Un minotáurico (por el tamaño de las respuestas mínimamente satisfactorias) comentario de Teseo devino en post. Ahí va nuestro intento de salir del laberinto:
1- La psicoterapia simbólica es elegida por la mayoría de los religiosos para tratar sus problemas.
Usted me desayuna de que la terapia simbólica es usada por la mayoría de los religiosos. Hasta donde conocí en Europa la cosa estaba repartida, los jesuitas hacían psicoanálisis ortodoxo, los salesianos psicología existencial, los legionarios cognitivo-conductual (en general, obvio, debe haber excepciones a todos los casos), aquí en Argentina conocí varias monjas entusiasmadas con la psicología trans-personal que es de matriz jungiana. No tengo un conocimiento muy profundo de la psicología simbólica, pero también es de matriz jungiana. El problema de la mayoría de los jungianos es que tienden a ser mistificantes, serían algo así como los platónico-agustinianos de la psicología. De todos modos es justo reconocerle a Jung el descubrimiento más profundo de la psicología contemporánea (no se si el más influyente o el más importante) que es la distinción entre Yo y sí mismo, en términos filosóficos entre imagen de sí y ser, que es fundamento de tal imagen. En sicología fue como encontrar la salida al laberinto de Creta por parte de Teseo, fue una bocanada de libertad frente al determinismo freudiano. El proceso de individuación en Jung (entiéndase el crecer como persona) consiste en la búsqueda del sí mismo desarticulando todas las construcciones del yo. De todos modos es siempre un proceso inmanente, es como una toma de conciencia de una totalidad de la que todos somos parte. Pero esto como conclusión última, como dirección de la filosofía implícita, lo que no quita que, en una fase de tratamiento en concreto, la desestructuración del yo sea siempre algo muy saludable. Ahora como orientación filosófica, en sus últimas instancias, no lo comparto. Mi punto de partida es siempre la experiencia de un Yo (Yo en sentido filosófico, psicológico sería un sí mismo) en el Mundo, y esa experiencia también es de una irreductible alteridad y heterogeneidad. Es decir que hay dos polos, una subjetividad y una alteridad (o mundo) en tensión, y ninguno puede disolverse en el otro. El subir en estados de conciencia jungiano siempre me da la sensación de que cae en la disolución de ambos polos de la tensión existencial, llegando a una transconsciencia que, mutatis mutandis, me recuerda demasiado al absoluto hegeliano.
2-¿Cuáles son sus ventajas y falencias?
No puedo contestarle muy en concreto sobre la Psicología Simbólica, tendría que conocer un terapeuta (mejor varios) en concreto que la use. Toda teoría asumida sinceramente termina reflejando un modo de ser, un estilo, y me gustaría ver si esos modos de ser de estos terapeutas son sanos. En principio como terapia no tendría mayores reparos. Ahora como estilo que alguien puede asimilar es probable que se presenten ciertas características mistificantes típicas de los jungianos, esto es sólo opinión, para decirlo con conocimiento de causa tendría que conocer las personas en concreto.
3-¿Se puede canonizar una corriente psicológica?
Usted me provoca con sus preguntas como un Sócrates burlón que ya conoce las respuestas. Víctima de su provocación mi respuesta es de la más rotunda negatividad. No se puede canonizar ninguna línea, y mi querido Sócrates déjeme ir más allá, salvo el credo y los dogmas de fe no hay que canonizar nada en la vida (entiéndase de aquí en más canonizar en sentido estrictamente filosófico). Canonizar es siempre un acto de pereza existencial (por parte de quien se cree la canonización) y de un paternalismo devorador de identidades (por parte de quien pretende que los otros se crean la canonización), “¡Sapere aude!” (osad saber, pensar, juzgar o conocer [algunos de los modos como lo han traducido]) repetía Kant incansablemente, y tenía razón. La psicología es una ciencia en pañales todavía. Cada línea adopta un punto de vista y una aproximación epistemológica al problema del hombre que muchas veces entra en contradicción con otras líneas, pero la mayoría de las veces es aparente, las contradicciones surgen por falta de conocimientos filosóficos que puedan superar los problemas de lenguaje y de perspectiva. Decía que la mayor parte de las discordancias son aparentes y con esto me refiero a la explicación de la conducta del hombre. Como toda ciencia, cada una construye un vestido y se lo aplica a la conducta del hombre según su perspectiva. Los diversos vestidos se parecen mucho, todos tienen mangas, cuellos, piernas, cintura, etc. Pero pueden diferir muchísimo en la “tela conque están hechos”. La tela, o lo que es lo mismo, la última ontología implícita que implica ese vestido, puede ser muy diversa. Yo he hecho terapia en varias líneas (psicoanálisis, congitivo-conductual y últimamente gestalt) todas me han servido de una manera u otra lo que sí he sentido es la diversidad de los resultados. En algunas era como andar en un Fiat 600 en otras parecía un Lamborghini. En ese sentido retengo por muy eficaz a la terapia gestáltica. Parte de la experiencia, busca integrar toda la persona y va derecho, y sin pérdidas de tiempo, a resolver “situaciones inconclusas” que todos tenemos, la podría definir como una psicología de la libertad. Pero ¡atento amigo Teseo!, hay un gran problema con la psicología práctica ¡Es un arte! Sí, la puta madre, es un arte y el arte depende casi en su totalidad del artista. Por más que se haya recibido con cuatro de promedio un ingeniero le puede hacer una casa, por más que un médico sea un zopenco, en general (al menos de las enfermedades más comunes), lo va a sanar, pero un psicólogo que no sea un artista de su arte simplemente no ayuda, no hace crecer, no sirve, aún suponiendo que tenga la mejor de las filosofías y la mejor de las líneas psicológicas.
4- Las patologías más destacadas en los ambientes religiosos tiene que ver con una falencia en el proceso de formación de la personalidad. ¿Se puede considerar, in absoluto, psicológicamente, una total anulación de la responsabilidad antes de la profesión religiosa? Esta pregunta viene a cuento de recientes sucesos dolorosos que parecerían orientar la respuesta a una afirmación sin más. Yo tengo mis dudas acerca de una total falta de libertad en un caso dado, salvo “chifladura” completa.
Comparto su opinión, en principio todo religioso, mientras no sea un psicótico y se mantenga en el campo de la neurosis mantiene su libertad. Los mandatos sociales son muy fuertes y condicionan enormemente la libertad, prueba cantante los desastres que hacen los seminarios, pero no la anulan. En mi opinión sólo hay un caso que puede admitirse violencia al punto tal de viciar el consentimiento de una profesión (o cualquier otro consentimiento). Es el caso de sufrir violencia para dar un consentimiento por parte de una figura parental o de apego (padre, madre, o quien hace las veces) que sea primaria. Los vínculos primarios enfermos pueden engendrar violencias que vician el consentimiento. En general los vínculos sociales no. Y menos en la cultura de hoy en día que nos formatea con un fuerte individualismo en contra de esto.
5- ¿Cuál debiera ser la modalidad a la hora de tratar curas y psicólogos en la “formación” de seminaristas?
En primer lugar si el Cura debe ser un profesional de la “cura de almas” debería ser un profundo conocedor del hombre… y esto no pasa… y no pasa casi nunca… ¡cuesta un huevo simplemente encontrar un cura que escuche! Y si no escuchan, si no saben sintonizar con la persona que tienen adelante ¡cómo carajo van a curar las almas! Todos los fieles comunes que conozco tienen a los curas por tipos que están en su mundo, y se quejan de eso, y con mil pequeñas indicaciones fenomenológicas ponen de relieve y describen, sin saberlos, todos a la vez, un síntoma: Narcisismo. Estoy absolutamente convencido que los curas deberían conocer tanta psicología casi como la que conoce un psicólogo, no para curar psicológicamente (que es tarea del psicólogo), sino para no hacer daño en este plano pretendiendo transmitir la fe o no volverla ineficaz. En un tiempo apenas bastaba conocer la Sagrada Escritura para ser cura, después fue necesaria la Teología, le siguió la filosofía, hoy en día al menos deberían conocer toda la psicología evolutiva, que no es otra cosa que el constituirse de la identidad del hombre a través del tiempo, y las líneas principales. Esto produce catarsis, leer y estudiar psicología hace de espejo de lo que somos y nos ayuda, si no caemos en la trampa de mirarnos a nosotros mismos todo el tiempo. Estoy convencido que hace bien, tengo mucha experiencia universitaria y solamente en la facultad de psicología tuve la experiencia que la mayoría de los profesores eran humanamente hablando buenos tipos (un par de chiflados también encontré allí). En el resto, incluyendo filosofía y teología (muchos curas), la mayoría de los profesores tenían un gran desequilibrio, producto de una disociación afectiva (entre otras cosas), que les hacía invertir todas sus energías en aquello que les queda cómodo: leer y estudiar.
Si los juicios se contraponen, suponiendo que ambos son sabios, doctos y prudentes en su campo y cristianos, entonces hay que ver en que campo radica el desacuerdo. Si el desacuerdo es de campo netamente psicológico, yo le haría caso al psicólogo. Por ejemplo, me dice que este chico está haciendo brotes psicóticos y el cura sostiene que en realidad Cristo le habla, entonces le haría caso al psicólogo. Si por el contrario el chico manifiesta vocación misionera, un campo más de prudencialidad sobrenatural, y con todos los discernimientos prudentes la cosa se mantiene y el psicólogo dice que se va a quebrar cuando lo manden a China, y este tema lo han trabajado con el chico, el psicólogo y el cura. Y aún así y todo la cosa apunta siempre en la misma dirección, no se puede limitar el libre juego del alma con Dios y hay que darle vía libre.
7- ¿Puede una certera y normalísima dirección espiritual suplir el consultorio? Cuente con la situación “favorable” de tratarse de un director prudente y sabio (estudiado, diríamos)
Yo agregaría a lo ya dicho por Wanderer un par de sugerencias. Estas sugerencias son cosas que yo haría si estuviera en la misma situación con toda la experiencia vivida (lo cual es un imposible metafísico), sin pretender que tengan un valor universal. Haría por mi cuenta una carrera de filosofía, en la UCA, por ejemplo, o en alguna Pontificia, la Gregoriana por ejemplo, donde se estudia bastante más que en cualquier seminario, además de estar en contacto con Profesores de Filosofía de verdad, no meros improvisados (que es en realidad lo más importante, a la postre. La exigencia o fama institucional es un mito, lo más importantes son los buenos maestros). Después haría una licenciatura en teología y aquí pediría convivir en alguna parroquia con un sacerdote todo ese periodo, para tener de primera mano y en primera persona un testimonio de lo que significa ser sacerdote. No es necesario que sea un santo, ni un formador, sino apenas un punto de referencia para ver en concreto durante unos cuatro o cinco años que es lo que voy a hacer por el resto de mi vida. Que es eso y nada más que eso y difícilmente algo más que eso que estoy viendo. En este punto no hay que olvidar que un seminario es siempre un ambiente artificial, y en cuanto ambiente engaña porque lo hace sentir a uno bien con ese ambiente artificial y proyecta ese sentirse bien, en esa determinada situación, respecto de la vida sacerdotal que no tiene nada que ver en absoluto con vivir en ambiente de seminario. Todas nuestras decisiones en el fondo como dice san Ignacio las tomamos por consolación-desolación (en términos cognitivos conductuales, mutatis mutandis, refuerzo- no refuerzo). La consolación del seminario podemos proyectarla a una vida que no tiene nada que ver con el tipo de vida que causó ese tipo de consolación. Después de ese tiempo conviviendo con un sacerdote y si la gracia de Dios me confirma en esa dirección con sus consolaciones respecto de lo que veo y experimento en concreto de lo que es ser sacerdote, recién entonces pediría ser ordenado.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Muchas gracias. Contestado, y con creces.