Poco más de un año ha pasado que abrí el blog y parece una eternidad…
La verdad que el balance es más que positivo, intenté ayudar a otros desde aquí… y como pasa siempre… simplemente recibí más de lo que di.
El blog se convirtió en mi escudero, y juntos, con Sancho, vencimos los molinos de viento, derrotamos un solipsismo existencial que yo había dejado que otros me construyeran…
No puedo dejar de agradecer a los miles de espejos, mis hermanos, que me hicieron ver otras realidades y derrotamos juntos nuestras alucinaciones….
No tengo más que agradecimiento para con ustedes.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Gracias a vos.
Me fijo en el ‘derrotamos’. ¿Creés que es bueno siempre destruir y volver a construir, o tal vez sea mejor, a veces, abandonar y construir? Siempre lo construido es nuevo, pero ¿vale la pena gastar energías destruyendo? Abandonar sin destruir, ¿creés que puede dejar una herida abierta, un resentimiento? Como si pensaras: «Al final, pudieron. No los vencí.»
Ahora, en el ‘yo había dejado’. Pueden pasar dos cosas: que uno sepa que está mal o que crea que es bueno ese dejar hacer. Creo que es más duro recuperarse cuando no viste que era malo. Creo que te deja más confundido. Supongo que duele menos cuanto más humilde sos.
Nuevamente, gracias.
Mi muy querido espejo:
No sé si es bueno o malo destruir… siempre…
es necesario te diría…
siempre que haya crecimiento verdadero, algo deja de existir para dar vida a algo nuevo, con una exigencia casi metafísica…
y no sé por qué puse ‘casi’…
El gusano destruye y se destruye para poder metamorfosearse en mariposa. Pero la metamorfosis no es ex nihilo, se hace con el mismo material del gusano, con un nuevo orden, con una piedra angular puesta en un estrato siempre más profundo… si hay verdadero crecimiento.
¿Si vale la pena? No me pongo la pregunta, estamos atados como Sísifo a esta tarea…
¿Abandonar sin destruir? ¿qué cosa?
¿Nuestras propias miserias? Imposible, las llevamos pegadas…
¿Nuestro pasado? Imposible, está pegado también… Se puede poner entre paréntesis un tiempo, como quien usa tapones de oídos, pero ruge muy fuerte en todo lugar…
No podemos dividirnos en dos y con una parte, más o menos predominante, hacer como que no existiera… bah… algunos casi que pueden, si se anestesian lo bastante…
La herida abierta no es «Al final, pudieron. No los vencí», la purulenta herida es «Al final, pudieron. No los enfrenté…»
‘Yo había dejado’, significa me hago cargo, no soy la víctima inocente a quien todo mal le viene de afuera. Me miro y ciertamente que en algún lugar y en alguna medida fui cómplice. Es un enorme alivio hacerse cargo, de otro modo habría sido presa de una monstruosa trampa del destino. No, gracias a Dios tuve que ver, y si tuve que ver para mal, y porque tuve que ver con mi mal, ahora, mucho más, tengo que ver con mi bien…
Hasta que punto uno sabe que está mal, hasta que punto uno se convence de que es bueno ese dejar hacer…. ¡Que se yo! Habría que escribir un par de tomos interdisciplinarios de ética y psicología al respecto…
Es muy duro recuperarse cuando te convenciste-convencieron de que eran buenas un montón de cosas que ahora te parecen sencillamente monstruosas…
Pero es imposible recuperarse si uno se esconde. Cuando hay tormenta el puerto es el peor enemigo. Por mucho que uno pueda desear su calidez… No queda más que orientar la proa hacia el ciclón y apretar los dientes.
Y sí duele, con el tiempo duele menos, son los logros de la humildad… pero la humildad como la sangre, no se puede extraer sin el dolor del pinchazo… que destruye… el parásito connaturalizado a nosotros mismos de lo que hay de burbuja egocéntrica en nuestra mirada de la realidad…
Gracias hermano mío, sin ustedes no lo habría logrado.