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Tanto Claude Bernard corno las posteriores aportaciones de Cannou, que hemos visto en epígrafes anteriores, entendieron la regulación fisiológica en tér­minos de nomeostasis, es decir, de la estabilidad a través de la constancia o lo que es lo mismo que el propósito de la regulación Fisiológica es el mantener cada parámetro del organismo en un nivel óptimo» fijo, corrigiendo las desvia­ciones mediante mecanismos de retroalimentación negativa.
Pero los parámetros fisiológicos no son constantes y sus variaciones no sig­nifican desviaciones o pérdida del supuesto nivel optimo, sino que estas varia­ciones se producen precisamente para alcanzar el nivel óptimo que se necesita en cada momento.
Por contra Sterling y Eyer (1988) acuñaron el con­cepto de alostasis, para hacer referencia a dos aspectos cruciales en la regulación fisiológica: los parámetros fisiológicos varían y la variación anticipa las deman­das. Es mi modelo de regulación alternativo, basado en la aiosiasis, es decir, en la estabilidad a través del cambio o lo que es lo mismo, que los mecanismos que controlan los cambios en la actividad fisiológica predi­cen qué nivel sera el necesario basándose en la retroa­limentación local y en la anticipación de las demandas.
Y es que la finalidad de la regulación fisiológica no es el mantener unos parámetros constantes, sino la supervivencia y la repro­ducción. Así, los sistemas de regulación y activación fisiológica se asemejan más a un sistema caótico, que a una balanza (Fernández-Abascal y Palmero. 1995). El espejismo de la homeostasis es ver la existencia de un nivel óptimo, donde lo que hay es demandas más Frecuentes que requieren un determinado nivel de activación. Así pues, una vez que el cerebro predice las demandas futuras más proba­bles, ajusta los parámetros para responder a las mismas.

Los principios de este mecanismo alostático (Sterling, 2003), son:
–    El organismo está diseñado para ser eficaz.
–    La eficiencia precisa intercambios recíprocos.
–    La eficiencia requiere predecir lo que será necesario.
–    La predicción requiere que cada sensor adapte su sensibilidad para el rango esperado de entrada.
–    La predicción requiere también que cada efector adapte su salida para el rango esperado de demanda.
-.- La regulación predictiva depende de comportamientos cuyos mecanismos neurales también se adaptan.
Como veremos a lo largo de toda esta obra, los organismos deben funcionar eficientemente, lo cual implica no sólo escapar de los depredadores, sino también el competir eficazmente con otros miembros de la misma especie. Esta eficiencia requiere que los recursos sean compartidos entre los distintos sistemas. incluso en el cerebro los recursos tienen que compartirse recíprocamente. Todo esto implica a su vez la necesidad de un mecanismo central que analice continuamente las prioridades, la disponibilidad de recursos de cada órgano y un sistema de predic­ción muy rápido, va que de otra manera se optimizaría para una condición pasada y nunca para la entrada que más probablemente encontrará a continuación.
Hay dos niveles de predicción: la condición más probable en el próximo momento, que generalmente es la capturada por la condición actual y su tasa de cambio y el curso temporal más probable de la nueva condición, que general­mente es el captado por la longitud de tiempo en la condición actual. Las predic­ciones consecuentemente, están basadas en la historia forjada por la evolución. Esta regulación fisiológica humana depende de una multitud de mecanismos neurales de alto nivel: recuperación de conocimiento anterior, emociones. .moti­vos, percepción, planificación, etc. Y son precisamente los procesos emocionales los que, en función de la anticipación de la respuesta necesaria, anticipan las nece­sidades de activación fisiológica. Así. por ejemplo. si el lector anticipa que estos contenidos pueden ser objeto de examen, probablemente se producirá una res­puesta emocional de ansiedad y ello conllevará unos cambios fisiológicos que le prepararán para dar la respuesta más adecuada a esta anticipación.

Autor: Eduardo Montoro

Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.

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