Les dejo una nota de la Nación sobre recientes declaraciones de Benedicto XVI sobre los problemas sexuales dentro de la Iglesia. Sería mejor buscar la fuente original (addenda: siga el link, gracias cande), pero no tengo tiempo, por ahora. De todos modos me llama la atención lo bien formulada que está la pregunta: «Debemos preguntarnos qué estuvo mal en nuestro mensaje, en la manera completa de configurar el ser cristiano, que permitió que este tipo de cosa ocurriera. Debemos encontrar una nueva determinación en la fe y en la bondad.«. Poniendo entre paréntesis que el emergente de toda caída sobrenatural, en cualquier época histórica, es la falta de tensión y fidelidad a Dios, déjenme formular lo que yo considero la piedra de tropiezo actual (no emergente de la caída sino mediación que la hace posible) de la Iglesia en esta materia: «una antropología incompleta». En realidad no es actual, en realidad mi pensamiento es que en este tema el «rostro de la Iglesia siempre estuvo cubierto de polvo», pero sin la soda cáustica de los medios de comunicación masiva el maquillaje del poder pudo mantenerlo oculto en la historia. Hoy los revoques de cosmético se caen a pedazos bajo la ácida difusión de todo lo oculto, ojalá sea motivo de purificación y de que puedan escuchar alguna voz distinta, con respuestas renovadas y no las estereotipadas fórmulas de siempre.
CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Benedicto XVI aseguró que la Iglesia debe reflexionar sobre los errores en su mensaje y en la vida cristiana en general, que permitieron la diseminación de los abusos sexuales contra menores de edad cometidos por sacerdotes y religiosos.
Benedicto XVI subrayó que muchos sacerdotes hacen obras honestas y buenas, pero dijo que las revelaciones de abusos durante este año alcanzaron una «dimensión inimaginable» que requirió que la iglesia aceptara la «humillación» como un llamado para la renovación.
«Debemos preguntarnos qué es lo que podemos hacer para reparar tanto como sea posible las injusticias que ocurrieron», dijo Benedicto XVI. «Debemos preguntarnos qué estuvo mal en nuestro mensaje, en la manera completa de configurar el ser cristiano, que permitió que este tipo de cosa ocurriera. Debemos encontrar una nueva determinación en la fe y en la bondad».
El Pontífice dijo que la Iglesia debe entrenar mejor a sus sacerdotes para que los abusadores no sean ordenados y que debe descubrir la forma de ayudar a sanar a las víctimas de sacerdotes pedófilos.
El Papa hizo estas declaraciones ante cardenales y obispos en el Vaticano, reunidos para su tradicional discurso de Navidad, una presentación muy esperada que el Sumo Pontífice utiliza para abordar asuntos cruciales sobre los que desea que reflexione la jerarquía eclesiástica.
Asimismo, Benedicto XVI reconoció que el escándalo es el resultado de los pecados dentro de la Iglesia y que como resultado la Iglesia misma debe arrepentirse y enmendar sus errores con las víctimas.
El escándalo por abusos sexuales surgió en Estados Unidos en 2002, pero alcanzó un nivel mundial este año con las revelaciones de miles de víctimas de religiosos que encubrieron a los sacerdotes pedófilos en múltiples partes del mundo y autoridades del Vaticano que no quisieron atender los casos.
También surgieron dudas sobre la forma en la que el mismo Benedicto XVI manejó los casos tanto como arzobispo en Munich o como líder de la oficina del Vaticano que se hizo cargo de los casos.
«Conocemos la gravedad particular de este pecado cometido por los sacerdotes y nuestra responsabilidad correspondiente», dijo el Papa a los prelados reunidos en la Sala Regia del palacio apostólico del Vaticano. «La destrucción psicológica de los niños, cuando los seres humanos son reducidos a un artículo a la venta en un mercado, es un signo aterrador de los tiempos», agregó Benedicto XVI.
Agencias EFE y AP
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Acá está el link con el original en italiano, y varias traducciones (lo saqué de Hermeneutic of continuity).
http://press.catholica.va/news_services/bulletin/news/26593.php?index=26593&po_date=20.12.2010&lang=en#TRADUZIONE%20IN%20LINGUA%20INGLESE
Como habla de varios temas, daría para mucho, aparte del de los sacerdotes y la cita de Hildegarda de Bingen, que me parece muy significativa; tal vez, sería interesante desde esa perspectiva que levantás sobre la mediación (en fin, si más o menos capto la idea) ver cómo una mujer podía escribir a sacerdotes, obispos y aún papas, enrostrándoles sus miserias… y era oída (no sé si seguida). Bueno, no que la siguieran a ella, sino a su mensaje (que, por otro lado, no era suyo, sino revelaciones privadas). Lo que vos decís de que ahora los medios hacen posible que las cosas se sepan, parece que, sin pretender «endiosar» ninguna época, también se sabía en otras épocas. Claro, tal vez se me pueda retrucar que sólo mediante «visiones», cosa no esperable. Pero supongo que si había margen para que Hildegarda las hiciera conocer y la oyeran, era porque en el ambiente en general se tenía conciencia de que algo (o mucho) iba muy mal. En todo caso, nada nuevo bajo el sol…
Y no relacionado con el tema, pero esta cita de Newman que hizo el papa en ese mismo discurso, me hizo recordar el tema de la felicidad y la santidad:
«As a Protestant, I felt my religion dreary, but not my life – but, as a Catholic, my life dreary, not my religion».
En palabras del neo beato, su vida no fue feliz como católico. En fin, tal vez, simplifico un poco, pero lo cierto es que ser incomprendido por quienes se supone que son tus hermanos y comparten lo más preciado para alguien, como puede ser la fe, debe de ser la cosa más dura del mundo. Él no encontró entre los católicos, la amistad, la comprensión, el reconocimiento que lo habían hecho feliz mientras perteneció a la High Church. Creo que él es un ejemplo de alguien que vivió a fondo su fe, al punto de que por ella renunció a todo lo que humanamente hace vivible la vida. Pero su fe, su caridad, su esperanza sobrenaturales no lo hicieron feliz, en el sentido humano de la palabra. Sí bienaventurado (pero para ello tuvo que esperar a morir9. En fin, no sé si queda muy claro lo que quiero decir, pero para mí es un ejemplo concreto de que la vida de la gracia, la fe, la religión no bastan para hacer a alguien feliz; es más, pueden ser la causa de su infelicidad. No sé, un mártir (como los católicos irakíes asesinados hace poco), pierde la vida en unas horas o minutos. Terrible. Pero su tortura fue breve, y después, aunque sea inaccesible a nuestra experiencia, sabemos que realmente sus lágrimas fueron saciadas y gozan de la verdadera beatitud y felicidad. Pero Newman fue «perdiendo» la vida a lo largo de muchos años, viviendo una vida deprimente, lóbrega, sombría, triste (en fin, alguien que sepa inglés, si puede dar el término adecuado). Admiro, además, que él haya tenido la franqueza de reconocerlo, y de no querer engañarse con bellas expresiones sobre cuán hermosa es la fe, y cuán feliz lo hace, y cómo en el fondo de toda tristeza y amargura, uno igual es feliz!?! Que es lo que a veces quieren hacernos creer, con las mejores buenas intenciones, algunas personas, como si con eso le hicieran algún favor a la fe; no se adhiere a la fe para que nos haga felices, ni la fe va a darnos felicidad.
Perdón por lo largo del comentario, y por desviar del tema.
Cande escéptica
Muchas gracias cande, excelente tu aporte. Hoy rindo por lo que no puedo escribir mucho, mañana comento (te juro no es cuento)
Bueno, suerte con tu examen!!! (qué tortura), y espero tu comentario…
Demás está decir que todas las teorizaciones sobre el dolor, que siempre le quieren encontrar un reaseguro en una felicidad ultraescondida que en realidad no se percibe, pero que debemos hacer un acto de fe que está, vienen siempre de la necesidad de seguridad, del miedo mismo al dolor. El dolor cuando es intenso es total y desestructurante, no un dolorcito cualquiera, sino un dolor que amenaza toda tu identidad y te hace ver la sombra de la aniquilación, del sinsentido. Quien ha pensado en el suicidio, por ejemplo, se te cagaría de risa si le decís: No, fijate bien, en el fondo tuyo hay una cierta felicidad… Es una locura, distinto es decir en vos están los fundamentos, los elementos, las partes desoldadas, las piezas quebradas de una posible felicidad ¿querés intentarlo?. ¿Dios puede intervenir en la más profunda de las crisis y hacerte feliz? Sí, por supuesto, hasta yo lo he experimentado pero una intervención divina de este modo es tan aleatoria que no puede ser identificada con un «siempre hay algo de felicidad en el que sufre»….
Excelente el comentario de Cande. Muy bueno. Sí, señor.
Sí, la cerdad Cande, tu comentario me sorprendió gratamente, y además confirma o apoya o acompaña (como quieras ponerle) algunos planteos que vengo arrastrando hace tiempo.
Chesterton decía (no con estas palabras) algo así como que en cristianismo no se podía encontrar un equilibrio, y que el cristiano «dendeveras» estaba justo en la cruz, tironeado hacia arriba, hacia abajo y hacia los costados. Que en definitiva, el cristianismo era esa tensión.
Hace no mucho un converso de años me decía que el cristianismo, precisamente, le había agregado mucho «peso existencial» a su vida, en el sentido más estresante que se le quiera poner a la expresión.
Por eso no concibo, o sospecho (me hago cargo: esto es MI opinión y nada más) del catolicismo vivido con una especie de «paz budista» de imperturbabilidad, de equilibrio y con cero conflictos. Cuando veo que alguien camina así, o me veo a mí mismo demasiado «tranqui», no sé, algo no está bien del todo.
Bueno, basta ver este catolicismo progre de autoayuda tan cultivado en muchas parroquias y comunidades. Entiendo que uno no puede andar por la vida buscando problemas, pero no me cierra que con semejante Maestro que hemos tenido, sus discípulos, por ser fieles, la vayamos a pasar mejor.
Coincido con Milkus. El cristianismo no propone un nirvana, ni la ataraxia, ni mucho menos una tebaida.
De alguna manera Benedicto, a paso lento, busca llegar a la profundidad de esta problemática tan lacerante en la Iglesia. Concuerdo con P&E con el tema de la «antropología incompleta», que de alguna manera deviene en una formación sacerdotal incompleta, hija de esta mala antropología tanto en su vertiente angelista, asexuada y espiritualista como en su versión bochornosamente secularizada… ambas dos insuficientes.
Yo quiero recalcar que la formación en estilo de internado es obsolta. Genera mas vicios que virtudes, más excepciones que reglas y se terminan canonizando las conductas anormales.
Desde mi punto de vista, el catolicismo enseñó durante siglos y siglos lo opuesto a lo que enseñó Cristo . Cristo enseñó el coraje, la libertad, el amor. Estos tres aspectos están en íntima relación, de modo que no hay uno sin el otro. El amor te da coraje, y este te hace libre. El catolisismo, en cambio, puso el enfasis en el infierno, en consecuencia, su punto emergente durante siglos estuvo en el miedo a la condenación. Esto llevó a la esclavitud, que en realidad nace en el egoismo. Si yo hago algo, o dejo de hacer algo, para no ir al infierno, mi focalización está en mí, solamente en mí, no en Dios, no el prójimo, solo en mí. Esto no es amor cristiano! Esto lleva a una esclavitud en el miedo, por el amor a uno mismo, para no condenarse!!!!! Completamente opuesto al mensaje esencial de Cristo!
Controlar a las masas mediante el miedo, es mucho más fácil que controlar un solo ser humano libre…
Seguramente el miedo fue funcional al funcionamiento humano de la iglecia. Tal vez la iglecia necesitó del miedo para controlar… tal vez la iglecia fue muy temerosa y enseñaba lo que tenía… no viene al caso…
La Igelcia tiene que lavar su rostro? se quedo corto Benedicto. Desde mi punto de vista, la iglecia tiene no solo que lavar su rostro, sino su cuerpo, su alma, su mentalidad, algunas enseñanzas prosáicas… En realidad para mí, la iglecia no tiene un rostro lleno de polvo, tiene un cáncer hecho metástasis, y si no hay muchas quimios (cambios esenciales) va a seguir muriendo y matando…
El desafío de la iglecia es reconocer que perdió su identidad, y trabajar por recuperarla. En esto, tal vez la iglecia sea una imágen de como estamos los habitantes del mundo…
Milkus, me parece una imagen buenísima la que citás de Chesterton.
Bueno, llevaste el comentario más allá de donde yo apuntaba, y enhorabuena. Lo mío era sólo desde un punto de vista humano, y no tanto por el hecho de que un cristiano, a imitación de su Maestro, ha de pasar por la Cruz. De todos modos, todo hombre, por h o por b, sufre. Pero también es cierto que, dentro de las idas y venidas de la vida, puede haber un «tono» existencial feliz o no; que dure más o menos tiempo. Y que en esto, el hecho de ser más o menos religioso, no tiene demasiado que ver. O, a veces, como le pasó a Newman, lo hacen más infeliz que otra cosa.
Pero lo tuyo viene bien a cuento de ciertas comunidades que para su marketing te venden la imagen de la felicidad de sus jóvenes miembros, y que se empeñan en hacer creer que su enamoramiento por Jesús los hace felices de una manera análoga a como el enamoramiento humano puede hacer intensamente feliz a alguien en determinado momento. Y además como si ese estado de «éxtasis» pudiera durar toda la vida. En el plano humano, nadie vive en do de pecho permanente, a menos que sea un alienado (de sus propios sentimientos), y en el fondo, profundamente desgraciado. En el plano divino o, tal vez más exactamente, sobrenatural, no sé. Pero, en todo caso, creo que ha de tratarse de una «bienaventuranza» que es más bien una «esperanza», y por lo mismo, algo que no se experimenta como posesión, sino como un bien que se anhela. Y por otro lado, lo andan proclamando sin pudor, y me parece que si fuera cierto (parece que estoy juzgando) se lo quedarían bien callado. En todo caso, se haría realidad eso del perfume de Cristo que desprenderían, pero sin necesidad de ninguna publicidad. Casi tan ingenuo (si no fuera por el tendal de consecuencias dolorosas que puede llegar a acarrear) como la declaración de la Constitución de USA, que siempre me pareció tan ridícula. ¡La felicidad por decreto!
En fin, hay un montón de temas no conexos pero de alguna manera relacionados, que quedarían por preguntar, como eso de que al que deja su familia, etc., Dios le promete el ciento por uno ya en esta vida. No siempre es así, es lo que muestra la experiencia. Videtur, el caso de Newman. Es cierto que al final de su vida, creo, retomó su amistad con algunos viejos amigos… anglicanos! Pero todas sus obras fueron al fracaso, y tuvo más sinsabores que otra cosa en su relación con sus «hermanos» católicos, particularmente, sacerdotes. Bueno, que me corrija quien sepa más, yo sólo hablo de oído, en el sentido literal de la palabra.
Ya lo dijo Castellani alguna vez (creo que está en San Agustín y nosotros), el amor a Dios es una historia de amor… no correspondida… por parte de Dios. Creo que él tenía cierta autoridad para decirlo, no podría decirlo yo, pero creo que más o menos entiendo lo que quiso decir, de manera un poco provocativa.
En fin, es una cosa tan rara, que Dios sea tan Otro, y sin embargo, para revelarse, de alguna manera, se «antropologiza» tanto, incluso en el AT (asumiendo el lenguaje humano de un modo que asusta a veces: estoy arrepentido de haber creado al hombre), y que además, llega hasta hacerse Hombre. Pero, al mismo tiempo, todas nuestras categorías humanas desbarrancan, y es muy difícil poder siquiera establecer comparaciones entre las experiencias humanas y las realidades sobrenaturales. Empezando por el amor (el Cantar de los cantares), siguiendo por la felicidad, y no la sigo.
Cande escéptica