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Alejandro Frias
Temas como estos suelen saltar a las tapas de los diarios cuando ocurren casos como el de La Plata o aparecen estadísticas como la que se ha podido conocer este fin de semana. Sin embargo, hay gente que trabaja desde hace tiempo en ellos.
Ayer se aprobó en la Legislatura un proyecto presentado por la senadora Alejandro Naman (Nuevo Encuentro) mediante el cual se solicita a los representantes mendocinos en el Congreso nacional el tratamiento y debate de los proyectos para incorporar el feminicidio o femicidio como agravante del homicidio en el artículo 80 del Código Penal.
Concretamente, lo que se trató en la Legislatura es el envío de las notas presentadas por Naman (la primera, en mayo y aprobada por unanimidad) más unas dos mil firmas (de organizaciones y personas físicas) recibidas en dos tandas, la primera en octubre y la segunda la semana pasada, a la Comisión de Asuntos Penales del Congreso a fin de incorporar los expedientes como apoyo de la provincia de Mendoza al tratamiento de la figura de femicidio.
Para conocer concretamente cuál es la figura de feminicidio o femicidio que está en cuestión, conversamos con la legisladora Alejandra Naman.
– ¿Cuál sería, específicamente, el agravante ante la figura de femicidio?
– Una cosa es matar a una mujer en ocasión de un robo, por ejemplo, y otra cosa es matar a una mujer en virtud de relaciones interpersonales que puedan existir, tanto afectivas como laborales, y a eso es  a lo que nos referimos, a que el agresor es un hombre haciendo abuso, obviamente, de una relación de superioridad física, y frente a esto se produce el feminicidio, que no es matar a una mujer en cualquier acto, sino fundado en relaciones interpersonales, son casos en los que se conocen entre ellos la víctima y el victimario. De todas maneras, esto está en debate justamente, y fijate que se da la paradoja de que muchas veces estos homicidios son considerados como crímenes pasionales donde se aplica la figura de la emoción violenta, que es atenuante de las causales para las penas. En vez de un agravante, es un atenuante. O en el caso en que no estén casados, porque convengamos que muchas parejas viven juntas y tienen vida como si estuvieran casadas pero no están casadas, el agravamiento por el vínculo no se aplicaría, porque es hace referencia al que matare a su ascendiente, descendiente o cónyuge, y en estas no lo son, y al no ser cónyuges, no se puede aplicar la figura del agravante.
– ¿Y en el caso de una violación seguida de muerte?
– En ese caso hay otro agravante, pero es agravante por otra situación. De todas maneras, estamos hablando de casos fundamentalmente de violencia de género, en donde hubo casos emblemáticos acá, como el de Paula Toledo en el Sur mendocino y el de Fernanda Toledo en el Valle de Uco, donde una chica con cuatro hijos venía denunciando desde hace años la violencia física de su pareja, y cuando fue el momento de ser juzgado el asesino, se le aplicó homicidio simple, a pesar de que mató a la mujer delante de los dos hijos pequeños, de dos y tres años. Los familiares de Paula son también quienes piden que se incorpore la figura del feminicidio al Código Penal como agravante del homicidio, pero esto corresponde al Congreso, porque es código de fondo, por eso nosotros desde la Legislatura lo que hacemos es solicitarles a los legisladores nacionales por Mendoza que debatan este tema, porque hay que tener en cuenta estadísticas que son alarmantes, como que del 1 de enero hasta el 30 de octubre ha muerto una mujer en Argentina víctima de femicidio cada 30 horas. Entonces, frente a todo esto, creo que es fundamental incorporar esta figura y también hablar de qué pasa con la Ley de Violencia de Género, cómo se está aplicando acá en Mendoza. Y cuando se habla de género, no solamente se habla de mujeres, sino también de niños.
– ¿Se contempla a los transexuales?
– Bueno, eso no ha sido tratado, pero indudablemente tiene que ver con esa relación. No hemos profundizado en los proyectos, pero obviamente acá también podría llegar a darse este caso. Por supuesto que esto va a tener que tratarse cuando se debata en el seno del Congreso, pero yo entiendo que se incluyen todos aquellos casos en lo que hay una diferencia a partir de la cual se ejerce un acto de violencia, teniendo en cuenta esa situación de sujeción o en condiciones más desfavorable para la mujer, muchas veces fundadas fundamentalmente en la fuerza física o psicológica de quien es el que agrava la situación.
– Hay casos de mujeres que han terminado matando a sus parejas o agrediéndolas físicamente, pero después de haber sido sometidas durante mucho tiempo a violencia. ¿Se prevé también algún amparo en particular para ellas?
– En realidad, yo no sé si en el Código Penal, pero el procedimiento lo establece la provincia. Sin embargo, el Código Penal establece la posibilidad de que los jueces puedan evaluar la situación concreta, si bien tienen un corset dado por la tipificación del delito, existe también la posibilidad de identificar los agravantes o los atenuantes que puedan existir, pero esto depende de los casos concretos. Pero hay algo fundamental, que es sacarse de encima los prejuicios que muchas veces se tienen y ver las condiciones que se han manejado a lo largo del tiempo. Por supuesto, para mí, la incorporación del femicidio como figura agravante del homicidio en este momento es fundamental, porque, te repito, hay muchos casos de parejas que no están casadas y, por lo tanto, se da la paradoja de que, en vez de agravar el homicidio, se dice que es un crimen pasional y que hubo emoción violenta. Estas son las defensas más comunes que se emplean en estos casos, por lo tanto, se aplica un atenuante, porque cuando hay emoción violenta no se puede comprender la criminalidad del acto. Frente a esto, creo que es importante lo que nosotros vayamos haciendo, no sólo desde la provincia, sino también desde un plexo normativo donde los jueces tengan de dónde agarrarse para aplicar el femicidio como una forma agravante del homicidio simple.
– Me meto en un terreno más complejo. Tenemos una mayoría de jueces masculinos, y no quiero prejuzgar, pero también están dentro de una tradición de sociedad machista.
– En abogados, jueces, personas, hay cuestiones que están naturalizadas en una sociedad que a lo largo del tiempo ha sido machista y ha considerado a la mujer como un ser muchas veces inferior, frente a estos prejuicios, que han estado naturalizados y que a veces se ven fomentados por el estereotipo de la mujer como un objeto sexual, y podemos hablar de la trata de personas, de la pornografía infantil. Creo que hay muchas cosas contra las cuales se debe luchar, pero también que ha cambiado mucho el panorama en el último tiempo. Sin embargo, me preocupa el incremento que ha existido en casos de violencia contra las mujeres, y esto creo que tiene que ver también con la mediatización de ciertos roles de la mujer, que ciertamente nos perjudican y que se ven en ciertos caso, como el de Barreda o el de la masacre de anteayer en La Plata, donde te das cuenta de que estos tipos son personas psicópatas, que es una personalidad intermedia entre el sicótico, que es un enfermo mental e inimputable, y la personalidad más normal. El psicópata no tiene ningún freno inhibitorio, no tiene ningún remordimiento o resentimiento, estas personalidades sicopáticas comprenden perfectamente el acto que desarrollan y las matanzas, porque normalmente, cuando se producen estas masacres en donde se involucran hasta una nenita de once años, intervienen personalidades sicopáticas, que son muy peligrosas, que pueden volver a cometer el mismo delito en otra relación enfermiza afectiva y que tienen un nivel de violencia enorme. Frente a todo esto, preguntémonos qué está haciendo el Estado para detectar precozmente los casos de violencia familiar, para tratarlos debidamente, para darles a las mujeres lugares de albergue. Todo esto es un trabajo profundo que se debe realizar, y que cuando suceden dramas como el que acabamos de ver, nos deben hacer reflexionar sobre qué es lo que está fallando. Y ante todo esto tiene que haber presupuesto, decisión política y, además, mucho trabajo de la Justicia, de la policía y de las organizaciones, para que la mujer se anime a denunciar, porque vive atemorizada, y que esa mujer que se anima a denunciar pueda tener el albergue necesario hasta que la Justicia haga la exclusión, la prohibición de acercamiento y todo lo necesario para asegurar su seguridad física y la de sus hijos.

Eduardo Montoro

Autor: Eduardo Montoro

Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.

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