La formación de la personalidad
LAS ETAPAS DELA VIDA
En toda existencia, los años pasan, deambulan, transitan y van dejando su huella. Cada etapa, cada segmento histórico, tiene una significación especial, un sello característico; cada fase cuenta con sus propias posibilidades y su peculiar perfil. Pero en todas vibra el conjunto de la personalidad.
El niño, en pleno proceso de formación, va descubriendo el mundo que se abre ante sus ojos, desvalido de información y con todo por hacer. Ante el adolescente, sin embargo, se abre un camino de posibilidades: todo puede ocurrir cuando uno está en esa edad en la que empieza a vérselas con la vida. En la realidad del adulto, por su parte, ya hay datos objetivos para explorar y valorar su trayectoria. Y más adelante, en los tramos finales de la vida —aunque hoy se ha retrasado la vejez, que eufemísticamente llamamos «tercera edad»—, puede hacerse el balance existencial, que no es otra cosa que el propio debe y haber, el análisis de la contabilidad personal, en el que se barajan partidas muy distintas, ingredientes de muy diferente peso, que salen a la palestra y se valoran fríamente.
No debemos perder de vista que el ser humano es un animal descontento. Cualquier autoobservación excesivamente cartesiana resulta dolorosa, sangrante. ¡Cuántas cosas no han salido adelante simplemente por falta de tiempo o por no haber previsto algunos elementos del entorno! La vida, esa gran maestra, nos va enseñando nuevas cosas al ritmo de los acontecimientos que nos suceden, abriendo en el subsuelo de nuestra intimidad un pozo de sabiduría en el que se esconden y almacenan las vivencias. Esta sabiduría recibe el nombre de experiencia de la vida y consiste en darnos cuenta de que hemos vivido, que hemos sacado provecho, sufrido tomado nota de las habilidades y estrategias que necesitamos para sortear las dificultades y los errores propios del aprendizaje progresivo. Las travesías presentes de la existencia se articulan internamente con las pasadas y las futuras, dando lugar a una continuidad histórica que muestra coherencia y lucidez, sentido y claridad.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Its like you learn my mind! You seem to grasp a lot about this,
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few percent to force the message house a bit, but instead of that,
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