No quería dejar que el debate se enfríe por mi falta de tiempo, por lo que ensayé una respuesta rápida, a caballo, a la objeción de Beatriz (de quien estoy leyendo con mucho gusto un artículo sobre el tema). Elegí sólo una objeción de las que expone y la puse aquí en orden a favorecer la claridad del debate. Uso un lenguaje ya muy mío, prefiero no ponerme en Tomista, citando que Tomás dice esto o esto otro…, por varias razones, pero principalmente no me gustaría que devenga en un debate sobre el Santo Tomás histórico, aunque sea importante conocerlo a fondo, sino sobre el Santo Tomás que cada uno ha asimilado como el lector más profundo y conspicuo de la realidad y del ser. Diciéndolo de un modo técnico no me interesa el Santo Tomás «quod», sino el «in quo» en el que cada uno entiende ver lo real, el ser, y que, a la postre, ha decidido que es digno de ser asimilado entre las propias estructuras de interpretación del universo.
Beatriz:
Si la voluntad fuese (hipotéticamente) un apetito natural y no racional, siempre querría el bien y encima querría todos los bienes del mismo modo, sin distinguir bienes -fines de bienes que conducen al fin; sin distinguir bienes absolutos de bienes ordenables, etc.
En primer lugar nunca dije que la voluntad fuese un apetito natural, sino preterracional, que es distinto. Preterracional significa que emerge sobre la facultad racional, que contiene en sí un plus de actualidad que no se agota en ser función de la racionalidad ni el mero ciego que dócilmente se deja guiar por el lazarillo. Esto tampoco anula el hecho que toda elección sea mediada por la discriminación racional, necesita de ella obviamente, como mediación, del mismo modo que el hombre necesita de la cultura para poder llegar a ser libre en acto. Por tanto necesita para actualizarse de todas las discriminaciones de la razón, pero el momento electivo en el cual la balanza se inclina para un lado o para el otro de los contrarios, después de todo el proceso discriminativo racional, es actuado por la voluntad, y, ahí, no hay razones que intervengan, es un puro actuarse por sintonía dinámica con el bien presentado por la razón, que es sin-tónico cuando lo elegido plenifica ambos extremos de la sintonía: el sujeto que elige y el universo heteronomo sobre el cual recae la actuación de la elección. Entonces decimos que se ha elegido bien, que se ha elegido según el fin (poniéndonos en el punto de vista de la razón). Pero podría darse que fuese una mala elección y es entonces que voluntad no entra en sintonía con el bien presentado sino que actúa una disonía y asintonía unilateral, que hace oído sordo de la heteronomía de la realidad y propone, de algún modo, al mismo sujeto como única norma del universo. Eso es lo que llamamos obrar mal, o acto desordenado respecto del fin, desde el punto de vista de la razón.
Respuesta calamo currente:
Lo primero en cualquier diálogo es estar de acuerdo sobre los términos. En lo que sigue trato de explicarme.
Sobre “apetito”: 1. el apetito no puede ser más que natural (carece de conocimiento precedente) o elícito ( tiene un conocimiento precedente).
2. Vos reconocés que la voluntad necesita de la mediación de la razón.
3. En ese sentido, la voluntad es “racional”.
Por otro lado, acá están supuestos dos significados de “racional”:
1. Racional como lo que supone algún uso de la razón, o sea, un conocimiento ‘previo’ (no en sentido temporal, necesariamente) a la elección o al consentimiento. Se supone deliberación o discernimiento o conciencia o advertencia , o como se lo llame.
2. racional como “lo que sigue a la razón”: es decir, lo que vos llamás estar en sin tonía con el fin ; lo que yo llamaría elegir lo que conduce (o me parece que conduce) al fin.
En este caso, se puede hablar de obrar según un “sentido”. El que elige lo que no conduce al fin se puede decir que es ‘irracional’ porque contraría la razón como sentido del obrar. Por eso se dice que el mal es ‘irracional’. Porque carece de sentido. El mal no es ‘lógico’.
El otro tema: decís que la voluntad no es ciega que se deja guiar por un lazarillo. Ahí te diría:
1- no es ciega porque la razón le presenta su objeto (que es el bien que naturalmente ama).
2- o también, el no ser ciego puede reconducirse a la inclinación de la voluntad al bien. (inclinación en el fondo sabia porque procede del Autor de la naturaleza). Buscamos a oscuras, en la noche, un bien que presentimos y no vemos. Lo que vemos nos habla de él, pero no es él. En el post de ayer justo hablaba de eso.
(http://contemplataaliistradere.blogspot.com/2011/04/homo-duplex-iii.html)
3- o, inclusive: puede deberse a los hábitos (disposiciones), o sea, a una especie de ‘ya saber qué elegir’ (qué tipo de ‘objeto’ elegir). Claro que esas disposiciones pueden ser virtudes de las cuales brotan las decisiones virtuosas o vicios. Al que no miente nunca no se le ocurre ponerse a deliberar sobre decir ahora una mentira.
Además, hay que ‘sacarse’ la noción racionalista de razón. Razón es Logos, es sentido. Edith Stein (cito repitiendo de memoria a Komar) decía que el espíritu es sentido y vida. La vida según el Logos es una vida llena de sentido.
El otro tema es la “emergencia”. En el hombre hay ‘emergencia’ del alma sobre el cuerpo, de la razón sobre los sentidos, de la voluntad sobre las pasiones, etc.
No puede haber ‘emergencia’ de la voluntad sobre la razón porque ella es apetito racional. La causa de la libertad de la voluntad es la razón. Pero eso no significa que la elección siga las ‘razones’ o argumentos de la razón. Significa que puede elegir ya que se le han presentado posibilidades.
¿Y cuándo la voluntad no sigue las ‘razones’ de la razón? Sigue las ‘razones’ de la pasión, porque lo que se le presenta ‘con sentido’ es lo que la pasión le pide. O sigue las disposiciones ya adquiridas.
Santo Tomás recoge a San Anselmo: poder elegir el mal es solamente un signo de la libertad, pero no es su esencia ni es parte de la libertad misma.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Bueno, genial, me siento muy cómodo dilucidando el lenguaje y es probablemente lo más rico que se puede hacer en un diálogo o discusión. Al fin y al cabo los saberes específicos son, en cierto sentido, lenguajes técnicos de la interpretación de un objeto.
Aclaremos términos, vos decís:
«No puede haber ‘emergencia’ de la voluntad sobre la razón porque ella es apetito racional».
¿Cómo está tomado racional ahí? ¿Según mi semántica de aquello que es mediado por la razón?¿Según la semántica de aquello que no está en el intelecto especulativo absolutamente sino que cae bajo el imperio de la voluntad?¿Según la definición tomista
rationale est quod naturam intellectivam habet?¿Según el producto intelectivo que es significado por el nombre (Ratio enim significata per nomen, est id quod concipit intellectus de re)?¿Según que razón se opone al simple intellecto, porque la razón es comparativa?¿Según que racional se opone a sensitivo y así abarca la potencia intelectiva y volitiva?
Aperitivo:
1- «Voluntas est in ratione»: referido a tu última pregunta. La voluntad es potencia de la parte racional o espiritual del alma.
2- La voluntad – potencia solamente opera si la razón – potencia le muestra su objeto por aquello de que es apetito elícito. Referido a tu primera pregunta.
3 – Las operaciones de la voluntad siempre suponen operaciones de la razón:
a la ratio sigue la voluntas ut ratio; y al intellectus sigue la voluntas ut natura.
Cita que tengo a mano:
De Ver q 22 a 13, co: » la voluntad puede tener dos tipos de acto. Uno que le compete según su naturaleza en cuanto tiende de modo absoluto a su objeto propio; y este acto se atribuye simpliciter a la voluntad, como querer y amar, AUNQUE PARA ESTE ACTO SE PRESUPONGA EL ACTO DE LA RAZÓN…». (no sé como poner cursivas o subrayados en esto)
(Después del aperitivo tengo que servir el almuerzo…)
epa, «no sé cómo»
A ver, creo que no nos estamos entendiendo, no fui claro, no es que te estaba haciendo 6 preguntas, es una sola.
En tu frase está «razón» como sustantivo y «racional» como adjetivo.
Bien, mi pregunta era nada más lo siguiente, de los cinco contextos semánticos que encontré (capaz que haya más) ¿en cual de esos contextos semánticos cobra significado tu «razón-sustantivo» y tu «racional-adjetivo»?. En el caso que fuese uno solo para ambos. Si hubiese un cambio de semántica del sustantivo al adjetivo, me encantaría también saberlo.
Ay, P&S . Es verdad que hacés en el fondo una sola pregunta, pero gramaticalmente son 6. Me sirvió indicarlo así.
«La voluntad está en la razón» . Acá: razón sustantivo= parte racional del alma.
La voluntad es apetito racional: acá razón adjetivo= a) es un apetito de la parte racional del alma; b) es un apetito que sigue a la razón .
Ah, una cosa que siempre me resulta interesante: la voluntad quiere el bien real, pero no puede quererlo efectivamente sin que lo real haya penetrado por la razón. Mejor, sin que la razón se haya hecho en cierto modo eso real que la voluntad ama.
Bueno, así tomado, el contexto semántico es según una cierta «topografía del alma», el alma es un todo y de ese todo a una de sus partes la llamamos «razón», obviamente contrapuesto, según esa misma topografía, a otra parte del alma que llamamos sensibilidad. Esta sería la semántica de «razón-sustantivo».
«Racional», tiene dos semánticas distintas, la primera es una mera adjetivación de la anterior taxonomía (o topografía, si bien es menos preciso que taxonomía, en realidad refuerza más la idea de partes y todo). La segunda abandona la topografía del alma y tiene por contexto la funcionalidad interna de los elementos que componen «la razón» desde el punto de vista topográfico.
Entonces queda que razón y racional puede decirse de dos modos según las definiciones que nos has dado:
Primero como una parte del alma, que a su vez ella misma es un todo compuesto por la potencia intelectiva y volitiva, y que se contrapone a la sensibilidad: «parte racional del alma»
Segundo como la parte intelectiva de ese todo compuesto por la potencia intelectiva y volitiva: «apetito que sigue a la razón».
¿Es esto correcto Beatriz?
Para el lector que encuentra difícil los saltos de niveles semánticos va este ejemplo. Al cuerpo lo podemos dividir en partes, por ejemplo la pierna es una parte del cuerpo que es el todo. Pero a su vez la pierna es un todo compuesto de partes músculos, huesos, nervios, etc. Ahora bien, la gran dificultad semántica a la que nos enfrentamos es que «razón» puede ser tomado como todo o como parte, por eso se vuelve estrictamente necesario univocar el sentido de lo que estamos hablando. Es como si por un imposible el femur en vez de tener el nombre «femur» tuviese el nombre «pierna», entonces cada vez que dijésemos pierna necesitamos aclarar si nos estamos refiriendo a la pierna como un todo o a la pierna como hueso.
De acuerdo con ‘razón’, entonces.
Sólo agrego (para los lectores) que las partes del cuerpo no son como las ‘partes’ del alma.
Si tomamos partes en sentido estricto -como partes extra partes-, el alma es simple. (Las partes materiales se excluyen una a la otra: el hueso no es músculo, etc.)
En el alma hay partes potenciales. Es decir capacidades de operar reales que se distinguen realmente una de otra. Pero no es posible dividir o cortar partes del alma. En ese sentido el todo del alma es distinto del todo del cuerpo.
Todo esto es muy incomprensible para mí, salvo el último ejemplo que pusiste; a la razón, entonces, ¿la tomás con qué dos sentidos? explicado para gente como yo, que no sabe nada de términos filosóficos, y que por el momento, no piensa romperse el coco investigando nada en ese terreno, y que no logró entender, después de leer a vuelo de pájaro, en qué dos sentidos la estás (¿o está Beatriz?) tomando.
Si no tenés ganas de redecir lo que ya explicaste en sesudos términos, doens’t matter, porque este post me supera ampliamente, cosa que no me preocupa en lo más mínimo.
Lo único que me pregunto sin mucho afán es si el común de los mortales no asociamos la «razón» con algo que pasa obligatorimente por razonamientos, silogismos o fórmulas al mejor estilo matemático; y excluismos todo lo que tenga que ver con la intuición, o con los sentimientos; cosa que no me cierra, pero que tampoco me desvela, porque no estoy dispuesta, aquí y ahora, y tal vez nunca, a atender y entender disquisiciones sobre ello; salvo que me lo explicara alguien por medio de parábolas, en vivo y en directo, je, je, y que supiera hacer lúdico algo que me resulta bastante denso.
Y de paso, te deseo a vos y los lectores y participantes del blog una muy feliz Pascua de Resurrección.
Cande
Hola Cande: es así, en general asociamos ‘razón’ con la lógica o las matemáticas.
Es por el racionalismo recontratra metido en la cultura.
Sobre eso decía Pascal que el corazón tiene sus razones que la razón no entiende. Fijate que usaba la misma palabra. La razón racionalista entiende de cálculos, utilidades, silogismos etc. Las razones del corazón son las que tienen que ver con el sentido de la vida (como lo propone V. Frankl) , con el atractivo total de ciertos bienes a los que nos negamos solamente por las consecuencias (esfuerzos, molestias, miedos, etc) . Las ‘razones’ del corazón no son solamente las referidas a los sentimientos, también y sobre todo, se refiere a lo que confiere sentido a la vida.
Somos libres para negarnos a obrar según eso que nos atrae, somos libres para dar vuelta la cara y no mirar más. Y quizás con el tiempo termine por no interesar más, porque terminaremos por ser muy diferentes de cuando ese bien nos atraía.
“No puede haber ‘emergencia’ de la voluntad sobre la razón porque ella es apetito racional”.
Entonces para que me quede 100% claro, según las dos acepciones que hemos distinguido, para abreviar las distinguiré en «razón como todo» y «razón como parte», ¿cómo está dicho en esa frase «razón» y «racional»? (teniendo en cuenta que no pueden estar los dos sentidos al mismo tiempo, ni en razón, ni en racional)
La voluntad no emerge de la razón como todo, o sea de la parte racional del alma. (por lo que ya dijimos)
Y se distingue realmente de la razón como parte, porque es una potencia realmente distinta de la razón –potencia.
Sin embargo, tampoco puede decirse que ‘emerja’ de la razón potencia, si entendemos ‘emerger’ como “ese plus” que vos señalabas, como un ‘ir más allá o más lejos’ y sobre todo, como ‘ir más alto’.
‘Distinguirse realmente’ no significa ‘emerger’.
Pongo ejemplos: la razón emerge respecto de los sentidos (en cuanto al conocimiento), como la voluntad emerge respecto de la afectividad sensible (en cuanto al amor), como, en definitiva, el alma espiritual respecto del cuerpo (en cuanto a la vida).
Ahora bien, la afectividad sensible no emerge de lo sensible (como todo) , ni tampoco sobre los sentidos (como partes). Porque solamente la afectividad sensible puede amar un bien sensible (conocido sensiblemente)
El acto de ser participado se distingue realmente de ‘su’ esencia pero no emerge de ella porque ella es ‘su medida de participación’. Lo que está más allá del acto de ser participado es el acto de ser puro , o sea Dios. Tampoco podría decirse que »emerge’ en este caso, sino simplemente que es trascendente.
Así, la voluntad no emerge de la razón porque solamente puede querer un bien presentado por la razón. Es decir, la voluntad no puede operar más allá de la razón (siempre supone un acto de la razón) , sea que opere como intellectus, sea que opere como ratio.
Ahora que si hablamos de “primacías”, habría que fijarse en cada caso si son simpliciter o secundum quid.
Aprovecho para desearte ¡santa Pascua!
Hasta el penúltimo párrafo venía exultante y me dije, bueno, ahora termina la parte lingüística y comienza la discusión metafísica…
Pero me hacés una distinción entre primacía y emergencia que yo siempre había considerado como sinónimos…
Por lo que sigamos aclarando términos…
Te dejo mi semántica de la emergencia para ver si difiere de la tuya y me gustaría conocer en qué se distinguen emergencia y primacía…
(después seguiremos con el simpliciter y el secundum quid, que será otro lío, porque en mi opinión el simpliciter conlleva internamente la aporía del observador absoluto)
«emergencia»= cualidad de una formalidad que es mediada por otra pero que la mediación no explica ni da razón de ser de la perfección de dicha cualidad. Es decir que la mediación la condiciona para ser de hecho, sin embargo no da razón de todo lo que ella es y porque no da razón de toda su realidad “emerge” sobre la mediación. Ejemplo: la posibilidad de ser libres está mediada por la cultura, sin cultura no podemos ser libres, sin embargo el ser libres no es un mero producto de la cultura, ni encuentra allí su razón última de ser, el ser libres “emerge” por sobre la cultura. Entonces decimos que la libertad es un emergente o podemos hablar de la emergencia de la libertad por sobre la cultura.
«emergencia del acto»= el acto puro no es objeto de nuestra experiencia, lo que encontramos en nuestra experiencia son realidades limitadas, la limitación del acto se da por medio de la potencia. La potencia limita al acto y media la posibilidad de su ser en concreto, limitado y finito. Sin embargo el acto emerge sobre la mediación de la potencia. La potencia tiene toda su razón de ser en relación al acto, el acto, para ser tal, necesita de la mediación de la potencia sin embargo no agota toda su realidad en tal mediación, es decir emerge por encima del puro constituirse relacional con la potencia. Ejemplo: aquí no hay ejemplo, o sirva el ejemplo de arriba de la libertad y la cultura.
«la estructura fundacional de la realidad en función de tal emergencia: la participación». Decíamos que la potencia limita al acto y ahora agregamos que el acto informa o “actualiza” la potencia. Es lo mismo desde dos puntos de vista distintos. La potencia funciona al modo de recipiente el acto a modo de contenido que debe ser limitado por el recipiente. A esa estructura Platón la llamó participación y Tomás la asumió para sí como el último constitutivo que explica la tensión finito-infinito. Es decir que es la estructura por medio de la cual podemos conservar el equilibrio y no disolver lo infinito en lo finito (el existencialismo antropológico heideggeriano), ni lo finito en lo infinito (el panenteísmo hegeliano).
Te deseo también felices pascuas.
Gracias por el dialogo!
Lo ley justo en viernes, y menos mal que fue como a las 3 am porque me agarro un hambre bárbaro así que me termine morfando todo, je (he hecho cosas peores), cuando puedan síganlo que esta bueno.
Buenísimo eso de la participación, me hacia acordar a una frasecita de kierq que siempre me rompió la cabeza: “la realidad no se une a lo posible en la necesidad, sino que es está ultima la que se une a lo posible en la realidad”. Me hace acordar, justamente, en el hecho de no entenderlo. Pero bue, algún día estudiare.
Tan poco entendí: “la afectividad sensible no emerge de lo sensible (como todo) , ni tampoco sobre los sentidos (como partes). Porque solamente la afectividad sensible puede amar un bien sensible (conocido sensiblemente)” y capaz alguna que otra cosas más, está la tome medio al azar. Igual sigan que algo puede quedar.
Por lo menos a mí me pasa con esto del realismo tomista, que apenas empiezo a leerlo me da un poquito de desconfianza, porque explica todo de una forma que parece que se cae de maduro, y seguramente así es, pero en la realidad las cosas están tan mescladas y confundidas que te terminas preguntando ¿Qué tiene esto de realista?… A parte de que el estilo estéticamente no me gusta y por un defecto mío, eso me desalienta a intentar leer.
Ya averigüe someramente quien es Fabro, ja. Le pregunte justo a un conocido que ha estudiado un tiempo en SanRa… Debo haber quedado como lo más ignorante del mundo, pero bue.
En fin. Escribí a las apuradas esto, solo como escusa pa poner un Felices Pascuas!!. Saludos.
¡Felices Pascuas!
Respondo:
a ««emergencia»= cualidad de una formalidad… »
Yo acepto, en principio, el ejemplo aunque no me convence la definición que das de emergencia en este caso. Cultura se puede entender análogomente. No sé si hablás de ‘la Cultura’, como cuando alguien piensa en las “producciones” culturales del hombre, de un país, de una época, etc. Es decir como algo exterior, como una obra que fue producida por hombres y que es aprovechada por otros. Las ciencias, las artes, las leyes, las doctrinas jurídicas, las técnicas, la filosofía, etc etc
También puede entenderse ‘cultura’ como el cultivo que hace cada hombre de su naturaleza propia (con lo que tiene de común y con lo que tiene de individualizado). Es decir como las disposiciones virtuosas que cada uno desarrolla en cuanto al conocimiento, la afectividad, la motricidad, etc. Las matemáticas que sé yo, lo que sé cocinar yo, etc. No la justicia de la ley, son la justicia que anima mi conducta. No el ballet que voy a ver, sino las danzas que puedo bailar, etc.
Así que, el problema acá es que lo que puede darse –para mí- es una ‘emergencia’ de un sujeto humano concreto sobre la Cultura de su época. Aunque creo que hay que reconocer que la mayoría no emerge, con suerte nadan en ella (se mantienen inmersos) y muchos quedan ‘al margen’… Y esa emergencia supone la libertad, pero no sólo eso.
a «emergencia del acto»=
Metafísicamente acto puro es Dios. Creo que tampoco hablaría yo de ‘experiencia’ de acto y potencia en el caso de las criaturas. Supone experiencia pero va más allá de ella.
En los entes (criaturas) el acto de ser tiene prioridad ontológica sobre la esencia porque acto es ‘sinónimo’ de perfección. Pero la verdad que no diría que la esencia es mediadora para la concreción. Así expresado parece que el ser de por sí ilimitado baja y queda encerrado en el envase de la esencia. Nosotros, las criaturas, no tenemos ningún ser ilimitado que se quedó encerrado en nuestra esencia y por eso hubiese llegado a ser limitado, ni era ‘en común’ y se volvió concreto. Decir que el acto de ser emerge, es como decir que el acto de ser tiene una potencialidad ‘extra’. Y sería un ente por sí mismo, lástima que quedó encerrado. Al contrario, en el ente, acto de ser y esencia son co-principios ontológicos.
(En el caso del cuerpo humano y el alma humana –que no en el de los otros vivientes-, la alegoría platónica del carro alado que cae en un cuerpo, es dualista, pero retiene un significado rescatable sobre el plus de vida que tiene el alma espiritual sobre el cuerpo humano. No me gusta mucho hablar de ‘emergencia’. pero no me parece mal decir –como ya señalé- que el alma emerge sobre el cuerpo.)
La potencia limita al acto: léase la medida de perfección de dicho acto.
Mediación: en el uso que se le dio aquí es un concepto hegeliano. Supone otra metafísica. El problema es que no siempre es conveniente ‘traducir’ un lenguaje filosófico a otro. Me parece revisable. Y si se lo entendiese ‘platónicamente’, también sería problemático.
a «la estructura fundacional de la realidad en función de tal emergencia:…»
Tampoco estoy segura que pueda hablarse en Tomás de ‘tensión finito-infinito’. Para mí es anacrónico. Creo que supone ver a Tomás después y desde Hegel o Heidegger.
Me está costando hacerme entender, es probable que sea más confuso y/o menos pedagógico de lo que pienso, siempre las cosas dentro de uno parecen más claras que lo que realmente son escuchadas de afuera. También puede ser que me haya metido en la aporía de pretender ser moderador y parte del diálogo, digo esto porque me está costando mucho mantener una sola línea de diálogo y no seguir las infinitas líneas de desarrollo que se pueden encontrar en cualquier tema.
En mi anterior intervención había sólo una pregunta: ¿cuál es la diferencia entre primacía y emergencia?, y hacía esta pregunta porque para mí primacía y emergencia son sinónimos, si bien tienen una semántica con sus matices particulares cada una de estas palabras. Esto con ánimo de aprender porque esto era para mí algo evidente que no me he tomado el trabajo de fundarlo y justamente por este diálogo se me daba la ocasión de aprender más al respecto.
Ahora bien, simplemente para ejemplificar copié y pegué de otro post un diccionario básico de la emergencia hecho para los lectores, con la única intencionalidad de «mostrar las cartas» y decir esto es lo que entiendo por ‘emergencia’ y si coincide o no con tu versión del lema y así lo declaré de modo explícito: ‘Te dejo mi semántica de la emergencia para ver si difiere de la tuya…’
Ciertamente que no estaba pidiendo un análisis crítico, mucho menos respecto de un texto básico.
Por supuesto que «cualidad de una formalidad» le puede hacer ruido a cualquier realista anti-formalista, está dicho en sentido amplio, no en el sentido estricto y categorial de cualidad, lo mismo dígase de formalidad….
Otro tanto dígase de ‘cultura’ que está tomado en el sentido más amplio posible, opuesto a naturaleza, «eso» que le falta o que no tuvo un niño feral que en razón de su ausencia se muestra en toda su fenomenología dinámica como un animal con carencia total de la racionalidad y, por ende, de la libertad.
Tus advertencias respecto de la ‘emergencia del acto’ me parecen adecuadas, sin embargo esas advertencias son aplicables a toda la semántica de la participación en Tomás y de fondo es una línea de investigación muy interesante de cómo deben decirse las cosas en este plano (también puede darse -partiendo de estas precisiones lingüisticas críticas respecto de una metafísica imagomórfica- una crítica al principio tomista de perfección separada…. mmm no sé…. hay que pensarlo, tal vez vos lo tengas pensado me encantaría conocerla). De otro modo a las mismas confusiones pueden llevar textos como el siguiente:»Omne participans aliquid comparatur ad ipsum quod participatur ut potentia ad actum: per id enim quod participatur fit participans actu tale. Ostensum autem est supra quod solus deus est essentialiter ens, omnia autem alia participant ipsum esse. Comparatur igitur substantia omnis creata ad suum esse sicut potentia ad actum».
Creo que queramos o no siempre estamos traduciendo. Nuestro modo permanente de conocer y el proceso mismo del conocimiento es un permanente cribado de identidad y diferencia, por lo que cuando asimilamos algo nuevo siempre filtramos eso nuevo en virtud de las categorías que ya poseemos y tratamos de determinar, en primer lugar, en qué se parecen y en segundo lugar, cuando finalmente las entendemos con precisión, cual es su especificidad en su sistema semántico de significados. Por supuesto, no hay que hacer ensaladas si uno va a referirse al Sto. Tomás histórico o al Hegel histórico. Pero a tales análisis históricos renunciamos (al menos así lo entendí yo y lo puse explícitamente en el cuerpo del post) desde el punto de partida. El diálogo es entre dos metafísicas realistas, tal como ellas entienden la realidad, es el diálogo entre la metafísica de Beatriz y la de Eduardo. Así entendido es superfluo hablar de anacronismos, en toda metafísica que se precie de tal, desde Parménides en adelante, puede verse la tensión finito-infinito (en los intentos, más o menos logrados, de dar una estructura que funde metafísicamente el finito, en el realismo), y qué interesa si este lenguaje es de Hegel o de Heidegger, es un lenguaje que da a ver de un modo nuevo y preciso en su semántica de tal novedad algo que tiene que ser puesto de relieve. Otro tanto dígase de la semántica de mediación-emergencia. La mediación puede ser una palabra de origen Hegeliano, emergencia me parece que tiene por origen la psicología gestáltica, la cual subraya la emergencia de la percepción como un todo, en contra del todo como suma de partes propio del asociacionismo. Pero más allá de sus orígenes son una dupla muy útil que pone de relieve todas las inemergencias de las revoluciones copernicanas en filosofía desde Descartes hasta la filosofía analítica del lenguaje. En las cuales el emergente se disuelve en la mediación y haciendo que finalmente toda la realidad no sea más que el elemento mediador: pensamiento, lenguaje, etc.
Todo esto sin entrar en el hecho que es necesario comunicar a Santo Tomás a un mundo filosófico que no habla el lenguaje tomista, y entonces cada uno, en su metafísica tendrá la responsabilidad de comunicar lo que en primera persona considera como nociones válidas de un modo perenne, que por ser perennes pueden y deben ser traducidas al lenguaje filosófico contemporaneo, asumiendo lo que de perenne tenga tal lenguaje filosófico, pero al mismo tiempo siendo conscientes de que estamos cambiando el marco de cosmovisión a tal lenguaje y lo asumimos en la medida que sea asumible, tomando las distancias (porque se conocen explícitamente y de modo profundo) y purificando las palabras del marco cosmovisual de origen, en lo que este no se pueda asumir. Eso es lo que hizo el cristianismo de los primeros siglos «hablando en platónico» o el mismo Tomás que llegó a ser condenado por hablar en «aristotélico».
Bueno, espero que podamos encausar finalmente este diálogo en una sola línea argumental.
Bueno, me parece que no es que yo no entienda o vos no te expliques. Simplemente que no estamos de acuerdo.
Para hacerlo más simple por ahora y esperar a un futuro debate con más tiempo (y no en situación de huésped), te comento por qué no acepto la «emergencia» de la libertad ni de la voluntad.
-La libertad es una propiedad de la voluntad en tanto potencia racional y no una potencia distinta de la voluntad y la razón.
-la voluntad puede ser libre por la razón que le muestra el bien y por tanto puede amarlo como fin o elegirlo como lo que conduce al fin.
-Tampoco me parece adecuado hablar de una emergencia de la razón respecto a la voluntad. (por todo lo que dije en anteriores comentarios)
-Sí puede haber primacía simpliciter de la razón y secundum quid de la voluntad.
Finalmente, y a cuenta de algún futuro diálogo, el ser humano elige porque ama. Porque ama algo que le atrae como absoluto (que lo conoce como tal aunque no lo sea). Pero para amar hay que conocer y conocer no comparativamente, sino intuitivamente. Hace falta la razón en su modo intelectivo, no discursivo. Hace falta conocer como absoluto algún bien. Conocer algo como máximamente atractivo.
El fin aparece en Aristóteles como lo que se elige por él mismo; o sea, para Tomás de Aquino, lo que nunca es objeto de elección como tal.
Y para los lectores no filósofos: ¿qué es mejor: ser amado/a o ser seleccionado/a (elegido) entre otros/as posibles? Si le preguntan a alguien ¿por qué me querés? y les empieza a contestar con razones y/o comparaciones, humm, yo saldría corriendo…
Bueno, así funciona el fin mientras se lo sigue viendo como fin.
No creo que simplemente sea que no estamos de acuerdo. Me pasé un año discutiendo con un buen amigo que era trascendentalista kantiano-ficthiano, mayor desacuerdo no podía haber, y todo sucedió sin mayores dificultades, y con enormes ganancias de conocimiento para ambos. Si hay algo que me sorprende siempre del blog o de una discusión es el punto de vista del otro, siempre aprendo y me enriquece, esto no dicho como un cliché, sino de un modo absolutamente sincero. El problema está en la dinámica del diálogo que pide ciertos presupuestos que no hemos cumplido. También está el contraste de estilos, lo mío es más inquisitivo lo tuyo más asertivo. Pero en realidad el problema central estuvo en la mecánica del ida y vuelta del contraste de ideas, para que sea fructífero, necesita que se cumplan ciertas reglas básicas que no hemos respetado.