El uso excesivo de internet puede causar graves daños cerebrales a un adolescente comparables a los que producen el consumo de cocaína o alcohol, según un estudio efectuado por investigadores de la Academia China de Ciencias, publicado hoy.
La investigación, que estudió a 17 adolescentes «adictos a internet» y comparó los resultados con los de otros 16 jóvenes, determinó que el uso de la red entre jóvenes cuyo cerebro aún no se ha formado completamente puede causar daños en la «materia blanca» de este órgano.
En concreto, el excesivo uso de internet desgasta la mielina, una sustancia que cubre y protege las fibras neuronales, según el profesor Lei Hao, del Instituto de Física y Matemáticas de Wuhan, uno de los autores del estudio, citado por el diario independiente South China Morning Post.
Lei explica que las fibras neuronales funcionan a modo de «transmisión eléctrica» en el sistema nervioso, y en tal símil la mielina sería comparable a la cobertura plástica de un cable: al dañarse ésta, puede afectar a la comunicación neuronal.
Ello puede suponer desde problemas en la toma de decisiones de un adolescente a una menor capacidad de controlar sus sentimientos o su comportamiento, señala el estudio, que según la psiquiatra Henrietta Bowden-Jones, del Imperial College de Londeres, y citada por el diario, puede marcar un antes y un después en la forma en la que se trata la adicción a internet.
Los 17 adolescentes adictos estudiados son pacientes del Centro de Salud Mental de Shanghái (este de China).
La adicción a internet no es un concepto aceptado por toda la comunidad científica, pero sí se considera como enfermedad en el país asiático, donde existen centros de rehabilitación en este sentido (algunos de ellos suscitaron polémicas en el pasado por el uso de técnicas como el electroshock o la violencia física).
El estudio chino ahora publicado aclara que de momento la relación directa entre el uso de internet y los daños cerebrales se ha comprobado sólo en adolescentes y no en adultos, por la diferente estructura de su cerebro. EFE
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