Nunca dediqué un post
quiero dedicarlo a Gema
a quien siento como una hermana
pequeña que se me parece mucho
Leyendo un libro sobre la psicología adolescente de Peter Blos, encontré un texto que me sorprendió por lo claro que explica uno de los problemas en la formación de la identidad del adolescente… y del no tan adolescente:
La creencia del adolescente de que sólo si los progenitores modifican la imagen que tienen de él estará en libertad de crecer no hace más que destacar su persistente dependencia del suministro y la definición externos, hecho que podríamos caracterizar como «formación exógena de la identidad».
¡Guau!, me dije, ¡qué bien escrito, qué preciso y qué revelador!. Parece haber sido dicho por Tom Bombadil, no con palabras, ni con fórmulas, sino con puro verbo existencial. Seguramente es este otro de los aspectos de mi envidia y de la sana paz que me invade cuando simplemente me imagino a Tom cantando apaciblemente en la beatitud de sus límites.
-¿Qué me quieres enseñar ahora Tom?
– Lo mismo, con otras palabras, con otros colores y sabores… Mirá la gente a tu alrededor, mirate vos mismo, luchando contra algo o alguien para modificar la imagen que ese alguien tiene de vos… con la ilusión de que sólo entonces podrás abrir las alas, sólo entonces podrás crecer, sólo entonces podrás ser quien quieres ser, sólo entonces podrás ser feliz…
– Pero, ya no soy un adolescente, ya hace mucho que no lucho por conseguir una determinada definición de mis padres… y estoy orgulloso de ello… es mucho más de lo que la mayoría de los adultos puede decir de sí mismo… Ya estoy en paz con la realidad, dejé de luchar adolescentosamente con el sistema, dejé de pelearme con todo el mundo y hasta mi memoria ha mejorado reconciliada con los contenidos que asimilo. Busco siempre la tesis integradora, no la dialéctica estéril, sin por ello caer en ningún sincretismo. Viajo resueltamente y sin dificultades entre la tentación de la demagogia hacia el interlocutor y la de la construcción solipsista de teorías que nadie compra. No pierdo de vista el alguien con quien dialogo ni me dejo atrapar por él. Sigo llamando blanco a lo blanco y negro a lo negro, pago los costos, sobrellevo gustoso el estrés de separar con un bisturí el hiato propio de los contenidos, con la paciencia de diplomático chino de jamás perder en el camino al interlocutor, al cual siempre considero el emergente del diálogo, la perla que hay que cuidar en el contacto. No, mi estimado Tom, no, en eso puedo estar tranquilo, en eso crecí.. y no es poco, basta ver alrededor, basta ver a la mayoría de las personas, basta ver a mi pobre vieja de casi setenta años mendigando todavía la definición de su madre. No mi estimado Tom, en eso soy maduro, ya no libo ni me nutro de la definición de mis padres.
-¿Sí? ¿Te lo creés en serio? ¿No habrás simplemente perdido una “d” en el camino sustituyendo “padres” por “pares”…? Si estás absolutamente contento con la definición de vos mismo que has elaborado, si ya estás instalado en el más profundo edén de los límites de lo que puedes cambiar, si ya ni siquiera te importa lo que está afuera y no intentas definirlo para que no te devuelva la gentileza… ¿por qué te turban ciertas cosas todavía?¿No creés adolescentosamente que hay algo fuera tuyo que te impide crecer…?¿No has vuelto a darle las armas a tu enemigo pensando que necesitás algo de él?
– Sí, amado Tom, sí, ahí te doy la derecha, todavía mi canto del don diló es muy desafinado… o tal vez no lo suficientemente desafinado como para que no me importe… y simplemente cante, cante, cante y cante…
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Brillante post!!!….. Creo desde lo personal y particular que me caracteriza, que todos independientemente de la edad llevamos un adolescente como el niño que llevamos dentro… y digo fuerte;: Menos mal!!!!!!!!!!!!….. me parece que aún seamos maduros y pueda valerme por mí sin necesitar las definiciones de mis padres, de mis pares, en fin del afuera…. es inevitable para la escencia del Ser evitar contar con la mirada especular del afuera, que si bien coincido con vos llega un momento que no me define, pero si creo que siempre integra y completa….. es una necesidad de reconocimiento que todos llevamos y deseamos….. es el goce en el deseo complido!
Muchas gracias!
Tá buena la imagen del canto; si uno canta bajito, intentando que no se escuche por si desafina, seguro que sale desafinado; además, no te pueden corregir, ni vos te das cuenta de si desafinás o no; y la voz no puede salir, si cierro la garganta, canto para adentro, me achico, me encorvo, y me pliego sobre mí mismo. No es una cuestión de volumen, en realidad, sino de dejar que lo que está adentro salga. Si no sale, está; no puede no salir algo que no está, pero le pongo obstáculos para que salga.
Bueno, como toda imagen o analogía, no es perfecta, la verdad que la idea es no desafinar, sorry. Igual, en la medida en que oímos, es posible afinar, llevará más tiempo, pero es posible. Pero, bueno, hay que abrirse a escuchar el afuera y el adentro.
Ja, ja, me salió muy divagoso el comentario. Sin embargo, es cierto que la voz es una gran reveladora -a pesar de uno mismo- de quiénes somos, o de cómo estamos.
A algunos, nos puede haber ayudado empezar por ahí; aunque sólo sigamos en el empezando…
¡Y me gustó el post!
Cande
Lo importante es cantar, simplemente porque necesito cantar, a veces el ser lo suficientemente desafinado y sin demasiada esperanza de mejorar puede hacer que pierdas el respeto por los que escuchan…. y cantes….
Psique, una cosa que no entiendo, porque es que vos -o Tom, no se- entienden que hay una mejor formación de la propia identidad (o eso entendí) cuando “te quedas dentro del edén de los límites de lo que podes cambiar” y ni si quiera te importa lo que este afuera. Creo compartir eso de no intentar definirlo, pero eso de que ni si quiera te importe,no sé… me hace un poco de ruido.
En realidad es una frase dialéctica, puede ser que si la mirás en sí misma tenga algunos ribetes de los que se puedan sacar conclusiones no sanas. Lo que es dicho dialécticamente, es dicho contra algo y sin ese telón de fondo es difícil captar la intención principal de lo que se dice. Aquí está dicho contra el vicio de llenarse la cabeza con las cosas que no se pueden cambiar, y preocuparse constantemente por ellas, tipo «la injusticia en el mundo», y no preocuparse por las cosas del día a día que sí puedo cambiar ayudando con ello a paliar la «injusticia en el mundo». Por supuesto que la frase de Tom no va contra una solidaridad global, sino que la pone en su lugar, me duelo con todos los que sufren pero manifiesto este dolor con el tipo concreto y real que está al lado mío, ayudándolo, no simplemente declarando y recitando mi dolor… ¿se entiende?
Si si, se entiende… Ser feliz es estar contento y estar contento es estar contenido, apretarse fuertemente, por medio de la resignación, dentro de la horma de zapato que te toca, conservando eso si… la Esperanza. Decía más o menos un cuentito de Castellani.
Ha, Y Gracias!
lindo el post. … me olvide de lo importante, je je
Guarda Gabis, no es mera resignación, es podar lo que está demás…
Hola Eduardo, está buena la página. Felicitaciones!
… Si yo fuese una persona importante para vos, mis felicitaciones te darían algo? Si el comentario fuese negativo, te quitaría algo? jaja Si el cometario es agradable lo recibirías, y si es negativo lo rechazarías a modo de defensa? (podríamos cambiar: «una personas importante» por «una persona que amás», o «una personas de la cual dependés, por ejemplo, laboralmente, etc…)
Por otro lado, desde mi punto de vista, el ser humano es esencialmente un ser social, y en consecuencia, necesitamos del otro, en consecuencia a su vez, siempre hay un otro que influye por ejemplo en nuestro estado de ánimo, o incluso en nuestras deciciones… Tal vez el tema, nada original por cierto, es tener la «madurez» de tomar lo bueno de cada caso. Incluso podría ser un indicio o parámetro de «madurez», el tener o no, la capacidad de colar lo que viene del otro… Es simple la questión. Me interesa tu opinión?
Gracias Ezequiel, vos sí que sos el Tom Bombadil más despreocupado del mundo y sus alrededores que yo conozca… (hasta demasiado despreocupado te borrás un poco de tus viejos amigos… ja ja)
Más allá del reproche, sí mi estimado, coincido con todo lo que decís, el ser humano está construido esencialmente en una dimensión de alteridad, de relación con el otro, toda su función simbólica y hasta su libertad son posibles solamente en relación con el otro que me configura.
En eso el ser humano se construye casi a la Hegel tesis, antítesis, síntesis
Nace y absorbe del otro todo como si fuese un casette virgen.
Llega a la adolescencia y expulsa todo lo que el otro le dió.
En la madurez integra «colando», como vos decís, lo que le pertenece y lo que no.
Ciertamente el «no me importa la opinión ajena» implica un alto índice de inmadurez. Y, lo que es más importante, te importe o no verbalmente, de un modo u otro te va a afectar.
Por tanto ser maduro es no negar lo que los demás piensan de nosotros sino saber que lugar darle en nuestra vida: ¡Hasta de un enemigo se pueden aprender cosas!
Gracias por tu comentario.
La sociabilidad, entonces, al ser esencial, es decir, al estar completamente encarnada en la existencia de cada ser humano, es funadamental para la libertad, la felicidad, el progreso, etc. de cada individuo… Entonces por ejemplo nuestra libertad finita, está limitada, o «coaccionada», no solo por nosotros mismos sino por la sociedad. Del mismo modo que lo están nuestra felicidad, progreso, frustraciones, etc.
En consecuencia, es un emergente en la vida humana, el aprender a relacionarse. Me dá la sensación (es pura sensación ya que no tengo estadísticas) que está descuidado en la enseñanaza (escolar, por ejemplo) esta dialéctica entre el indivíduo y sociedad. Lo cual es una una problemática sobre la que hay que actuar con urgencia. No te parece? Avanzaríamos mucho más en una sociedad que se transforma en un campo fecundo de buenos tratos y posibilidades para que cada ser humano pueda crecer en una mayor plenitud. Que opinás?
En la enseñanza está totalmente dejado de lado el hecho que es más importante la relación que el contenido. La relación con el otro es el motor del aprendizaje. Y aunque en muchas épocas de mi vida fui el «rey del método», hoy soy un convertido, no importa el método. La mayoría de los niños tiene todo lo necesario para aprender con cualquier método, sea el que se aplicaba en 1910, 1950 o 2010. Los buenos resultados en una clase depende de la relación que sabe establecer el profesor. Que debe estar entre el equilibrio del autoritarismo de otrora y la demagogia de hoy en día. El gran problema es el narcisismo, mi estimado. El hombre entra en contacto cada vez más profundo con los demás superando su narcisismo como quien pela las capaz de una cebolla, una a una. Y cuando se detiene, también condiciona el crecimiento de los que lo rodean. El demagogo, tanto como el autoritario, son profundamente narcisistas, por eso no contribuyen al crecimiento del otro.