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Otras psicosis delirantes crónicas
 
En otro lugar hemos apuntado la dispari­dad de criterios que existe en la atribución nosotáxica de los delirios crónicos. Kraepelin a este respecto separó las demencias precoces (hoy esquizofrenias) de los delirios parafréni­cos y de las psicosis paranoides. Consideraba estas dos últimas como unas psicosis crónicas con la característica de que no producían ape­nas ningún deterioro de la personalidad y per­mitían de este modo la adaptación social del individuo.
Cada vez más, los autores anglosajones y europeos incluyen la parafrenia en el capítulo de las esquizofrenias, con excepciones.
La escuela de psiquiatría francesa (Pichot, 1982) ha mantenido a lo largo del siglo tres grupos de delirios crónicos individualizados y separados del contexto nosológico de las es­quizofrenias. Son la paranoia, la parafrenia y la psicosis alucinatoria crónica. Esta última, como señala Hanus (1973), es «una entidad nosógráfica típicamente francesa». No obs­tante, también Kendler postuló la distinción entre paranoia simple y paranoia alucinato­ria.
En la revisión CIE-10 dela OMS, la psicosis alucinatoria_crónica se incluye diluida en el apartado «otros trastornos psicóticos no or­gánicos», mientras que la parafrenia queda diluida en el trastorno de ideas delirantes.
Procederemos a desarrollar una referencia de ambas entidades.
 
 
PSICOSIS ALUCINATORIA CRÓNICA
Fue descrita en 1912 por Gilbert Ballet. Se caracteriza por un cuadro de automatismo mental que asocia alucinaciones y delirios y se observa generalmente después de los 35 años..
Las alucinaciones son:

  • constantes,
  • de natu­raleza auditiva y cenestésica,
  • manteniendo una evolución crónica invariable.
  • Insisten los que describen este cuadro en que el delirio es secundario a las alucinaciones.

El paciente percibe ruidos extraños y voces en general amenazantes, burlonas e insultantes. Cuando el sujeto percibe que son órdenes, se elabora un auténtico síndrome de influencia, que no pocas veces se asocia con fenómenos de ecolalia y ecopraxia. También aparecen alucina­ciones psíquicas o seudoalucinaciones en forma de voces interiores, transmisiones de_pensa­miento, robo de pensamiento, etc.
 
El delirio se constituye en una atmósfera de persecución y sobre todo de influencia y po­sesión. Utiliza con frecuencia elementos má­gicos y paracientíficos, tales como la telepatía y comunicación de pensamiento. Todo ello es vivido por el paciente de un modo pasivo, quien no altera apenas su conducta, pero es frecuente que tras unos años de evolución se produzca un repliegue hacia sí mismo aislán­dose progresivamente.
En la actualidad y debido a la era psicofar­macológica es posible observar «formas en­quistadas», en que tanto las alucinaciones como los delirios están atenuadas. Nunca se produce una remisión absoluta.
Puede confundirse con una psicosis alu­cinatoria aguda y sobre todo con la esquizo­frenia, pero en ésta encontraremos fenóme­nos de disociación de pensamiento, además de una evolución deteriorante frecuente, a diferencia de las psicosis alucinatorias cró­nicas.
En enfermos epilépticos con focos en el ló­bulo temporal se han observado cuadros psi­cóticos de características muy similares (Bul­bena y vols., 1983).
El tratamiento en régimen hospitalario se realiza para confirmar el diagnóstico y ade­cuar los neurolépticos al caso concreto. Con el debido control de los efectos secundarios se prescribirá haloperidol a dosis elevadas, preconizado por su acción alucinolítica, o tio­properacina, por su gran acción incisiva. El control a largo plazo es similar al de la esqui­zofrenia.
Con el tratamiento puede lograrse una ate­nuación de la intensidad sintomatológica, pero raramente una remisión. Pero, además, la extinción o reducción de las alucinaciones no resuelven los problemas del paciente, ya que el tipo de organización narcisística de la personalidad que posee representa una difi­cultad grave. El tratamiento aquí debería in­cluir también medidas socioterápicas y  sicoterápicas.

Autor: Eduardo Montoro

Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.

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