Cuando las respuestas se adaptan al estímulo y a nuestros parámetros fisiológicos, decimos entonces que hay un buen estrés o eustrés, que nos acompaña a lo largo de la vida, e indispensable para el desarrollo y funcionamiento psicofísico y para la adaptación al medio. Como ya mencionamos, puede llegarse a un punto en el que las exigencias sobrepasen a nuestros recursos, y en la que los rendimientos que se intentan resultan insuficientes. Las diferencias pueden ser muy notables entre los individuos, ello se debe a que los seres humanos, ante estímulos de similar magnitud, presentamos reactividades distintas, somos capaces de esfuerzos variables y contamos con cogniciones, habilidades y conductas idiosincráticas. De todas maneras, cuando a una persona se la hace sobrepasar el punto óptimo de la curva de rendimiento-activación, comienza un descenso de sus respuestas hasta llegar al denominado punto “P”, de fracaso adaptativo, que representa el estado biológico de colapso o claudicación. Durante este período de descenso del rendimiento, que puede durar entre varios meses a dos años, todos los individuos presentan un perfil de respuestas similar obtenido en las neurosis experimentales pavlovianas. El sujeto tiende a estar ansioso, irritable e insomne, con alteraciones del humor, disminución del rendimiento psico-fisico y el apetito y con sensación de cansancio desde la mañana. Este estado implica una mayor vulnerabilidad ante nuevos agentes estresantes, que se objetiva en diferentes parámetros sicológicos reveladores de la falta de modulación cortical (hipercotisolismo con hiperglucemia, hiperlipidemia, hiperuricemia, hipercoagulabilidad, hipertensión arterial y retención hídrica). Esta vulnerabilidad es bien conocida por los clínicos y por investigadores de laboratorio que emplean modelos animales.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
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