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El caso Karadima y el caso Maciel, y otros «casos» que andan dando vuelta por ahí, me hicieron ver la necesidad y urgencia de pintar un perfil del monstruo manipulador. Específicamente describiré el manipulador que tiene algún tipo de puesto de relevancia social e influencia, y, por tanto, personas a su cargo. Esto es solo un anticipo, como para ir creando la expectativa (¡no me vaya a acusar de manipulación!, ja ja) mientras lo escribo. Aquí quería presentarles la introducción de un muy buen libro: La trampa de los manipuladores. Cómo identificarlos y aprender a decir ¡Basta!. De las licenciadas Gloria Husmann, Graciela Chiale, no las conozco, pero han hecho un gran trabajo en este libro, sobre todo muy práctico, cosa que a mí me falta bastante.
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Introducción
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Este libro no tiene una intención académica, sino que está dirigido al público en general y su principal objetivo es ayudar a identificar y evitar los efectos devastadores de la manipulación. Tampoco pretende reemplazar una terapia psicológica, sino, por el contrario, ayudar a aquellas personas que la requieran a descubrir esa necesidad.
La experiencia que ambas recogimos en la observación de la realidad con los enfoques propios de nuestras respectivas profesiones, nos impulsó a escribir este libro como un intento de denuncia frente a una verdadera epidemia social: la manipulación.
Empecemos por definir el concepto de manipulación.
Diremos, en principio, que consiste en ejercer influencia sobre alguien, induciéndolo a tomar decisiones o asumir comportamientos de manera diferente, incluso opuesta, de como lo hubiera hecho a partir de su propia decisión.
El manipulador consigue sus objetivos mediante el uso de la seducción, sin el consentimiento a priori del otro. Dirige la voluntad de la víctima, abusando de su sensibilidad y vulnerabilidad. La manipulación es siempre una agresión hostil. Es un ejercicio solapado, tortuoso, arbitrario y abusivo del poder, aunque la actitud del manipulador no sea provocada por las personas que padecen este tipo de agresión tal como él se esfuerza en demostrar.
Tampoco ocurre por casualidad, sino porque el manipulador encubre eficientemente la razón y la naturaleza de los motivos, de los medios y de los fines que persigue con sus acciones.
Todo manipulador posee una gran habilidad para fabricar impresiones de la realidad, ilusiones virtuales que le permiten esconder sus artimañas y ficciones. Es por esto que suele decirse que son grandes prestidigitadores.
Las personas afectadas por la manipulación pierden la capacidad de hacer un uso pleno del ejercicio racional; quedan inhabilitadas para reflexionar, resolver o elegir el curso de acción que más les conviene y tampoco están en condiciones de resistir o de liberarse de la relación de poder a la que están sometidas.
El manipulador puede negar consciente o inconscientemente lo que está haciendo; sólo sus “víctimas” pueden reconocer el abuso, porque son quienes lo padecen; aun así, en algunas circunstancias no llegan a darse cuenta del maltrato que soportan y, a veces, hasta lo justifican.
Es muy poco frecuente que un manipulador se muestre tal cual es; el ocultamiento bajo alguno de sus disfraces, sobre todo de los más seductores, puede ser tan efectivo que la persona manipulada no sólo no lo identifica como tal sino que, probablemente, se irrite o enoje con quienes, por ayudarla, intenten hacérselo notar.
Un manipulador no es una persona como las demás, manipula porque el modelo aprendido en sus experiencias traumáticas infantiles no le permite hacer otra cosa. Así como una persona vulnerable de ser manipulada está marcada por vivencias traumáticas de su infancia y es ésta la razón de mayor peso por la que se “engancha” con un manipulador.
Por medio de la manipulación, un individuo puede destruir a otro, dado que se trata de una verdadera intrusión en su psiquismo, que puede terminar incluso en una demolición psíquica. Este tipo de violencia, que generalmente se manifiesta por medio del abuso verbal, es una agresión solapada que si bien no deja huellas o cicatrices como ocurre con la violencia física, es igualmente dolorosa y de graves consecuencias, porque, al decir de muchos manipulados, “te rompe el alma”.
Es una situación que puede darse en cualquier ámbito, tanto familiar, laboral, como social.
Tampoco discrimina por estrato socioeconómico o cultural.
Si bien todos, tanto hombres como mujeres, podemos ser manipuladores1, la conciencia social suele ser más permisiva con los abusos de los hombres; está instalada la tolerancia social para con ellos.
En la mayoría de las sociedades, los hombres han sido socializados en la creencia de que se los habilita para hacer “uso del abuso” respecto de la mujer y los hijos. En muchos países se está tratando de modificar esta forma de pensamiento y de conciencia errados que traen graves consecuencias. De hecho, en lugares como México y España, las estadísticas sobre violencia de género son aterradoras. En México, cada 15 segundos una mujer es agredida; en la mitad de las familias se registra alguna forma de violencia y en uno de cada tres hogares existe maltrato emocional, intimidación, abuso físico y sexual contra las mujeres.
En España, numerosos estudios han demostrado que una de cada tres mujeres, en algún momento de su vida, ha sido víctima de violencia sexual, física o psicológica perpetrada por hombres.
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Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Muchas gracias por los conceptos elogiosos sobre nuestro libro.
Les informo además que salió el segundo. Se llama «Vidas sometidas» y es un enfoque más orientado a saber: ¿Por qué la víctima tolera ese tipo de maltrato»
Cordiales saludos
Graciela Chiale
Graciela felicitaciones!!!!…. buenisimos esos libros!!!!…. Tuve el placer de leer; la trampa de los manipuladores y vidas sometidas . Me ayudaron a decir basta y las reflexiones en los libros son exquisitas.
Besos
LA VERDAD ESTE TEMA DE LA MANIPULACIÓN ESTA MAS PRESENTE DE LO QUE PENSAMOS, PUES POR DESGRACIA LA GRAN MAYORÍA DE LAS PERSONAS ESTAMOS AFECTADAS DESDE NUESTRA NIÑEZ Y NOS VOLVEMOS A VECES PRESAS FÁCILES DE OTRAS PERSONAS MÁS DEBILES QUE NOSOTROS QUE PUEDEN DISFRAZAR HÁBILMENTE SUS DEFICIENCIAS Y ARREMETER CONTRA LAS DEBILIDADES DE OTROS, PERO LA VERDAD ELLOS RESULTAN SER GENTE DE BAJA AUTOESTIMA E INSEGURA, QUE PENA DEJARNOS ORDENAR POR PERSONAS TAN DEFICIENTES. FELICIDADES POR ESTAS LECTURAS EN VERDAD SON DE GRAN AYUDA.
Psiqueyros,
Al leer en tu artículo el término “El Monstruo y su perfil manipulador”, indefectiblemente vino a mi mente el análisis de los arquetipos del gran maestro Jung. Creo que la titulación elegida no es casual, ya que podría aventurarse que el perfil manipulador podría corresponde al arquetipo del Monstruo desde la perspectiva de Jung. Me parece simbólica la expresión más que elegida al azar.
Paso a explicar….
Jung divide a la psique humana en tres partes:
1. El yo ( la mente consciente)
2. El inconsciente personal ( aquello que no esté presente en la consciencia, pero que no está exenta de estarlo)
3. El inconsciente colectivo (reservorio de nuestra experiencia como especie; un tipo de conocimiento con el que todos nacemos y compartimos con la humanidad)
Los contenidos del inconsciente colectivo son los llamados arquetipos. El arquetipo carece de forma en sí mismo, pero actúa como un “principio organizador” sobre las cosas que vemos o hacemos. Funciona de la misma manera que los instintos en la teoría freudiana.
Instintos y arquetipos son aprendidos por el ser humano como imágenes de fantasía: por la vía de los complejos y símbolos y nunca de manera directa. Claro que en la teoría jungiana hay espacio para los instintos y el sexo, éstos forman parte de un arquetipo llamado la sombra. Deriva de un pasado pre-humano y animal, cuando nuestras preocupaciones se limitaban a sobrevivir y a la reproducción, y cuando no éramos conscientes de nosotros como sujetos. Sería el lado “oscuro” del Yo. Como dijimos que es simbólica su expresión es que al leer el título recordé que justamente los símbolos de la sombra incluyen la serpiente (como en el Jardín del Edén), el dragón, los monstruos y demonios, en los sueños muchas veces aparecen simplemente como ¡se esté peleando con uno mismo!.
Traigo a colación dicha explicación sintética para concluir con la reflexión interna de talvéz las personas manipuladoras o que poseen un perfil manipulador, estén actuando desde lo más interno de sí su sombra e inconscientemente desde modelos aprendidos desde muy pequeños, que le funcionaron en su contexto de niñez, en algún punto desde el arquetipo presente en su inconsciente colectivo. De hecho considero que en mayor o en menor grado toda la humanidad presentó, presenta y presentará actitudes y actuaciones manipulatorias en algún momento, cada uno de nosotros las tuvimos en algún momento y circunstancia. Ahora bien, el tema es que cuando la sombra se actualiza como parte integrante del Yo, sin culpa ni reflexión alguna, estirpando al Yo inconsciente y privándolo de todo posiblidad de consciencia, creo que allí es cuando la sombra, el Monstruo se apoderó del Ser. Me resulta anecdotario recordar una vez cuando una mujer me dijo para referirse a su marido está como un monstruo!!!. Simbólico no?
Muchas Gracias!!!
Excelente Gema, no me queda nada que agregar, al contrario aprendí bastante con tu comentario. Muy interesante lo de la «sombra», es una vez más la realidad implacable de que cuando nos peleamos con algo, al final nos peleamos con nosotros mismos……
hace 20 años que convivo con manipulador. tal cual mi vivencia como todas cuentan, yo todavia no se porque se tolera tanto este maltrato, estuve años con tratamiento psicologico y psiquiatrico con medicacion, hasta que deje todo, no entendia, me desengañe buscando en internet y asi abri el ojo, me siento tan vacia y tan insegura que me da miedo y trasladar todo mi problema a otras personas que me quieren ayudar.
convives aún hoy en día con un manipulador?