(continuación del anterior post)
El pensador suizo Romain constata que los jóvenes de hoy no valoran los conocimientos culturales y no están dispuestos a sacrificarse para transformarse en personas cultas. Lo que «se estila» es vivir en el instante, una actitud característica de los niños y los incultos. El que vive en el instante busca lo fácil, lo rápido, lo superficial, lo que no supone esfuerzos. Busca atajos.
Romain destaca que el gran «valor» de nuestros días es el “jeunisme”, algo así como el jovenismo, es decir, elogiar diferentes conductas y pensamientos sólo porque caracterizan a la gente joven. En la práctica, el jovenismo no está muy alejado del hedonismo, porque la cultura joven de nuestros días da mucha importancia al placer inmediato. Para Romain, el jovenismo tiene mucho en común con el voluntarismo, la idea de que si yo quiero que algo sea de cierto modo, la realidad se amoldará a mis deseos.
El pensador suizo se interesa por los cambios en la educación y nota que la escuela actual propone materiales «premascados», instantáneos, con lo cual fomenta las actitudes que él critica. En vez de avanzar en civilización estamos volviendo hacia atrás y cada vez somos más tercermundistas. Enumera cinco características de la educación de hoy:
– Pereza. Los alumnos ya no tienen que hacer tareas y rendir exámenes para poder seguir dentro del sistema educativo.
– Angelismo. Se supone que todos los alumnos son buenos, quieren estudiar, nunca destrozarían nada y todos dicen siempre la verdad.
– Victimización. Cualquier alumno puede considerarse víctima por una serie de causas. Muy pocos seres son tan afortunados que no puedan señalar ninguna circunstancia en su vida que pueda presentarse como problemática.
– Igualitarismo. Todos son buenos, todos tienen la razón y todos son iguales. Cualquier distinción es socialmente inaceptable. Si la realidad no corresponde a este credo, se rechaza la realidad.
– Relativismo. Todos los valores se consideran iguales, lo cual convierte en muy difícil para la escuela dar énfasis a los valores epistémicos.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
¿Esto es para encourager a los que nos iniciamos en la enseñanza en el colegio? ja, ja!!!
Me encantó! lo cual es una manera de decir, porque la materia en cuestión es triste…
La caracterización es asfixiantemente cierta y la gestión educativa de nuestro actual gobierno ha resumido sos 5 puntos en una palabra que me causa escozor cada vez que aparece en los textos enviados por el Ministerio: «inclusión»
Pd: palabra bastardeada si la hay.
El tema es más complejo de lo que se lee a simple vista… quizás sea necesario reflexionar en la tan mentada «obligatoriedad» escolar que lleva a alumnos, padres y docentes a no encontrar caminos en común para buscar el bien del niño-joven que hay que «educar»…. si partimos de la idea «todos somos iguales y debemos tener las mismas oportunidades», tendremos una escuela abarrotada de alumnos que «deben estudiar lo mismo aunque no les interese o no tengan capacidad para aprender esos contenidos que se enseñan»…ergo..nivelamos para abajo para lograr que al finalizar el año tengamos la mayoría de los alumnos aprobados.. si partimos de la idea de «educar sólo a los que tienen capacidad intelectual para aprender las ciencias que enseñamos en las escuelas», tendremos una escuela con pocos alumnos que realmente aprenden,..pero un gran grupo de personas de cada sociedad que se sentirán menospreciadas, desvalorizadas porque sólo el saber es para unos pocos elegidos y de aqui a la lucha de clases y enfrentamientos entre los de arriba y los de abajo,etc,etc….tal vez sea hora de pensar en escuelas que promuevan las diferencias y el desarrollo personal con respecto a las distintas capacidades que todos tenemos: escuelas de arte, escuelas de ciencias, escuelas de deportes, escuelas de oficios, escuelas especiales…escuelas que tengan algunos años común para todos (por ej. la actual primaria) y que ésta sea la parte formalmente obligatoria para todos.. las demás a elección de padres y alumnos…pero claro..esto implica un gran salto de mentalidad social y económica, de una sociedad…