El hecho de ayudarle a una persona en este estado a establecer límites reales entre el yo y el no-yo es sin duda ya algo altamente terapéutico. Como decíamos la raíz de la ausencia de curiosidad está en que el universo positivo, es decir fuente de todas las perfecciones y bondades de la realidad, se encuentra en el yo, y el universo negativo, exactamente lo contrario del positivo, se encuentra en el no-yo. Entonces, en última instancia, no hay necesidad de nada distinto de mí para encontrar la plenitud de ese universo. No hay, por tanto, necesidad de buscar fuera del universo del yo nada que sea auténticamente constructivo, lo cual evidentemente decreta la muerte de toda curiosidad, que es una relación de tensión cognocitiva con el no-yo. Ya en la restauración de esa curiosidad, que se da en el proceso terapéutico, ese mismo hecho está ayudando a restaurar en el paciente algo esencial para la posible curación: los límites reales del yo y del no-yo. Restableciendo esos límites se cura también una exigencia desproporcionada altamente generadora de angustia: “el otro tiene la obligación de entenderme perfectamente en mi subjetividad”. Exigencia derivada de la amplitud y vaguedad del yo, que tiene límites confusos, y que de algún modo hasta engloba al otro. Restableciendo los límites reales del yo mediante una terapia ordenada a educar y corregir también la confusa comunicación de las propias percepciones, confusión que es justamente lo que genera la exigencia desproporcionada de comprensión por parte del otro, se restablece una sanísima relación con el medio, libre de ansiedades y exigencias imposibles de ser satisfechas. Además que, muy probablemente, por medio de una comunicación restaurada, en la que no se presuponga que el otro está en mi subjetividad, el paciente tendrá ciertamente más éxito en la satisfacción de sus demandas, en lo que estas tuvieren de legítimas y objetivas.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.