¿Es eso una casa?
¿Podría usted vivir allí?
¿Puede existir una casa sin cimientos?
Una casa no se construye para ‘disfrutar de los cimientos’, una casa tiene propósitos muchísimo más altos que meramente estar firmemente fundada sobre la tierra. Tiene el propósito de cobijar a una persona, hacerla feliz, constituir su lugar de pertenencia físico en el mundo, darle espacios suyos, etc. La psicología no agota ni plenifica los propósitos más profundos de la persona, es apenas un cimiento que sirve para que la persona disfrute libremente de otras riquezas que la sobrepasan cualitativamente. Pero si los cimientos están mal, nada de lo que se construye arriba es demasiado seguro, se puede derrumbar en cualquier momento, y es lo que vemos que sucede con tantísimas personas que pretenden meramente vivir ‘colgadas de la gracia’, en un mal sentido, como oposición dialéctica a la naturaleza. Por supuesto que se puede ‘pender de la gracia’, porque se ha hecho de ella el último punto resolutivo de la propia vida, no porque ella tenga que suplir todas las carencias que no se han sabido trabajar con los instrumentos adecuados. En la relación de la Iglesia actual con la psicología tenemos dos vertientes, la progresista que cree que la casa es puro cimiento y la conservadora que coloca a la persona en el lugar de un equilibrista con un único punto de apoyo. La primera perspectiva es un reduccionismo inmanente y naturalista, la segunda es de un pietismo sobrenaturalista que termina vaciando el justo protagonismo del hombre en la construcción de su propia perfección y felicidad, modelando personas dicotómicas y profundamente atormentadas. Es verdaderamente una pena, la mayoría casi absoluta de los cristianos conservadores no haría nunca terapia, principalmente por ese ‘orgullo de la vida’ que les hace sentir que el recurrir a un otro o a una ‘ciencia cimiento’ es una humillación. ¡Sin embargo cuanto podrían aprovechar! Reordenando cosas mal construidas y poniendo en su lugar elementos de la identidad que por alguna razón quedaron desnivelados, sueltos o atravesados. Si uno se fija bien la mayoría de los casos escandalosos de los últimos tiempos de fundadores y otras yerbas viene del ámbito conservador, no del progresista (aunque en estos casos puedan existir perversiones vividas más por convicción intelectual que por debilidad). Es una verdadera pena que ‘lo mejor’ de entre los miembros de la Iglesia se niegue, a causa de una autoafirmación tonta, a usar un instrumento tan poderoso. En fin, veremos que pasa en los próximos años….
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.