El fanatismo siempre es una patología, pone de relieve alguna carencia en la historia de afectos que construyeron la identidad, hay como una necesidad de refundar la identidad en esta novedad que viene a substituir la mala experiencia temprana. Este soy yo, este ser refundado en base a esta novedad girocopernicana, al menos de mi historia personal. Por eso, por lo general, el fanático es un tipo resentido. Está enojado con su historia, con los personajes que provocaron esa mala experiencia y necesita un demonio afuera para proyectarlo. De ese modo se vuelve dicotómico, ve la realidad en términos de blancos y negros, amigos y enemigos, en la medida que favorezcan o vayan en contra de su pensamiento único que, esencialmente ha expulsado al otro y a su diversidad. Es la violencia intrínseca del pensamiento único, las masacres más grandes de la historia de la humanidad comienzan con este mecanismo. Los millones de muertos de la Rusia comunista son una mera consecuencia de este modo de pensar. Nuestros fanáticos locales no distan mucho de eso. Escuché un diálogo entre dos pibes camporistas en la puerta de la Catedral de San Juan con ocasión de los cacerolazos: Si tuviera un rifle los liquidaba a todos. En realidad debería traducirse: Si tuviera el poder suficiente los liquidaba a todos. Nada muy distinto de Stalin, Mao o Castro. La ideología de pensamiento único es intrísecamente asesina. Que algunos estén solo al comienzo del camino u otros hayan matado millones es solo cuestión de tiempo y medios para hacerlo. Nada más.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.