1. «El teatro como terapia: ¿cómo ayuda a procesar emociones?»
El teatro tiene una función terapéutica que ha sido explorada en la psicología y la terapia creativa. Acting out (actuar hacia fuera) es un término utilizado en psicología para describir la forma en que las personas pueden expresar emociones de forma controlada, lo cual es esencial en el contexto teatral. Según la psicóloga Susana Pendzik, el teatro ofrece un “espacio intermedio” donde las personas pueden procesar sus emociones sin las consecuencias reales que tendrían en la vida cotidiana. Al representar escenas intensas o difíciles, el actor puede trabajar sus propios sentimientos de una forma guiada, lo cual contribuye a una regulación emocional positiva. El arte escénico, según Pendzik, “permite explorar y transformar experiencias personales dentro de un marco simbólico” (Pendzik, 2003).
2. «La creatividad en escena: ¿puede el teatro mejorar la salud mental?»
La creatividad es un aspecto fundamental del teatro, y su conexión con el bienestar mental está respaldada por diversos estudios. Csikszentmihalyi, en su obra Creatividad, el fluir y la psicología del descubrimiento y la invención, explica que el flujo creativo ocurre cuando una persona está completamente absorta en una actividad, lo cual ayuda a reducir la autoconciencia negativa y promueve una sensación de satisfacción. Al actuar, el intérprete entra en un estado de flujo donde la imaginación se despliega, lo que reduce el estrés y mejora la resiliencia. La psicoterapeuta y escritora Natalie Rogers añade que “el proceso creativo en el teatro facilita la expresión de emociones complejas y la exploración de la propia identidad, lo cual es esencial para una salud mental equilibrada” (Rogers, 1993).
3. «Superar el miedo escénico: una herramienta para la vida»
El miedo escénico es una forma de ansiedad de desempeño que, según estudios psicológicos, afecta la autoconfianza de forma negativa. Sin embargo, superarlo puede ser transformador. Según el psicólogo Albert Ellis, creador de la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC), enfrentar temores a través de la exposición repetida ayuda a modificar creencias irracionales y fortalece la autoconfianza. En el teatro, los actores se enfrentan a su miedo escénico una y otra vez, lo cual les permite desarrollar habilidades que luego aplican en su vida cotidiana. En palabras de Ellis, “los miedos se superan enfrentándolos, no evitándolos” (Ellis, 1979). Aprender a manejar la ansiedad en el escenario se traduce en una mayor tolerancia a situaciones de estrés, lo cual tiene un impacto positivo en la vida personal y profesional de los actores.
4. «El poder de la empatía: entender al otro desde el teatro»
La empatía, definida por Carl Rogers como la capacidad de percibir el mundo desde el punto de vista de otra persona, es fundamental en el teatro. Representar a un personaje obliga al actor a entender sus motivaciones y emociones, lo cual desarrolla la empatía en un nivel profundo. Según investigaciones en psicología social, la práctica de la empatía mejora la capacidad de formar relaciones interpersonales y reduce conductas agresivas o aislacionistas. En este sentido, el teatro es una herramienta poderosa para promover el entendimiento y la aceptación de la diversidad humana. Como Rogers afirmó, “la empatía y la aceptación son esenciales para la salud emocional y para crear conexiones significativas” (Rogers, 1959). En escena, esta empatía no solo beneficia al actor, sino también a los espectadores, quienes pueden experimentar indirectamente las vivencias de los personajes.
5. «El teatro como refugio: un espacio seguro para explorar el yo»
El teatro puede ser visto como un refugio donde el individuo encuentra la libertad para explorar aspectos de su identidad y emocionalidad sin temor al juicio. Esta idea está alineada con los conceptos de Carl Jung sobre el “individuo y el inconsciente”. Jung argumenta que “el juego creativo permite a las personas expresar los contenidos del inconsciente en un ambiente seguro” (Jung, 1968). En el teatro, el actor puede proyectar sus conflictos internos en un rol, lo cual facilita un tipo de autoconocimiento que muchas veces no se logra en otros contextos. La dramaturga británica Sue Jennings, pionera de la drama-terapia, sostiene que “la práctica teatral permite el autoconocimiento a través de la interpretación simbólica de experiencias personales” (Jennings, 1987). Así, el teatro se convierte en un espacio de transformación, donde las personas pueden confrontar y comprender su historia emocional en un entorno protegido y creativo.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.