que la remisión del síntoma se daba, en su gran mayoría, se desplazaba su dependencia compulsiva hacia otras áreas, como por ejemplo la alimentación…
Por eso no creo en las taxonomías de la APA, porque toda taxonomía depende del criterio taxonómico que se use, y el criterio depende de fundamentos muy anteriores que los «supuestamente científicos».
Te animo y te aliento a que busques todos los fundamentos y leas todos los autores y después sí, construyas tu comovisión de la psicología, en tu camino de formación no podés dejar de conocer profundamente las obras más importantes de Freud, Adler, Iung, Allport, Lerch, Maslow, Frankl, Liberman, Sullivan, Rogers, K. Horney, Künkel, E. Fromm, F. Perls, Grimberg, E. Erikson, Bolwby, Bateson, Waslawick, la escuela de Palo alto, etc. Sin nombrar los cognitivos conductuales (y sin nombrar tampoco a todos los epistemólogos que deben conocerse para tener un concepto fundado de lo que es ciencia, que ciertamente no es nada más que experimentos testados) con los cuales presupongo que estarás en contacto. Una formación seria no puede ser nada más que «cognitivo conductual», sobre todo si se sostiene en la ignorancia de todo el resto de la psicología en base a un prejuicio cientificista, ahora bien, si después de haber leído estos hitos de la psicología tu formación sigue determinada únicamente por lo cognitivo conductual o por la emergencia de lo testado científicamente, bueno entonces sí lo podrás decir con autoridad. Te animo cálidamente a que te inicies en este arduo y apasionante camino de ser un profundo investigador.
Me faltaron Melanie Klein y Lacan!!! mea culpa… ah y Ana Freud!!!
No se preocupe, en mi círculo social tengo fama (y no muy buena desafortunadamente, soy un poco «hereje») de ser el más «flexible» con estas cosas y el que más abierto suele estar a nuevas ideas. Seguro que me toca estudiar a esos autores que menciona. No olvide que estoy en primer curso, así que poco podré saber y me queda aún un largo camino por recorrer. El problema no es conocer y usar otros enfoques distintos de los científicamente probados. El problema es fiarse de ellos. ¿Cómo distingo entonces si algo es válido o si es pseudociencia? Necesitaré algún criterio que me permita distinguirlo para no vender humo a la gente. Si confío en la medicina convencional y no en la homeopatía, por ejemplo, es por la misma razón. En mi opinión, no se trata de anclarse en un solo punto de vista, sino de adoptar uno que use un criterio que nos permita avanzar con seguridad en la ardua y laboriosa tarea de descubrir las claves de la conducta y el pensamiento humanos. Pienso que ese criterio es el método científico (y la ciencia no se reduce exclusivamete a experimentos, porque a veces, efectivamente, no se puede, y hay que acudir a medios indirectos como estudios correlacionales, cuasiexperimentos, etc), que ha demostrado sobradamente su eficacia de conocimiento a lo largo de la Historia de la Humanidad. No es perfecto, pero en mi opinión es lo mejor que tenemos. De lo contrario, no utilizar el método científico, no utilizar el «sentido común», no ser racionales, no hacer las cosas de una determinada forma ordenada, supondría perder un poco el rumbo y acabar aceptando como igual de válidas la astrología, la alquimia, la homeopatía, la parapsicología o el psicoanálisis, por ejemplo. Y en Psicología creo que hay que extremar aún más el cuidado, dado que su objeto de estudio es aún más complicado de estudiar y por tanto más vulnerable al error humano. Y no es que lo quiera así consciente y voluntariamente. No tengo ningún interés en ello, no recibo comisión alguna por ser contrario a la pseudociencia. Soy el primer interesado en que, si una idea es cierta, se demuestre. Creo que es de sentido común, creo que debemos ser críticos con la información y no creernos las cosas solo porque sí o porque lo diga alguien, sea o no famoso. Creo que el método hipotético-deductivo es el que mejor puede guiar la curiosidad del hombre hacia puertos seguros, y con seguros me refiero a «con un mínimo de certeza» en que eso es así, y tampoco es un dogma ni un axioma porque ya sabes que la ciencia siempre está en constante cambio, abierta a nuevas pruebas que demuestren otra cosa. Creo que es comprensible solicitar una guía para no andar perdidos por el mundo y vulnerables, por tanto, a la multitud de estafadores y vendedores de humo que existen. No quiero que piense que solo me interesa lo «testado» en un laboratorio. Veo que quizá ha sido una palabra poco afortunada. Con «testado» me refiero a lo ya dicho: que de alguna manera, mínimamente rigurosa (razonada, objetiva) se compruebe que esa técnica da resultados en muchos casos y le funciona a la gente. Porque no vamos a cometer el error de pensar que el éxito de un tratamiento depende exclusivamente de que el paciente y el terapeuta conecten.
Usé la palabra empatía porque, como estoy iniciándome, mi conocimiento terminológico no es muy profuso y me he expresado en términos que yo mismo pueda entender. Espero que lo entienda.
Aceptar de buenas a primeras ideas como la de «represión» en el sentido en que la entendía Freud, por ejemplo, o aceptar la idea del subconsciente (que no de inconsciente, para diferenciar), implicaría aceptar «porque sí» ideas que no guardan correlación con lo que sabemos del sistema nervioso (neurociencia) y supondría una grave falta de rigurosidad, pero no por estar dispuestos o abiertos a otras ideas o enfoques teóricos (la ciencia también lo está), sino por aceptarlos «solo porque sí», sin discusión y sin comprobaciones. Yo estoy abierto a todo, y contemplo todo con igual interés, pero voy «aceptando» las cosas al ritmo al que va la ciencia, para sentir seguridad. Igual es un acto de fe (fe en la causalidad), pero creo que la ciencia ha demostrado sobradamente su eficacia como explicadora de cosas, frente a la no-ciencia, y por ello apuesto por la primera (ha demostrado ser merecedora de mi confianza, ha demostrado que acierta con mucha más frecuencia que la no-ciencia). No dejo de lado la segunda, la leo y me informo, porque igual hoy no es ciencia y mañana sí. En ese caso, cuando lo sea, seré el primero en aceptarlo, pero no antes. Y no es por tozudez, es simplemente porque no quiero arriesgarme a que me puedan tomar el pelo. ¿Confío demasiado en la ciencia? Bueno, no sé, puede ser, pienso que, lejos de ser perfecta, es la mejor herramienta de que dispone el hombre para conocer los porqués de las cosas. Ello no quiere decir que acepte «porque sí» algo que diga un científico solo por ser científico. Tampoco me vale. Soy escéptico. Eso que diga el científico debe asimismo demostrarlo y deben permitirme leer el estudio por mí mismo para convencerme de ello.
Ah, se me olvidaba. No creo que a la psicología cognitiva «no le interese» explicar otras cosas. Llámeme ingenuo, pero no creo que los investigadores tengan la maldad de negar cosas solo porque afirmarlas supusiese reconocer que estaban equivocados. Y en los casos en que así sea, estaríamos ante malos investigadores. Por fortuna, los hay muy buenos. Y el problema no es buscar un sistema más amplio que explique más cosas que las que ofrecen los cognitivos, el problema es que esas otras cosas estén demostradas científicamente, tal y como comentaba antes.
Creo que ya empezamos a girar sobre lo mismo y no es provechoso ir más allá hasta no encontrar un punto en común desde el cual partir, te aconsejo que leas más epistemología y un poco de decontructivismo, Michel de Foucault por ejemplo, o Ideas y Creencias del connacional tuyo, Ortega y Gasset, es excelente, no adscribo totalmente a ninguno de esos autores, pero pueden serte útiles en tu estadio de confianza unívoca en las ciencias positivas y en su método.