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Los primeros mecanicistas, hedonismo y empirismo
Con el empirismo inglés se rompe con el pasado. La importancia dada al asociacionismo y el hedonismo fueron los instrumentos que marcaron esa ruptu­ra patente en las obras de Hobbes, Locke, Hume, M.111 y tantos otros. Así, para Thomas Hobbes (1588-1579), las emociones están regidas por principios hedo­nistas; por tanto, la conducta está motivada por la búsqueda del placer y la evita­ción del dolor. El asociacionismo defendido por John Locke (1 632-1704). consi­derado el fundador del empirismo, instituye uno de los principales axiomas de la psicología, ya que la asociación entre estímulos, o entre estímulos y respuestas. son la base del aprendizaje y de muchas respuestas emocionales.
David Hume (1711-1776). un escéptico de la escuela empirista escocesa, rea­liza un análisis de las emociones que entra en conflicto con la posición común­mente aceptada: «el origen r juego de las pasiones están sontendos a un mecanis­mo regular,’ y de esta nuinera son tan susceptibles de un análisis exacto como lo son las leyes del movimiento» (Humo, 739, pág. 7), En la obra de fíame. ideas y creencias representan un destacado papel en la génesis de la emoción, que es entendida corno un tipo de sensación caracterizada por la agitación física, que él denominó «impresión», cansada por la agitación de los «espíritus animales-. Estas impresiones pueden ser plácidas como los sentimientos morales, o bien agitadas como la fra. Especial interés despierta para nosotros el origen de las emociones Oil la obra de Hume, al entender que éstas pueden derivarse tanto del dolor como del placer causado por acontecimientos presentes y directos; mientras que otra cate­goría se produciría de manera «indirecta» por dolor o placer con el concurso de ciertas creencias sobre el objeto que las causa. De este modo. Hume añade, junto a la dimensión fisiológica (agitación física) de la emoción, una dimensión cognitiva.
El renacimiento
Especial repercusión tuvo la obra de Descartes (1596-1650), cuyo dualismo mente-cuerpo ha impregnado el pensamiento occidental hasta nuestros días. Para Descartes, la conducta humana es el resultado del alma racional, así como de los procesos irracionales del cuerpo: por el contrario, la conducta animal es automá­tica y carente de alma. Cuerpo y alma interaetúan a través de la glándula pineal y podía influir sobre el. movimiento de los espíritus en los nervios. Según Cocer
ApleY (1971 ), la concepción cartesiana sobre la conducta animal era mecanicista, influencia debida al comienzo de la moderna era científica y los grandes descu­brimientos en la física y la astronomía. En el dualismo de Descartes los animales. que no tienen alma racional. son puros autómatas, dependiendo su conducta de las fuerzas externas e internas que actúan sobre ellos; en el hombre, en cambio, interviene el pensamiento, determinando su conducta.
Descartes aborda detenidamente las emociones en su obra «Las Pasiones del Alma», entendidas como el fruto de la interacción entre alma y cuerpo. El alma, al interactuar con el cuerpo, produce la agitación de los llamados «espíritus anima­les» –pequeñas partículas sanguíneas– que podían mover los músculos y producir las emociones, y sus manifestaciones físicas. Es la percepción de la activación del organismo, debida a esos espíritus animales, lo que da lugar a la emoción. A jui­cio de Solomon (1993), 250 años después. James y René Decartes com­parten muchos presupuestos teóricos.
DARWIN Y LA EVOLUCIÓN
La obra de Charles R. Darwin. «El origen de las especies» (Darwin, 1859), supuso un cambio decisivo en la investigación del comportamiento. La orienta­ción de Darwin centrada en el hecho de que los animales sobrevivían y se reproducían porque ciertas estructuras permitían a las especies adap­tarse al medio ambiente, supuso que dentro de la biología, el interés se desplazará de la clasificación de los organismos a la especulación sobre cómo habían aparecido las diversas estruc­turas en los organismos y cómo funcionaban para sobrevivir.
Los planteamientos evolucionistas sobre la negación de una diferencia específica entre el hombre y los animales influyeron en la psicología, de tal manera que su interés sobre la mente derivó en explicar para qué sirve la mente, al tiempo que se abrieron interrogantes sobre la «eonducta inteligente de los ani­males’. y la «conduela instintilv dd hombre-. Aunque Darwin
había presentado un apoyo convincente a favor de la evolución biológica, el ámbi­to científico del momento necesitaba pruebas sobre cómo la mente había evolu­cionado. La repuesta de Darwin a este reto se dio en «La expresión de las enfocio­nes en el ¡sombre y los animales» (Darwin, 1872) cuya tesis esencial es que la emoción es una manifestación de la mente y que, puesto que tanto los animales como el hombre expresan emociones de naturaleza semejante en situaciones seme­jantes. este hecho debería probar la continuidad evolutiva de las expresiones emo­cionales desde las especies inferiores al hombre.
En su obra «La expresión de las emociones en el hombre y los animales», Dar­win ofrece tres principios a manera de interpretaciones comprensivas de las expre­siones emocionales, que son considerados vigentes en la actualidad. Su primer principio «ndbhos Miles asociados» reconoce en la expresión emocional su función adaptativa, desarrollada inicialmente por aprendizaje, para convertirse finalmente en un rasgo heredado y transmitido de generación en generación, Su segundo principio, de «antítesis», entiende la expresión conformada por categorías expre­sivas morfológicamente opuestas (así la expresión de alegría se caracteriza, entre otros rasgos por la elevación de la comisuili de los labios, mientras que la tristeza muestra un patrón expresivo antitético, descenso de las comisuras labiales); por Ultimo, el principio de -acción directa de/ .visiema noTioso», se refiere a la coor­dinación de los principios anteriormente expuestos, así como una asociación a mar­cados cambios fisiológicos que posibilitan la secuencia adaptativa expresiva (para una exposición más amplia, ver Fernández-Abascal y Chóliz, 2009).
Las formulaciones de Darwin supusieron, por tanto, un incremento en el. interés por el estudio de la emoción. Así resalta su carácter eminentemente fun­cional: la conducta emocional (principalmente la expresiva) tiene un valor y una función adaptativa para la supervivencia. De esta premisa se derivan numerosos postulados implícitos eu esta tesis, a saber: 1) La expresión emocional (funda­mentalmente facial) es universal: 2) Está determinada genéticamente; 3) Responde a un mecanismo que cumple. una .función comunicativa que favorece la adaptación del organismo ante situaciones de emergencia, incrementando sus posibilidades de supervivencia.
Sobre estas premisas, la tradición evolutiva se desarrolló constituyéndose como una fecunda línea de investigación, representada por las posturas neodarwinistas (Izard, 1977 Ekman, 1984: Plinchik, 1980, 1984; Tomkins, 1984). Estas teorías sostienen básicamente que las emociones: I ) Son reacciones adaptativas para la supervivencia: 2) Heredadas filogenéticamente y desarrolladas omogené­ticamente siguiendo procesos de maduración neurológica; 3) Con unas bases expresivas y motoras (en especial faciales) propias. 4) Universales. esto es, gene­ralmente compartidas por todos los individuos de todas las sociedades: v 5) Con­sideran que existe un número determinado de emociones discretas que varía según los diversos autores (véase el capítulo 2, para una revisión mas detallada).

Autor: Eduardo Montoro

Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.

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