He leído varias veces el Señor de los Anillos y cada vez que lo he hecho cuando me topo con Tom Bombadil mi alma siente un alivio, una alegría, una calma y una tranquilidad que me son totalmente inexplicables. Invariablemente me pregunto ¿qué tiene ese personaje, casi estúpido, que se pasea cantando don diló y me provoca ese efecto?¿Por qué envidio, desde algún lugar de mi ser, esa cándida imperturbabilidad de no ser más que alguien que simplemente canta don diló y está feliz de hacerlo?¿Por qué disfruto tanto con esa voz profunda, descuidada, feliz, que pronuncia palabras sin sentido?¿Si no hay sentido ni lógica en su canto por qué es la única música que quiero escuchar?
¡Hola, dol! ¡Feliz, dol! ¡Toca un don diló!
¡Toca un don! ¡Salta! ¡Sauce del fal lo!
¡Tom Bom, alegre Tom, Tom Bombadillo!
¡Hola, ven alegre dol, querida derry dol!
Ligeros son el viento y el alado estornino.
Allá abajo al pie de la colina, brillando al sol,
esperando a la puerta la luz de las estrellas,
está mi hermosa dama, hija de la dama del río,
delgada como vara de sauce, clara como el agua.
El viejo Tom Bombadil trayendo lirios de agua
vuelve saltando a casa. ¿Lo oyes cómo canta?
¡Hola, ven alegre dol, derry dol, alegre oh,
Baya de Oro, Baya de Oro, alegre baya amarilla.
Pobre viejo Hombre-Sauce, ¡retira tus raíces!
Tom tiene prisa ahora. La noche sucede al día.
Tom vuelve de nuevo trayendo lirios de agua.
¡Hola, ven derry dol! ¿Me oyes cómo canto?
¿Qué tiene esta ramplona canción y su no menos ramplón personaje que me mueven fibras tan íntimas que me siento desnudo, un niño pequeño otra vez?
¿Cuál es el hombre sauce que me tiene atrapado en sus raíces, que se te subordina, y que tu voz es capaz comandar?¿Cual es la sanguijuela adherida a mi alma que tus tonos prometen arrancar?
El parásito es siempre el anillo, el más antiguo de los parásitos, el anillo de poder. La influencia del anillo sobre Tom Bombadil es nula, le es totalmente inmune. No le afecta, no le interesa, no le atrae, no le importa… y hasta le parece feo. ¿Por qué su temple me alivia? Simple, es probable que en alguna región el anillo me importa, me interesa, me afecta y por eso Tom, con su irresponsable don diló, me acaricia el alma, me hace sentir que es posible escapar del hombre sauce.
¿Pero no creíste ya mil veces haber destruido el anillo en el Monte del Destino?¿No perdiste mucho más que un dedo pensando haber destruido la pesada carga?¿No has festejado mil veces haber escapado del laberinto? Sí… para darme cuenta que todavía caminaba en uno más grande, más complejo, más absoluto, y, por eso mismo, más profundo, más cerca de mí y más difícil de ver.
Entonces ¿qué te ofrece Tom Bombadil para escapar de este laberinto?
Me ofrece que a pesar de la furiosa guerra que se cierne por todas partes, a causa del anillo, el anillo no tiene ningún poder sobre él, él es su propio amo. La guerra ni el anillo parecen interesarle. Si tuviera el anillo lo olvidaría pronto, lo perdería o lo tiraría, sería, ciertamente, el más inseguro de los guardianes. No puede cambiar el poder del anillo, ni lo que el anillo hace en los demás. Se ha retirado a una región pequeña, dentro de límites que él mismo ha establecido, aunque nadie puede verlos, esperando quizás a que los tiempos cambien, y no dará un paso fuera de ellos.
No dará un paso fuera de esos límites…
No dará un paso fuera…
No dará un paso fuera…
No dará un paso fuera…
No dará un paso…
Lo repito y el repetirlo me alivia. Lo repito y lo hago mío. Lo repito y quito la mochila. Lo repito y dolorosamente cae el parásito. Lo repito y puedo sentir el aire helado de mi tierra nevada penetrando en lo profundo de mis pulmones. Lo repito y la alegría viene, se queda. Lo repito y la energía deja de escaparseme como arena entre mis dedos.
Ya di demasiados pasos afuera de mis límites. Demasiado fuera de lo mío, de mi heredad. Ya di demasiados pasos en tierras que no me pertenecen y en las que no fui llamado a ser Señor y a las que, ciertamente, no puedo cambiar. Tierras a las que no les importa mi juicio ¿y debería? Tierras que burlonamente me devuelven un ¿y a vos qué?, o más leídamente ¿quien te ha constituido en nuestro juez?
¿Pero cuáles son esos límites que se han vuelto a correr? ¿La región pequeña a la que me había retirado no es lo suficientemente pequeña? Desde hace tiempo mi pequeña región son las tierras de lo que puedo cambiar, de aquello en lo cual tengo influencia real, de aquello por lo cual puedo hacer verdaderamente algo en concreto. Hace tiempo dejé las lejanas, arduas y estériles tierras de la opinología, del profetismo, de lo que sucederá, del oráculo, del deber ser como imagen arquetípica que nunca te cabe y siempre molesta… y me sentí muy feliz de haber reducido mis reinos a espacios muchos más pequeños.
¿A donde me llevas Tom Bombadil? ¿Correr el límite de nuevo?¿No hay riesgo de sofocos en espacios tan pequeños?¿Qué límite me falta correr todavía?
-El fijar límites… –me respondió Tom- el fijar límites… Sos un gran fijador de límites, un gran de-finidor, en el más originario y etimológico de sus sentidos, que es, justamente, delimitar. Fijar límites de lo que está fuera de tus límites es hoy tu laberinto, tu hombre sauce, tu deseo del anillo de poder. El poder de darle un lugar a todas las cosas que están fuera de tus dominios. Has achicado tus dominios, y has hecho bien, pero en alguna región no lo has hecho de un modo definitivo, has querido conservar el poder de clasificar, el poder de fijar posiciones de todo aquello que está fuera de ellos. Y eso te consume, mi hermano, te consume lentamente como un cáncer… es tu actual laberinto.
– Pero no puedo renunciar a conocer lo que me rodea –dije yo preocupado-, sería una locura, sería un suicidio, sería insano y enfermo.
– Nadie te pide que renuncies al conocimiento –insistió Tom- sino a definir, a delimitar, a posicionar en un lugar lo que está fuera de tu alcance. No quieras volar en el tiro federal si no quieres ser herido. Si tú defines y posicionas lo que está fuera de tus límites, toda tierra extranjera de tus responsabilidades, ese mismo mundo te devolverá la gentileza, te definirá, te posicionará en un lugar. Tú mismo has creado el lugar en el que el mundo te ha puesto. Tú le has abierto las puertas de tu reino para que llegue hasta ti mismo. Tú le has dejado que te ponga el chaleco de fuerza. Conocer sí, conocerlo todo, con curiosidad infinita, hay una sola cosa importante: Todo. Delimitar, clasificar y definir lo mínimo posible, apenas lo que necesitas para vivir, para moverte, para tomar una decisión, nada más, ni un paso afuera de ese límite. Es una ley inscrita en todas las creaturas, más antigua que la Tierra Media, más antigua que los Valares, más antigua que mi mismo, el más antiguo de los seres de la Tierra Media, está en los tonos de la música de los Ainur, es tan vieja como el mismo Ilúvatar: No juzguéis y no seréis juzgados.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Me encantó, muy lindo el post, muy sentido y personal. De lo más lindo que te he leído. Y sean cuales fueren los motivos, hermosa experiencia la de sentirse, aunque sea sólo sea aquí y ahora, descargado de pesos.
Siempre estamos inconclusos, según nuestro común amigo Diego de Jesús, sólo quería compartir un pequeño crecimiento… en mi actual no estar concluido…
Muy bueno, P&E, muy hermoso; coincido con A3: es uno de tus escritos que más me gusta. Tom Bombadil crea un clima muy especial dentro del Señor de los anillos… La primera vez que lo leí -era chica, no tenía idea de quién era Tolkien ni conocía su obra- pensé que TB «era» Dios… tan distino del resto de los personajes… tan despreocupado y feliz; sobre él el anillo no tiene poder y si alguien lo lleva no es invisible a sus ojos; parece estar completamente en otra, pero en realidad aparece en el momento de dificultad, y del modo más sencillo y asombroso los libera del problema; y ese incomprensible don diló que -coincido con vos- da paz y alegría, que lo arrastra a uno hacia él y quisiera permanecer siempre ahí, con él… Claro, ni de chica me cerraba todo para que «fuera» Dios, pero me pasé el libro esperando que volviera a aparecer, no presté atención al detalle que resaltás vos: no da un paso fuera de sus límites, donde reside su poder y señorío. Y tengo que confesar, ahora grande y habiendo leído el Señor de los anillos mil veces, que nunca presté atención a eso, y me gusta mucho -y te agradezco- la lectura que hacés vos…
Chau, me voy a reencontrar una vez más con Tom Bombadil, pero esta vez con una mirada distinta… Gracias!
Gracias Ruth, ni siquiera debo a mí mismo esta reflexión, yo tengo mi Tom Bombadil que me lo dijo, mejor dicho mi Galadriel… No creo siquiera que haya leído el Señor de los Anillos, pero es la más maravillosa conocedora de los espíritus humanos y del tacto necesario para decirte la palabra justa en el momento preciso que jamás haya conocido… y mirá que he conocido mucho muy inteligente, muy sobrenaturaloso, pero nadie como ella…
En realidad lo quise publicar porque se aplica a tanto pánico apocalíptico que anda suelto… y puede ser sano hoy en día aplicarse la Cura de Tom Bombadil…
Ruth, viste tu sonriente signito estelar! ja, ja! a mí siempre me salen iconitos con cara de perpleja, je, je!!! es medio brujo este wordpress!
Nunca leí el señor de los Anillos, quién sabe, por ahí haga un intento…, aunque soy medio dura, o dura y medio, para ese tipo de imaginación, está fuera de mis límites, ja, ja.
Anonymous 3
Cuando vi mi iconito me acordé del tuyo, A3!!
Qué agradable leer tu reflexión, mucho más agradable aún imaginar el movimiento de tu mundo interno que genera esas palabras. Y no, no he leído el Señor de los Anillos, y estoy pensando que me he perdido algo muy bueno…. esto es lo mágico de los encuentros humanos, que siempre cuando es aunténtico mueve a ambas partes; ya sembraste la semillita en mí, y será una de mis próximas lecturas.– Beso
Galadriel
Excelente post P&E!!! El Señor de los Anillos es el único libro que nunca me produjo cansancio mientras lo leía (no quiero decir con esto que el hecho de algún texto que produzca sea sinónimo de malo) y de las veces que lo he leído he caído en la cuenta que cada vez me sorprendo más de la obra y cada vez me llena más el alma y me siento más amigo de Gandalf, Sam, Frodo, etc.
Confieso que nunca entendí bien a Tom Bombadil y mucho menos su función en el plan de la obra. Sólo me animo a compartir que para mi de alguna manera Tom representa esa inocencia perdida, armonía, etc.
Saludos
Maravillosa entrada!
Me recordó a un parlamento de Violaine, la leprosa de Claudel… si puedo, después lo busco.
Creo yo que Tom Bombadil es irresistible porque es irresistente…
Y que el camino hacia ese tan diminuto como ilimitado Hortus conclusus es la búsqueda de totalidades en cada fragmento. Sólo las ínfimas totalidades, los ‘multa in parvo’ escapan de la vanidad.
Y me acordé del planetita del Petit Prince… tan chico como ilimitado. Sospecho que este Tom –como pocos– debe saber correr su banqueta para multiplicar atardeceres, silbando su derry dol…
Y me acordé de la tortuga de Ruth —la que sonríe tras la estrella—: pues en su (no pretendida) pero maravillosa mejora al cuento castellaniano,,, ese Mar —tan bravo como delicado— sabe hacer de su inmensidad, el más recogido cubículo. Qué bello verbo es “guardar”: dice tan en positivo aquello de esconderse…
Lucho, se me ocurre que Tom Bombadil no tiene ninguna función dentro de la obra y que justamente eso lo hace tan especial. Es como el don diló que no tiene significado, no sirve para nada. Es una explosión de alegría, alegría porque sí… y tal vez por eso nos recuerda la inocencia de los niños…
Muy bueno. A mi también la figura de Tom me resultaba por demás misteriosa. A medio camino, entre la comarca que duerme y el mundo que patalea, el viejo cantador me parecía un especie de cantinero alegre, dispuesto a tomarse un trago de vino tinto después de alargarnos la mano del funesto túmulo. Y reírse Psique, reírse mucho, sin carcajadas, sin muecas de melancolía y entrecejos forzados. Reir, qué gran cosa. Y cantar, más y mejor.
Un abrazo.
T.
Ruth creo que esa es la clave. Tom es comouna celebración de la gratuidad
Coincido plenamente con Ruth. Y la lectura de «El Señor de los Anillos» (una especie de «lectio divina» anual para mí) me lo confirma.
Tom es eso: gratuidad, «porque sí», cero cálculo, cero escamoteo. Hasta su más embelezada rutina consiste en algo gratuito: regalar flores a su Dama.
Por ahí una pista de la verdadera libertad de espíritu se mueve en esa dirección: el desapego suficiente para dar-te todo porque todo te viene de Alguien que lo tiene todo, sin miedo de las implicancias. Creer con amor, que todo lo cree. Animarse a creer una vez más, porque sí, sin pruebas, gratuitamente.
Si alguien siente que vive así, me avisa por favor. necesito unas lecciones 😉
Nunca imaginé que iba a desatar un torrente hermenéutico….
Y sí, Milko, es posible vivir así y es posible ser feliz, este post lo escribí mitad porque es algo real que me pasó y mitad porque estoy cansado de esa «pseudo resignación cristiana» o de «algunos cristianos» de vivir amargado, escondiéndose detrás de una teología de la desesperación. Un amigo me decía estoy convencido de que a cada uno le pasa exactamente lo que necesita que le pase. Tomando un café con otro amigo le repetí esa frase y él me devolvió un : ¡Evidente, si creemos en la providencia las cosas son así! Me quedé sorprendido, no le había visto el costado cristiano al tema y es así. La cruz verdadera, el sufrimiento en el que no tenemos absolutamente nada que ver es muy raro, muy pero muy raro en nuestra vida. El resto, que lo pintamos de «cruz», son creaciones nuestras. La propuesta de Tom Bombadil es posible, es luminosa, es la misma de la del Principito, como dice Diego, dice más o menos así: Deja entrar en tus espacios de conciencia solo aquello respecto de lo cual puedes tener una influencia real, aquello que verdaderamente está bajo tu poder, aquello que puedes cambiar. El resto… déjalo afuera. No te pertenece, no es tu reino. Y si verdaderamente creemos en la providencia, en ese pequeño espacio del actuar de tu voluntad, somos co-invencibles, o al menos, ciertamente tenemos que creer que Dios nos da todo lo necesario para salir airosos del trance, no necesariamente en el plano de los resultados visibles y transeúntes, sino, ciertamente, en el plano de los resultados inmanentes, donde estamos solos con Dios. Entonces es posible ser feliz, aunque el mundo se derrumbe a tu alrededor, en tu pequeño reino, en tu pequeño espacio sos Tom Bombadil, sos el Principito. Fuera de él… le has dado a la tristeza todo lo necesario para que te destruya…
No quisiera abrir grieta/link siendo que el tema así como viene saliendo es de una afinación exquisita,,, pero al menos anoto como marginalia —para algún otro debate— esto de la cruz, que ya leí otra vez y no coincido, que sólo es tal si carece de autoimplicancias y responsabilidades y culpas.
Creo que merece un ajuste, pues en el sentido cristiano todo dolor y sufrimiento admite ingresar en tal categoría. Por algo el Evangelio habla de la cruz “de cada día” y no porque todos los días nos topemos con un bodrio del que no tengamos algo de parte. Asumir con paciencia la “cruz” de salir de la droga no es un eufemismo: es absolutamente válido; como lo es hacer “de la necesidad virtud”.
Lo de co-invencibles: muy bueno.-
El tópico gratuidad: la herramienta más “útil” con que nos podemos topar, el remedio más “eficaz”, el alimento más “provechoso”, el tesoro más “rentable”, el negocio más “ventajoso”…
ddJ
ps: cuánto más espacioso y bello es el “porque sí” de Tom que el “ohne warum” de Silesius, ¿no?
ps2: un post sobre la lúdica, P&E, no vendría nada mal… ¿hay algo que cure más y mejor de tantas taras que nos aquejan?
Sí tenés razón, Diego, en una semántica de precisión, sí las cosas son así como vos las ponés, cruz es todo «dolor y sufrimiento» en cuanto que superarlos y afrontarlos es unirse a la voluntad de Dios de «cargarlos cada día».
En mi semántica dicotómica-kierkegaardiana-evangelico-castellanesca me interesa muchísimo subrayar la diferencia entre la cruz por antonomasia, que es la Cruz de Cristo, en la cual él no tiene responsabilidad alguna y las cruces que «nos creamos» o en las que tenemos una enorme responsabilidad, aun a riesgo de llamarlas no-cruces, si miramos, sesgadamente admito, desde ese sólo aspecto. ¿Por qué me interesa tanto esto? Porque sicológicamente tenemos un fuertísimo hábito de expulsar de nosotros males y responsabilidades y ponerlos en algo ajeno a nosotros mismos. En el concepto de cruz, in confuso, se meten ambos significados en la misma bolsa, y provoca este dañino efecto, expulso hacia afuera quitándome un poco de la maldad y de la responsabilidad que tengo yo mismo sobre este mal que me toca sufrir, y nos decimos, in confuso, «es una cruz», por ende, de algún modo, «como la de Cristo». Por el contrario es sanísimo considerarnos máximamente responsable de la mayoría de las cosas que sufrimos, en la medida que verdaderamente seamos responsables, porque en esta misma responsabilidad está el motor del cambio. Si no soy responsable sutilmente se cuela el fatalismo irresponsable de «estar viviendo una cruz», algo respecto de lo cual no puedo hacer nada. Por supuesto, es una semántica dicotómica, una semántica vacuna, que en sí misma tiene riesgos, como vos bien señalás, pero que apunta, según mi modo de ver a combatir un riesgo mayor y muy poderoso. Por la misma razón supongo que alguna vez dijo nuestro Señor: No os dejéis llamar Maestro, no llaméis a nadie Padre…
Die Rose ist ohne warum; Sie blühet, weil Sie blühet… La rosa es sin por qué, florece porque florece…
Y sí, Diego, de eso se trata, el warum, cuando pide clasificación, definición, posición, en definitiva juicio -fuera del estrictamente necesario en la situación existencial del sujeto o fuera de lo que es adecuado- puede ser mera Voluntad de Poder, sucumbir bajo el poder del anillo…
Ahí sólo Tom te enseña de nuevo a ponerle el ohne al warum…
Lo lúdico es maravilloso, habría que investigarlo en… Wittgenstein… aunque te sorprenda es el que más profundamente ha escrito sobre el tema y con resultados sorprendentes…
A propósito de lo que estamos discutiendo, les dejo parte de una reflexión, que en algún tiempo pasado, le arrojé al sinedrio en la cara, estaba más loco que las cabras y por demás imprudente, de algún modo cayendo en la aporía de contradecir in actu exercitu lo que predicaba in actu signato, pero mi incoherencia práctica no quita lo verdadero del contenido y, paradógicamente, la belleza del gesto (belleza peligrosa cuando no se convierte en caridad). La reflexión es sobre el fariseo en la imitación de la caridad, uno de los puntos es el siguiente:
Necesidad de juzgar: Siempre tiene la necesidad de posicionarse por medio del juicio. En este sentido es profundamente Kantiano, el juicio es una actividad de dominio, una actividad por la cual somete la realidad. Todo debe ser juzgado, delante de todo debe fijar una posición, no escucha al ser sino que le impone al ser sus propias categorías. Todo debe ser explicado, hasta lo insignificante, porque en el fondo es un modo de dominio, de sometimiento de la realidad. También por eso se sienten con competencia para hablar en cualquier campo. A ellos se les aplica la exhortación de Von Balthasar: Dejad en paz el ser!!!
Esta necesidad de dominio en la relación con los otros puede revestir dos caminos o la violencia o el servilismo demagógico, pero jamás el natural señorío de quien busca la verdad fuera de sí mismo. Violencia o demagogia propias del fariseo (muchas veces quisieron apedrear o matar a Cristo y otras veces escondiendo su odio se le acercan servilmente “maestro bueno”). Violencia o demagogia sea en el juicio o en mil pequeñas y grandes actitudes que de algún modo implican un juicio un posicionarse delante del otro.
Jamás hay en ellos una verdadera actitud de curiosidad de escucha, mi Yo es la plenitud y no hay nada que escuchar fuera de mi propio Yo, mi Yo por definición ya está completo.
Son todas características de la imitación farisaica de la caridad son modo de comprar el amor, y como dice el cantar de los cantares quien quiera comprar el amor se volverá despreciable.
En el fondo, como dice Kirkegaard, no han sospechado siquiera el señorío de sí mismo que hay en el querer ser ignorado, desconocido, hasta el punto de aparecer muchísimo más despreciable del propio valor.
En definitiva el señorío propio de la Cruz.
Excelente aplicación del idílico Tom Bobadill a la realidad, comprendí cada palabra expresada. En mí, el personaje de Tolkien causó un efecto parecido, conmovedor, inspirado, acaso el encontrar una referencia mística en la prosa del Señor de los Anillos, haciendo eco al alma primigenia del mismo autor que lo induce a escribir, que define en sus lecturas infantiles y en el amor de un personaje familiar o incluso religioso: su encantamiento con el producto del equilibrio de los elementos, el espíritu elemental que existe en toda la creación, protector de la madre naturaleza, amante de su Baya de Oro, hija de la señora del Lago.
Realmente, en incio, odié desde mis entrañas a Peter Jackson por no haber incluido este personaje en la adaptación cinematográfica de los libros de Tolkien… sin embargo, ahora agredezco que tan importante pieza en la maraña de la trama se deje a la imaginación y comprensión por las letras, sin este componente sus apariciones en la obra literaria dejaría de ser bellamente perturbadora y se haría difusa.
Grande, gracias.
Antes que nada bienvenido al blog, Tom Bombadil descubre cosas que necesitamos, y en este caso nos descubre cosas que necesitamos dejar de hacer para vivir mejor y ser más felices…
Hay quien dice que es un Valar o un Maiar,y hay también que dice que es el mismo Tolkien que se mete en el libro asi mismo,quien sabe pero la verdad es que es muy especial.Ni leyendo los cuentos perdidos ni los cuentos incoclusos te queda claro jejejej!!