Quien posee su propio «porqué» de la vida acepta casi todo «cómo». El ser humano «no» aspira a la felicidad. Eso es algo que sólo hacen los ingleses.
La primera máxima usada repetidamente por Victor Frankl y la escuela existencial de psicología.
Interesante la dialéctica que establece entre felicidad y tensión por el fin, afirmando exactamente lo opuesto a Aristóteles: «Todo hombre busca ser feliz». Seguramente la respuesta debe pasar por la semántica de los planos intentados en el fin: consciente/inconsciente, objetivo/subjetivo, implícito/explícito. ¿Alguien se anima a integrar ambas afirmaciones contrarias?
¿Por qué los ingleses? Hasta ahí no llega ni mi cultura, ni mi conocimiento de Nietzsche… Espero aportes, desde lo cultural, o desde lo erudito-nietzscheano…
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Para empezar, me parece que cualquier consideración cobre el pensamiento de Nietzsche debe partir de un dato real no poco significativo: no era filósofo, sino filólogo. Y cualquiera de los que venimos del mundo de las letras, sabemos que el filólogo, por más que coquetee con la filosofía, es filólogo.
En el caso particular de Nietzsche es su capacidad de fluidez entre pensamiento y lenguaje, su capacidad de apuntar a la idea con frases sugestivas, pero también su capacidad de suplir una idea con frases sugestivas. En eso es un maestro: ahí donde a primera vista te parece que hay un redondeo conceptual o una definición, ahí mismo hay un golpe de efecto, más sobre la psicología del lector que sobre el intelecto de este. Y eso se debe también a su capacidad de condensación mental, su capacidad para la frase lapidaria o el comentario cortante: una perfecta combinación entre mentalidad germánica y una relación amor/odio con el budismo, del que da cuenta en varios de sus escritos.
Lo otro que hay que tomar en cuenta es su posición claramente elitista y aristocrática respecto del conocimiento y de la vida en general. El superhombre nietzscheano nace, precisamente, da la conciencia de poder, y de la destrucción de todo lo que limite o desvíe ese poder: piedad, caridad, religión, moral. Son todo límites a la voluntad de dominio de las cosas, excusas de hombre débiles, por tanto deben ser desterradas del hombre, sin ningún tipo de conmiseración.
No es de extrañar entonces que el fin admita cualquier tipo de medios, cualquier cómo, prescindiendo de cualquier traba o límite, del tipo que sea.
Ahora, bien, me pregunto yo, si al usar esta frase, Frankl no está mentando más su propia experiencia en el campo de concentración que la licitud o no licitud moral de los medios. habría que ver cómo la desarrolla en distintas circunstancias, y si el no está dando por implícita la diferencia entre los medios para el fin, y las circunstancias.
Es decir: si mi fin es hacer feliz a alguien que me quiere, quizá no importen las circunstancias que tenga que vivir; pero sí importa lo que haga o deje de hacer en esas circunstancias. Porque si las acciones que uso como medio me envilecen, por más eficientes al fin que sean, lo más posible es que esté traicionando el mismo fin, pues al envilecerme la persona a la que quiero hacer feliz, se siente precisamente infeliz de verme actuar o no actuar de tal o cual manera.
Que el fin condiciona (no determina) los medios, es innegable; pero también lo es que los medios pueden traicionar su fin, si no están regulados por un pauta moral superior a si mismos. Pauta que en definitiva hace que el bien buscado sea, precisamente, un bien. En este caso: la felicidad.
A ver, también podríamos cuestionar si es válido tomar «la felicidad» así, en abstracto, sólo como una entelequia, porque ahí sí, dejás la puerta abierta a cualquier tipo de divague subjetivo y nisiquiera tendría sentido ponernos a hablar de si la gente busca o no la felicidad …. como los ingleses.
Y respecto a los ingleses: qué se yo! En lo poco que los conocí no tuve muy buenas impresiones, así que les puedo atribuir casi cualquier cosa heroica o desquiciada. Mejor no opino.
Milko, acostumbrado a la visión de Frankl, ni se me había pasado el costado maquiavélico que ponés de relieve. En realidad lo que apunta Frankl es a la unificación de las tensiones anímicas que implica tener un «porqué», quien tiene un fin y está tenso por el fin, se las rebusca para vencer todo obstáculo y para encontrar los «como» llegar a ese fin. A Frankl ni se le pasa por la cabeza que el fin justifica los «como», no, no es eso, sino que el fin da las energías para encontrar los «como» superar los obstáculos.
Me gustó mucho el comentairio de Milko… en este momento tengo en mis manos «Más allá del bien y del mal» y cuestión de abrirlo al azar para encontrar un aforismo que te deja «carburando» un buen rato, ya sea por lo agudo, lo chocante, etc… pero me quedado pensando el tema de los ingleses y por ahora no tengo una respuesta… lo único que he podido advertir de la lectura de Nietzsche es que franceses e ingleses cobran por igual, con los comentarios lapidarios de de don Friedrich.
Nich tiene sus reservas para hablar de la «felicidad», ya que eso remonta a toda la tradición filosófico-cultural que de alguna manera quiere desmantelar… suele hablar más de camino, proyecto, etc siempre acentuando «lo por hacerse» más que «lo dado».
Es por eso que la frase inicial yo la pondría en paralelo con la aparece en el aforismo 133 de Más allá…. «El que no sabe hallar el camino de su ideal, vive una vida más aturdida y frívola que el que no tiene ideal»
Ah, entonces sí es posible que esté pensando en su experiencia de superviviente.
Lo del lado maquiavélico no lo entendí che.
Sí, ciertamente pensaba en esa experiencia, el tenía algo por lo cual vivir y por ese algo encontraba los «como» superar esa situación.
maquiavélico = el fin justifica los medios, no le había visto ese costado a la frase de Nietzsche, que vos sí lo viste.
Oscar, creo que el tema de la felicidad sí o no, pasa por ponerla como objeto (explícito, consciente) de la búsqueda del hombre, ahí tiene razón Nich (es lo mismo que dice Kirk: ‘La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más’). Por otro lado definiendo la búsqueda de la felicidad como tensión implícita e inconsciente de toda actuación humana, no hay drama de darle la derecha a Aristóteles. Ambas afirmaciones se integran en una visión superior no sincrética, sino armonizante.
Ahh… Nich le pega a todos por igual, ingleses, franceses y sobre todo alemanes… sería interesante saber por qué parecería que identifica a los ingleses como ponedores de la felicidad como objeto explícito….
Se me ocurre que lo de los ingleses puede ser un guadañazo a la concepción de la felicidad de Stuart Mill y la seguidilla utilitarista… como más tarde en el ámbito político dirá lo suyo Pöpper cuando critica las plataformas de los partidos que ponen a la felicidad como el fin del Estado… creo que en la Argentina algo sabemos al respecto
P&E lo de la felicidad y lo de Aristóteles… comparto en parte lo que dices, pero me gustaría pensarlo un tanto mejor. Estoy de acuerdo en que no se trata de sincretismo y es posible una arminización, pero hay un tema que me hace poner reservas: sería el motor o la pulsión de fondo. En esto difieren Aristóteles y Nich, para uno puede ser la aspiración al conocer, la felicidad, la contemplacción… para Nich es la voluntad de poder.
No sé… voy masticarlo un poco más
Creo que no importa cual sea el motor (por supuesto, en otros planos tiene consecuencias enormes), aquí el tema es que la felicidad, puesta como objeto explícito se desnaturaliza y desnaturaliza al hombre. La felicidad tiene que ser una redundancia no objetiva ni explícitamente buscada de la plenitud. Por supuesto, Aristóteles pondrá esa plenitud en el conocer, Nich en la voluntad de poder, Platón, y yo con él, en el amor. Pero no importando en qué se la ponga, cuando se la busca explícitamente como tal y no como redundancia de la plenitud, se está empujando una puerta que se cierra hacia adentro, en el decir de Kirk.
Acá vengo a meter mi cuchara, aclarando que nunca leí a Niesztche (o como se escriba), y ni sabía que no había sido filósosfo; gracias Milko, por tu pantallazo, me pareció muy acertado eso de los efectos sobre la psicología del lector, más que sobre su intelecto. Ni tampoco he leído a Platón, ni a Aristóteles.
Ja, ja, como Oscar pensé enseguida en los yankees (hijos de los ingleses) que en su constitución declaran algó así como que la felicidad es el fin que busca garantizar el Estado a sus ciudadanos, más o menos como el derecho de propiedad. La primera vez que lo leí me pareció tan disparatado como decir que les puede garantizar el amor, porque de alguna manera, medio vaga e inconsciente, identifico ambas realidades (seguidora anónima de Platón, ja, ja).
Y después está esa paradoja, de que si buscamos la felicidad como objetivo, se nos escurre como agua de las manos, y ni siquiera, porque ahí ya la habríamos tocado por lo menos. En cambio me parece más asequible pensarla como algo que es fruto de la plenitud. Pero ahí, ya se plantea la pregunta: ¿qué entiende cada uno por plenitud? o mejor, ¿qué vive cada uno como plenitud? (por otro lado, siempre limitada, creo, como todo lo humano).
Y perdón, pero como mi cuchara es cuadrada (cosas del fast food), no me quedó muy claro si la máxima pertenece a Niesztche, y solo la primera frase fue utilizada por Frankl, o qué.
P&E, nada como decirme algo, para que lleve la contra…
Pero bueno, mientras ustedes se devanan tan sesudamente los sesos una mañana de sábado, yo me recuperaba felizmente de mis trasnochadas consecutivas, y después me desayuno (en el sentido literal de la palabra), con sus posts y comentarios. Una buena compañía, un poco virtual, pero más valiosa, y cuánto, que la del diario…
A ver primero: Cande, no te hagas que pa pisar un Fast Food vos hay que rogarte, a menos que mañana comas conmigo en Burger, que nos promete la felicidad en una hamburguesa! (C.A.F)
Segundo nadie distingue entre felicidad y placer, y entre dicha y felicidad.
Si pensamos en Aristoteles , en Platón, en Santo Tomás podemos hablar de Felicidad, pero tenemos que entender nosotros, habitantes del siglo XXI, que la felicidad es la posesión plena del BIEN. O sea, cualquier cosa que no sea eso, es una copia o una imitación, si se acaba, no es felicidad es dicha.
Tercero, muchas referencias de Frankl se refieren a esa tendencia de su época pensando en nuestro amigo Freud, a buscar y perpetuar el placer. Eso es lo que nos tuerce a nosotros, la búsqueda desesperada de perpetuar lo pasajero. En un interesante pasaje Jack escribe en Más alla del Planeta silencioso, podemos ver esto:
«—Pero uno come todos los días. ¿Quieres decir que este amor viene al jross una sola vez en suvida?
—Pero le ocupa toda su existencia. Cuando es joven, tiene que elegir a su compañera, luegotiene que cortejarla; luego nacen los jóvenes; tiene que criarlos. Después recuerda todo eso, que hierve dentro de él, y lo transforma en poemas y en sabiduría.
—¿Y en cuanto al placer físico? ¿Debe contentarse sólo con recordarlo?
—Eso es como decir: ¡Yo debo contentarme con sólo comer mis alimentos!
—No te comprendo.
—Un placer sólo es pleno cuando se lo recuerda. Mbre, tu hablas como si el placer y el recuerdo fueran dos cosas distintas, y no es así: son una sola. Los séroni pueden explicártela mucho mejor que yo, aunque no decirlo mejor que yo en uno de mis poemas. Lo que tu llamas “recordar” es la última parte del placer, así como el craj es la última parte de un poema. Cuando tu y yo nos encontramos, el encuentro terminó enseguida; no fue nada. Ahora está creciendo algo a medida que lo recordamos, pero todavía sabemos muy poco de ese encuentro. El encuentro verdadero entre tu y yo será lo que yo recuerde de él cuando me acueste a esperar la muerte; lo que haya influenciado en mi vida hasta ese momento… Me has dicho que en tu mundo hay poetas. ¿No te enseñaron esto? »
Por otro lado esa búsqueda de perpetuar, es el desorden o torcedura de nuestra sed de eternidad, somos peregrinos, no nacimos para vivir en la tierra de sombras. Pero la entropía nuestra hace que nuestra tendencia se desordene, haciendo que fijemos el concepto o idea de felicidad (la total poseción del Bien) en otro Bienes, o en el placer mismo.
Ahora bien, Frankl, tiene la lógica del querer es poder, no del fin justifica los medios, como dijo Psique y Eros, Milko necesitas mas «Quien se ha robado mi queso» y menos filo… jejeje. Lo que quiere decir es que quienes saben porque luchan de modo subjetivo (o sea lo hacen carne propio) tienen la voluntad para hacerlo. Lo que concuerda perfectamente con la definición de la voluntad como apetito elícito racional. O sea la voluntad quiere lo que la inteligencia le presenta.
Y con respecto a los Ingleses, Me parece que Nietzche apunta a la búsqueda desesperada del Ingles del estado de felicidad en el que todo, incluso lo que no puede encajar encaje, no en vano beben desde los 10 años….