Les dejo esta nota de Ricardo Carpena a Alejandro Rozitchner, un filósofo, en algún momento trotkista y que actualmente es asesor de Macri. Rara vez me meto en política y si ahora lo hago es porque esta nota tiene un análisis lúcido sobre el ethos político latino y esa voraz necesidad de paternalismo que domina y sumerge a todos los que compartimos esta misma pathos-ethos-logía (patología social). Todas las demás sociedades nos llevarán siempre la ventaja hasta que no queramos ser adultos. Hasta que no queramos ser protagonistas. Hasta que muera y acabe la era del líder ideologizado y comience la del funcionario realista, que tenga como único dogma el hecho que él mismo es prescindible y que su mayor legado sea educar a sus iguales, formándolos en la convicción social de su propia prescindibilidad.
-Néstor Kirchner fue el gran protagonista de la política de los últimos años. ¿Qué representa su muerte? ¿Qué cambia?
-El kirchnerismo trabaja en una especie de realidad simbólica. Por ejemplo, hace lo que llama un relato, se lo cree y cree que esa es la realidad, aunque después la realidad no le parece tan interesante. La muerte de Kirchner es un hecho que participa de ese universo simbólico. Ahora, en vez de tener un líder presente tienen un símbolo. Hay que ver si quedan administradores para hacer rendir ese símbolo. Porque también la simbología tiene sus límites: por más que digan que van a seguir con el modelo, la realidad tiene algunos problemas que ellos desconocen y niegan, como la inflación, la inseguridad, el aislamiento del mundo. La izquierda, o el progresismo, es un fenómeno, sobre todo, discursivo: no saben bajar la pobreza, por ejemplo. Viven hablando del pueblo, pero no saben hacer cosas útiles para el pueblo. Tal vez ahora veamos el proceso de deterioro de esta trampa por la desaparición del gran narrador, porque, finalmente, como Kirchner era una especie de genio de la literatura argentina que inventó una gran ficción, vamos a seguir leyendo sus cuentos, pero no se sabe si van a ser convincentes.
-Cuando lo llamé para proponerle la entrevista, usted dudó cuando le dije que íbamos a hablar de política. ¿Qué le pasa? ¿Se cansó? ¿Está decepcionado?
-El riesgo de hablar de política es que uno cae muy fácilmente en una especie de círculo vicioso, que se reproduce automáticamente sin que uno lo quiera muchas veces. Parte del trabajo es lograr superar ese automatismo y referirse a los temas de la política de otra manera. Entonces, como tengo un descontento muy grande con el gobierno nacional y me surgiría referirme negativamente a él, tengo siempre que tratar de progresar, de superar esa coyuntura. El truco de ese sistema de la política convencional es jugar al choque. No hay que pisar el palito. Tenemos un problema. Me gusta más la imagen amplia que nos permite entender que el problema no son los Kirchner sino nosotros, que hace muchos años ponemos en los lugares centrales a personas que no trabajan por el bien común.
-Hay algo que es cierto: los dirigentes no son de probeta. Surgen de la sociedad. ¿Nos representa fielmente el kirchnerismo?
-No podríamos decir eso sin ser un poco excesivos. Un país es un montón de componentes distintos y esta línea de pensamiento que ocupa el gobierno nacional es nuestra, pero no es la única y tampoco es la más representativa actualmente. El gobierno que venga va a ser un gobierno superador, sea cual fuere. Este gobierno nos sirvió para aprender que, por ejemplo, el valor de las instituciones no es una mariconada, como tendíamos a creer. No es un formalismo sino algo importante y vamos a evolucionar hacia un mayor respeto de las instituciones.
-Para lo que viene, ¿por qué Macri es la persona adecuada?
-Es la opción que más me gusta. Nunca conocí en la política tan buenas personas, tan bien dispuestas y tan capaces como en ese grupo. Veo mucha calidad y buenas intenciones. Errores, por supuesto, se cometen, pero conviene aprender que un gobernante o un equipo de gobierno no tiene que plantearse como infalible. No se trata tanto de ganar las discusiones sino de lograr un trabajo común y de consultar si hay cosas que no se saben. Hay que mostrar la hilacha: un gobernante no tienen que plantearse como la persona perfecta. Eso ya no es creíble. Tal vez pertenecía a la escenografía de otra época. La crisis de la política no tiene que ver con ninguna decadencia sino con un cambio social muy fuerte que todavía no termina de asimilarse. Complementario de esto es la idea de que el concepto de pueblo es fascista porque supone amuchar a la masa humana para volverla de algún modo manipulable y para cumplir con un rol muy limitado en la generación del juego político. Hoy no tenemos pueblo, tenemos personas, individuos. Esto cambia completamente el juego de la política. No se trata de hacer representatividad respecto de una masa indiferenciada, sino de responder a necesidades de personas que quieren vivir, desarrollar sus proyectos, crecer. Antes el individuo no existía, las personas se preguntaban qué debo hacer. Hoy la pregunta es qué quiero hacer. Es un cambio muy valioso que tiene que ver con una gran revolución que representan más Los Beatles que la izquierda, una revolución cultural que está también muy presente en ese gran logro humano que es Internet.
-Su papá es el típico intelectual de izquierda. ¿A él no le molestó su adhesión al macrismo, más vinculado con la derecha que con otra expresión ideológica? ¿Modificó esto su relación con él?
-Toda relación entre padres e hijos tiene equívocos. Es un choque cultural. Los padres siempre representan un mundo y los hijos necesariamente representan otro. La relación con mi papá no está exenta de este desajuste. Igual, siento que soy fiel a ciertos principios básicos que son suyos y que yo creo míos, y nuestra relación sigue siendo la amorosa relación de un padre y un hijo que se quieren y que se ayudan.
-¿Y no discuten de política?
-No nos dedicamos a eso.
-¿A propósito para no entrar en cortocircuito?
-(Se queda en silencio).
-¿Nunca existió esta charla donde su papá quizá le criticó su adhesión a Macri?
-No voy a pasar de acá. Hay cosas que son íntimas. Estoy respondiendo todo lo que puedo públicamente.
-Me llamaba la atención este juego que se establece entre un padre de izquierda y un hijo que se convierte al macrismo.
-Este… me gusta mucho la idea del macrismo-leninismo.
-¿Qué es eso?
-Es una corriente que inventamos medio en joda y medio en serio con [Hernán] Lombardi y [Mariano] Narodowski. Si uno intenta explicarla seriamente, la idea es que mucho de lo que se quería conseguir por la vía del desarrollo de la izquierda termina siendo mucho más real y accesible por un grupo de personas que superan la distinción entre izquierda y derecha, que no juegan ya a esa política vieja y que tratan de ocuparse de las cosas de un modo más efectivo, como es la caracterización correcta de Pro. Puestos a tratar de solucionar el tema de la pobreza en la Argentina, debatir ideológicamente es perder el tiempo, es no querer hacerse cargo del problema. Entonces, macrismo- leninismo es decir «vayamos realmente a solucionar lo que queremos y démonos cuenta de que la opción muy impregnada de ideología termina siendo un obstáculo».
-Igual, a Macri siempre lo persigue la sombra del tipo de derecha que está estigmatizado por su fortuna, por su estilo de vida.
-Ahí, el tema de fondo es más una cuestión psicológica que ideológica. El pensamiento social argentino no se lleva muy bien con la riqueza. Siempre que hay riqueza la considera mal habida. Y considera que, de alguna manera, la pobreza es buena. Como si ser pobre fuera ser bueno… Una mentalidad de ese tipo lógicamente va a producir pobres, va a producir pobreza. El populismo es un fenómeno político determinado por la producción intencionada, aunque inconsciente, de pobreza. Y esa es una tara que tenemos que superar. Mauricio es una persona de fortuna. Desde otro punto de vista, hasta es más valioso que una persona en esa circunstancia se ponga a tratar de participar de la solución de los problemas nacionales.
-Claro, podría estar disfrutando de su dinero sin necesidad de complicarse con la política.
-O dedicar sus capacidades a hacer más plata. Y, en cambio, le agarró esto. Para querer ser presidente, una persona tiene que tener alguna especie de patología. Es así acá y en todos los países. El problema es enganchar alguno que sirva. Que tenga esa patología pero, al mismo tiempo, que nos sirva a nosotros para desarrollarnos como sociedad.
-¿Hay que estar un poco loco para querer ser presidente?
-No sé, es medio un chiste y medio una verdad. No me imagino jamás queriendo una cosa así. Quiero algo mucho más íntimo, más tranquilo, pero me gusta que haya gente que quiera eso. Es como ser médico: yo no lo sería, no visitaría cadáveres para ver de qué están hechos, pero necesitamos que haya locos que sean médicos. Podríamos definir que el rol social que uno cumple tiene que ver con el modo de su locura (risas). El periodista está metiéndose en la vida de todos, queriendo ver qué pasa en todos lados, y tiene que haber de ésos. El filósofo tiene muchos problemas con la realidad y se va lejos. Tiene que irse a las categorías, pensar que es distinto, despreciar un poco a todos e irse solo.
-En uno de sus artículos, usted dijo que Cristina Kirchner es una «autoritaria crecida en el mundo del Proceso, al que reproduce aunque intente y diga que lo combate, porque lo lleva adentro». ¿No se le fue la mano?
-La visión del gobierno nacional es una visión de gente del Proceso, por más que se suponga que hayan sido las víctimas, algo que incluso habría que poner en duda. Su mentalidad es del Proceso, autoritaria, corrupta, mentirosa y, básicamente, con falta de amor. La crítica más ingenua, pero más certera posible, es que es un movimiento con falta de amor por el país, por la gente, por la vida, por la naturaleza, por el mundo. Muchas de las cosas que intentamos pensar en términos políticos tendríamos que pensarlas en términos psicológicos. De la misma manera, la política, en su transformación, tiene que abrirse a esas perspectivas. Entonces no es tan relevante si una persona es de izquierda o de derecha porque eso ya no quiere decir nada. Sí es relevante si es un megalómano, un paranoico, un neurótico normal tirando a sano… Hay en la Argentina una gran corriente de resentimiento y de enajenación que podrías explicarla aludiendo a la historia dura de ciertos sectores, pero todos los sectores de todos los países han tenido historias duras. También se puede aludir a ciertas posiciones existenciales, visiones del mundo, formas de enfrentar los problemas. Yo puedo enfrentar los problemas diciendo que son culpa del sistema o diciendo que son míos y que tengo que hacer algo con ellos. Esa delegación para generar la visión de un poder que te obstruye es una posición muy querida por un montón de políticos. Es poco sabio y poco realista. No nos enceguezcamos con el fenómeno del kirchnerismo: en la Argentina están pasando muchas otras cosas. Por eso la idea del amor, aunque parezca tan zonza, es fundamental incluso para interpretar fenómenos políticos. El mundo de la política oficial es un mundo sin amor, en donde las relaciones incluso entre ellos son de mucha tensión. No hay amor. Y amor es también posibilidad de entenderse, de acercarse, de ser empático, de intercambiar.
-Quizá también por eso usted es macrista. El jefe de gobierno apuesta al amor y se va a volver a casar a fin de año. (Risas.)
-Sí, me gusta que le busque la vuelta a su vida romántica.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Macrismo-leninismo es liberalismo con pinchadura de teléfonos. ..
Realmente, no compro a este payaso.
Si comprar implica llevarse todo… obvio, no me interesa el combo…
Sí me parece lúcido el análisis deconstructivo del kirchnerismo…
En un post pasado me desaparecí sin comentar. He estado sin tiempo. Hace una semana más o menos escribí una tontera que iba a poner para justificar porque me borre así de la charla, pero como no me digne a escribir nada pasable para el otro post, tampoco puse la tonta justificación. Lo que sigue es esa tonta justificación… me da un poquito de vergüencita ponerla, porque es una tontera de verdad, pero bue, “que le hace una mancha mas al tigre”.
Lo he dejado tal cual lo escribi, medio a las apuradas, solo una aclaración: No me denuncien al INADI, el ciego es mi amigo antes que ciego y además, él me dice cosas peores!. Segundo, Ya se me paso el duelo.
Ya sé que el blog no tiene nada que ver con cuestiones políticas, pero mal que nos pese, son cosas que a todos nos competen un poco. Para mí y creo para todos los que nacimos con (o un poco después) de la recuperación de la democracia en nuestro país, la política era, en síntesis, una vulgaridad sofistica (en sentido, despectivo que en última instancia adquirió el termino) y parlanchina que solo sirve para mantener entretenida a la gente mientras el jugo de intereses y de poder se entreteje por debajo (o por encima) de todo ese circo. La presidencia de Kirschner me sorprendió y lejos de eliminar en mi ideario está acepción instalo, por lo menos en mí, una segunda acepción que sitúa a la política como instrumento de ejercicio de poder (no como mero títere) y que dicho ejercicio puede ser funcional a intereses que considero más loables, mas vinculados al “bien común” – o lo que yo entienda por “bien común”…la idea misma de bien común me hace ruido, pero eso es arena de otro costal, acá lo que importa es que puedo argumentar respecto a que tal o cual curso de acción es mejor que otro, “defender un modelo” como se dice y eso nunca me había pasado con un gobierno -., Así que la muerte de este buen señor, si bien no me puso desconsoladamente triste me conmovió bastante y lo lamente bastante – paradójicamente la principal objeción que tenía a este gobierno dejo de existir junto Nestor, a saber: la perpetuación en el poder mediante la alternancia ya no es posible por razones constitucionales- así que aproveche una oportunidad que se me presento para viajar gratis a Buenos Aires (tengo un amigo ciego y con algún trámite administrativo, se puede ser “acompañante de ciego” je, lo cual equivale a un free pass a muchos lados…en los boliches no, pero bue). La cosa es que pensaba en el viaje que esto iba a ser lo más parecido a una cancha de futbol y bue, no he estado nunca en una cancha de futbol, pero creo que debe ser parecido. La verdad, ta buenísimo!, te sentís parte de algo, sos masa, sos masacote y es imposible no dejarse llevar por canticos y consignas, insisto, ta bueno. Es completamente impersonal y a la vez muy propio, es también la antítesis de lo que anteriormente refería como “inevitable” (y que ya encontrare momento para intentar explicar). En fin, el ciego quería saludar a Cristina – fue todo el viaje pensando las palabras justas – pero no pudo y se tuvo que conformar con Máximo, yo quería… saludar a la hija y tampoco puede, pero bue, igual estuvo bueno.
A la vuelta en el bondi venía leyendo un librito que case a las apuradas, una especie de recopilación de cartas de soldados alemanes en estalingrado (una especie de revista “pronto” para el que no le gusta la revista “pronto”). Nada que ver, pero había algo que contaba una supuesta carta que me pareció interesante: “el soldado alemán es propiedad del Estado alemán, se prohíbe terminantemente el suicidio” je, esa era una directiva que contaban se había dado en las últimas semanas antes de la rendición, Nada que ver insisto, pero bue… me hizo ruido esto de ser propiedad del Estado y la especie de sensación de “libertad” que esto puede generar.
Gabi. Todavía en impersonal duelo.
Te debo un comentario Gabi, está lleno de estímulos lo que decís, pero hasta el jueves estoy medio loco. Igual te prometo algo… entonces.
Rozitchner me parece nefasto. El ser inteligente y preparado lo hace más peligroso. Me parece que su «ideología» que es la del hedonismo-consumista-liberal-moderno es la que pinta el P. Castellani como la del Anticristo. Incluso asumiendo categorías cristianas secularizadas, como cuando ahora habla del «amor». ¿Por qué en Argentina no habrá «derecha» en serio?
Otro tema, Don Psique. Siempre tuve que el «paternalismo» en política era una idea cristiana. Del Rey bueno, sabio, fuerte y providente como imagen de Cristo, etc…
Veo que piensa distinto…
¿Se podrá explayar un poco más?
Juancho.
Puedo hasta coincidir con tu opinión sobre Rozitchner, estimado Juancho, lo que no puedo es coincidir con tu actitud. Que yo tenga una opinión global sobre algo o alguien no me puede impedir hacer contacto con lo verdadero que ese algo o alguien tiene para decir (y lo que es más importante, no me puede impedir el hacer contacto con el portador de esa semi-verdad). Es muy adolescente esa actitud, muy de blancos y negros, muy dicotómica… perdoname, y no es contra vos, me parece muy inmadura. No es algo tuyo… la mayoría de los conservadores nacionalistas derechosos tienen el mismo problema… y ahí está tu respuesta a lo que vos preguntás, ¿por qué no hay una derecha en serio?, porque los intelectuales de derecha que tenemos ejercen esta dicotomía, no tienen paciencia para bajar al campo de batalla, ensuciarse con el barro, la mugre y la porquería del enemigo y rescatar lo rescatable. Encontrar al enemigo exáctamente donde se encuentra, crear una relación con él que le permita abrir la puerta a la luz y no cerrársela con la etiqueta condenatoria «sos una porquería» (No porque con esta actitud vayan a conseguir grandes logros con el enemigo, que probablemente haya fraguado en su posición, sino porque así ellos mismos se vuelven más creíbles al resto de la sociedad. De un modo u otro la inmadurez se percibe y todo el mundo le termina huyendo, aunque pueda parecer simpática en algún momento). No, por el contrario, le ponen un título «es una basura» y listo, se quedan de lo más tranquilos en sus mullidos sillones, charlando con los que más o menos piensan como ellos. Se olvidan del evangelio: «Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman». Parafraseando, ‘Si dialogáis con quienes piensan igual que vosotros, qué merito tenéis… es lo que hace todo el mundo’. Así nunca habrá novedad ni eficacia en esa derecha de intelectualidad hiperdesarrollada y de estilo de vida interpersonal infantil y adolescentoso. Por otro lado Juan, como ya sabés, odio la estúpida distinción derecha-izquierda, te animo y te estimulo a que estudies y profundices en el tema para que erradiques de tu lenguaje, en sus estadios significativos profundos, tal distinción, o me demuestres que tiene sentido usarla, no ocasionalmente para poder entendernos como categoría común, sino para entender lo profundo de la realidad.
En cuanto al paternalismo, coincido con Tomás, el régimen político más perfecto es el mixto, que en algún lado leí hace mucho tiempo es el que más hace partícipe al ciudadano de las decisiones del gobierno. Es decir el que más lo hace protagonista. De iluminados y mesías políticos salvadores de la patria tenés ejemplos absolutamente inútiles en la historia argentina. Yo no quiero paternalismo, quiero funcionarios, que controlemos al máximo posible, si tienen carisma y mueven hacia algo mejor, bienvenido sea, pero que el carisma no los vuelva paternalistas, entonces prefiero un puro funcionario gris que hace lo que tiene que hacer y basta.
Psique:
Gracias por tu comentario. Seguro que soy inmaduro para un montón de cosas. Encuentro particularmente irritante a esta persona, lo que hace que mi reacción sea mas emocional que racional.
Sobre el uso del término «derecha»: con eso quiero decir una política que no sea antitradicional, destructora de la familia, que ignora o ataca la religión, que promueve el aborto, las uniones gay, que valora las fuerzas armadas, etc… etc… No tengo tan amplio conocimiento en ciencia política, no conozco mejor palabra que «derecha» para esas posiciones, y creo sirve para darme a entender.
Sí creo que el uso de derecha / izquierda se ha confundido, y por eso Página 12 llama a Macri «derecha» cuando me parece que no corresponde, desde que votó por las uniones gay. La derecha «dura» ya no existe más, al menos en Argentina, a no ser minúsculos grupos.
Juancho.
Seguí profundizando en el origen nocional de la distinción de derecha-izquierda, los nazis era derecha dura… si las hay… y sin embargo no cuadrarían para nada en lo que describís. La categoría es en sí inútil… totalmente relativa… y aplicable de un «x» en particular en relación a un «y» en particular. Podemos usarla descriptivamente, o simplemente para entendernos, pero, al menos en mi caso, jamás la uso como un vehículo nocional profundo. Lo mismo me pasa con la «sublimación», por ejemplo.
Juancho:
creo una cosa es paternalismo y otra paternidad. Aquel disimula su «hijismo crónico». Éste te zampa un rebencazo con el mayor de los cariños correctivos.
Isabel era un madrazo. Politicaza y padraza. Estadista consumada, de sangre. Curtida por la organización de los fueros.
Y sí. Prefiero el orden, la organización política, aunque sea mínima.
Tomás llamaba oeconomia la virtud moral de la casa ordenada.
¿A qué Isabel se refiere?¿Perón?
Encontré el texto Juan: Tertio est de ratione legis humanae ut instituatur a gubernante communitatem civitatis, sicut supra dictum est. Et secundum hoc distinguuntur leges humanae secundum diversa regimina civitatum.
Quorum unum, secundum philosophum, in III polit., est regnum, quando scilicet civitas gubernatur ab uno, et secundum hoc accipiuntur constitutiones principum. Aliud vero regimen est aristocratia, idest principatus optimorum, vel optimatum, et secundum hoc sumuntur responsa prudentum, et etiam senatusconsulta. Aliud regimen est oligarchia, idest principatus paucorum divitum et potentum, et secundum hoc sumitur ius praetorium, quod etiam honorarium dicitur. Aliud autem regimen est populi, quod nominatur democratia, et secundum hoc sumuntur plebiscita. Aliud autem est tyrannicum, quod est omnino corruptum, unde ex hoc non sumitur aliqua lex. Est etiam aliquod regimen ex istis commixtum, quod est optimum, et secundum hoc sumitur lex, quam maiores natu simul cum plebibus sanxerunt, ut Isidorus dicit.
Traducción de la Bac: las leyes humanas se dividen a tenor de las distintas formas
de gobierno. Ahora bien, la primera de estas formas, según dice el Filósofo en
III Polit.25, es la monarquía, en la que el Estado es gobernado por uno solo. Y en
este caso tenemos las «constituciones de los príncipes». Otra forma de gobierno
es la aristocracia, en la que mandan los mejores o nobles, y a la que corresponden
las «respuestas de los prudentes» y los «decretos del senado». Otra forma de
gobierno es la oligarquía, es decir, el mando de pocas personas ricas y poderosas,
y en este caso se habla de «derecho pretorio», que también se llama «honorario
». Está luego el gobierno del pueblo, denominado democracia, que da lugar a los «plebiscitos». Hay también un régimen tiránico que, por ser completamente
corrompido, no da nombre a ninguna ley. Y existe, finalmente, otro constituido por la combinación de los anteriores, que es el mejor, y que da lugar a aquella ley que los ancianos y la plebe conjuntamente sancionaron, según la expresión de San Isidoro
Supongo que Juancho se refiere a Isabel la Católica, porque hace referencia a los fueros, y además, nadie en su sano juicio, me parece, podría calificarla de politacaza y padraza…
perdón, el Mago Capria era el que se refirió a Isabel
tenés razón Cande, ja ja, sí pensé que se nos había chiflado el comentarista y pregunté por las dudas. Ni se me pasó por la cabeza la Católica….
Sí, a la de Castila me refiero. Y Perdón lo oscuro de la referencia.
Quiero decir que el gobernante, a mi entender, puede muy bien ser considerado «padre» de la nación, pero en un sentido analógico. En virtud de la justicia que le toca administrar en la res-publica, digamos, o en la forma que se dé la organización social.
Lo cual no tiene nada que ver con el paternalismo, una deformación más bien de lo primero. Ejemplos de tal deformación sobran. Si no, miren las millares de larvas que laburan de hormigas limpiadoras a fuer de planes. Hijos consentidos, y de la peor calaña. Porque son hijos de la madre primera, de la patria. Residuos abortados de la matriz social.
Los peor mal-educados que hay.
Saludos guachos.
Si si, soy una rata… le saco fotocopias a los libros… y encima de otras facultades, bue… hay males peores.
Me fotoafane la «filosofía del derecho» del catedrático, solo para dejarlo que se llene de polvo, y algún día lo agarre, pero lo hojeé un poquito y en una de las primeras páginas me encuentro con lo siguiente: “Estado”, nos dice, “como realidad en acto de la voluntad substancial es un objetivo propio absoluto, inmóvil, en el cual libertad obtiene su valor supremo, y así, este objetivo final tiene un derecho soberano respecto a los individuos, cuyo más alto deber es ser miembros del Estado”…
Me quedaría un rato escribiendo, pero ya me dio sueño.
Otro día.
Confieso que le tengo tirria a Rozichner, pero es una tirria fundada. Sigo el blog de él desde hace tres o cuatro años. Se sabe su Nietzche, hace de profesor de energía, expande su ateísmo (tiene un libro con su mujer sobre cómo educar niños ateos), maneja la impunidad típica de su estirpe y tiene algunas ideas creativas e iconoclastas. Just so.
Yo la verdad que lo que primero leí de él es la nota esta que está en el blog…
Yo lo escuchaba cuando era columnista de Grondona y ví en las librerías su libro de consejos para padres que quieren educar hijos ateos.
Escribe también algunas columnas en la Nación.
Algunas cosas verdaderas dice, como todos, pero la tónica es completamente laica, atea, prometeica… quisiera adjetivar más; me abstengo por respeto al dueño de casa.
Juancho.
Podés leerlo en cienvolandoblogspot.com. Es curioso, pero lo leo. Lo dicho, es un profesor de energía, un provocador de ideas superficiales, un turrito. Célebre su frase ante el derrumbe y muerte de una persona en el famoso gimnasio «ahora descubrí que a los bolivianos (se había muerto un boliviano) los quiero un poco».
En definitiva, el clásico judío argentino inteligente que estudió en el Nacional Buenos Aires. El valor agregado es que es liberal de padre troskista, aunque a su modo, no tiene mayor ideología, eso lo hace interesante a veces. Y ateo militante, pero eso es más políticamente correcto.
Sí no me sorprende lo que me decís, por otro lado la filosofía en la posmodernidad se ha vuelto puro decontructivismo, y el decontructivismo puro cansa, es adolescentoso, mediocre, no entusiasma a nadie y termina desencantando. Todos en el fondo necesitamos de asertividad para obrar, cada acción nuestra es pura asertividad in actu exercitu.
Una anécdota.
Aquí en mi provincia, San Juan, se hizo una olimpiada de filosofía para alumnos de secundario. Una amiga me pidió que moderara el trabajo de uno de sus alumnos. Lo hizo sobre el dialogo, en una estructura asertiva, con la deconstrucción justa y necesaria. Ganó por robo, 95 puntos contra 50 del segundo, ni hablar de los demás…
El jurado estaba harto de toda la deconstrucción que fascina a los adolescentes…
Le pusimos un poco de asertividad y la compró toda…
Respecto a los postmodernos, creo que coincido con P&E.
Cuando se trata de la crítica a la modernidad, los posmos pueden decir cosas interesantes e incluso abrirnos los ojos ante cosas que habíamos pasado por alto. Pero cuando se ven obligados a pasar un poco al terreno de las propuestas (digamos así para simplificar), comienzan con las contradicciones y parecen el perro que se quiere morder la cola. Me pasa algo parecido con Tomás Abraham (creo que se escribe así), que me parece de un nivel un poquito más elevado que el de Rozitchner.
Dicho esto, me parece que algunas críticas de los postmodernos al Estado moderno liberal, en la línea de un Foucault por ejemplo, son muy sustanciosas. Y, curiosamente, coinciden con cositas que podemos leer en la correspondencia de un J. R. R. Tolkien.
En cualquier caso, me quedo con la frase que P&E usa como título y que me reitera en mi posición en pro de la monarquía cristiana tradicional, que al menos resuelve esta «patología» de querer ser presidente. Como dijo alguna vez C. S. Lewis, aún el más tirano de los monarcas medievales nunca alcanzó el poder que hoy tiene sobre nosotros un funcionario del fisco o de correos.
Asumo todo lo que dice Coronel, es tal cual. Dejando de lado el tema de la monarquía, que para mí hay una equivocidad importante de términos. O limitación importante de mi parte, yo entiendo por monarquía nada más que lo que Tomás entiende por monarquía, tal vez debería tener una cultura política y sociológica más importante para hablar del tema.
Sí, el ser humano es raro. La certeza empacha, la duda genera anorexia. Sólo la verdad alimenta.
Lo pongo en mi conjunto estable de frases del Blog… muy buena…
Sentite libre de opinar como quieras Juancho, además te agradezco por tu comentario, me dio la oportunidad de pensar y poner en palabras la raíz de la esterilidad conservadora, se me ocurrieron más cosas todavía, gracias a tu comentario, en algún momento las pondré por escrito.
Ludovicus, su frase me deja más perpleja aún de lo que estoy habitualmente: porque, la certeza ¿no viene a ser algo así como la verdad cuando se ha apropiado de mí, y por lo tanto, la he subjetivado? perdón, poque esto debe de ser herejía para una concepción realista, pero así lo veo. De todos modos, a tan poca verdad podemos acceder…
Cande
Anoréxica
Estimada, usé la palabra certeza en sentido despectivo, como la gula de la evidencia. Pero sí, tiene razón, certezas las justas, claro que sí.
Toto corde
Gracias, Ludovicus, sí, en realidad, quedaba claro que estaba usando así el término; igual, son pocas las certezas, las justas, como dice, a las que accedemos o dejamos que nos tomen, ¿no?; bah, tal vez, en realidad, no tan pocas, al menos en el día a día; pero si vamos a analizarlas un poco, nos damos cuenta de que muchas son sólo conveniencias. En fin, no sé…