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Bartolomé Pérez Gálvez
La prevención escolar sobre el consumo de alcohol es necesaria, pero no suficiente. Se precisan leyes y medidas que exceden la información: la prohibición del consumo a menores de 18 años y de la ingesta en la vía pública, y la restricción a la publicidad cerca 
de los colegios son algunas. Así opina el español Bartolomé Pérez Gálvez, psiquiatra y director de Drogrodependencias de la Valencia (España), entre 1995 y 2005.
El ex funcionario español asegura que a los 18 años el cerebro no está preparado para recibir alcohol, y que la solución más acertada es restringir el acceso. Invitado por la Secretaría de Coordinación en Prevención y Asistencia de las Adicciones para disertar sobre la experiencia española en políticas públicas frente al problema del alcohol, Pérez Gálvez conversó con La Voz del Interior .
–¿Cuán grave es el problema del alcohol en el mundo?

–Es la segunda o tercera causa de morbilidad, de daño a la salud en la población entre 15 y 44 años. El problema es serio 
en los adolescentes; es la droga fundamental. La primera. Cuando hablamos de droga pensamos en cocaína, heroína, marihuana, pero la droga número uno, a años luz, es el alcohol.
–¿Es una droga de inicio?
–No es sólo de inicio. Es de inicio y de mantenimiento. Es la droga sobre la que más hay que actuar, y sobre la que más fácil podemos actuar. Al ser una droga legal podemos implementar medidas que, de otra forma, no podemos.
–¿Cómo se puede prevenir desde las escuelas?
–La prevención escolar es fundamental. Debería haber programas de prevención en todos los centros escolares. ¿Eso va a solucionar el problema? 
No, porque la escuela es sólo una parte de la vida de los jóvenes. Pero si, además, limitamos el acceso, prohibimos que se consuma por debajo de una edad, limitamos la venta a partir de una hora, y prohibimos el consumo en la vía pública, conseguimos que el problema baje. La prevención escolar no es la solución, pero es una condición sine qua non para que descienda el consumo de alcohol.
–Cuando hablamos de prevención, ¿de qué hablamos? ¿De información, o de algo más?
–De más. En nuestra experiencia, cuando la prevención que hacíamos se basaba sólo en la información, en la conciencia social contra la droga, curiosamente los jóvenes que participaban de esos actos acababan consumiendo más que los otros. Al dar información, le generábamos curiosidad. Hay que hacer programas que incluyan información pero que también in­cluyan otro tipo de actuaciones. Por ejemplo, que los chicos sepan enfrentar la presión del grupo. Todos los jóvenes saben que beber en exceso es malo. El 90 por ciento está muy bien informado sobre lo malo que es el alcohol y las drogas, pero consume. Hay jóvenes que beben alcohol para mantener una relación, para hablar. Beben para atreverse a mantener relaciones sexuales. Hace falta que los jóvenes tengan habilidades sociales para que no busquen el alcohol como medio para hacer otra cosa. La prevención escolar 
debe tener incluido todos esos aspectos.
Mensajes
–¿Cuánto influye la publicidad?
–Muchísimo. Primero, porque hay un posicionamiento de marca. Si estoy viendo permanentemente una marca, finalmente la pruebo por curiosidad. Y, segundo, por el tipo de mensaje que se transmite. Estoy viendo spots televisivos por Internet para una investigación sobre la respuesta emocional de los jóvenes ante cierta publicidad. Lo que se observa es que los más agresivos son los argentinos y los brasileños. Hay dos líneas conductoras llamativas: una es el patriotismo y, otra, el éxito en las relaciones. Esos mensajes afectan mucho.
–¿Qué políticas se pueden implementar para bajar la edad de iniciación en el consumo?
–La fundamental es que haya menos acceso. Si no tengo acceso a una sustancia, tengo menos riesgo. Si tengo dificultades lo mismo consumo, pero consumo menos. Para disminuir el acceso hay que encarecer el producto, vía impuestos, vía cánones, vía precios. Productos más caros se compran menos. El segundo, es limitar el consumo en la calle. En mi tierra es muy común, y el consumo en la calle genera mucha presión social. Hay que prohibir el consumo 
de menores, no se puede castigar a un menor por adquirirlo sino a quien le entrega a un 
menor de 18 años.
–¿A los 18 años, el organismo está preparado para el alcohol?
–Hay un problema con la edad. A veces me dicen: en su país un joven a los 16 años puede trabajar, pero no puede beber alcohol. La edad natural en la que podemos tomar decisiones es a los 25 años, y cualquier científico lo puede decir. El lóbulo frontal no se desarrolla hasta los 21, 23 ó 25 años. En cambio, por otra vía van los derechos de la sociedad. A los 18 se puede votar. Parece que si un señor puede elegir al presidente de un gobierno no podemos prohibirle beber alcohol, pero eso no significa que a los 18 años el cerebro esté capacitado para aguantar el machaque del alcohol. Eso hay que recordarlo siempre.

Autor: Eduardo Montoro

Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.

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