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PROCESO DE CONOCIMIENTO
CONSTITUCIÓN DEL SUJETO Y EL OBJETO DE CONOCIMIENTO
SU RELACIÓN. EL APRENDIZAJE Y SUS VISCISITUDES
 
¿Cómo llega el ser humano a adquirir la condición de sujeto del conocimiento? Para responder a esto es necesario reflexionar sobre la génesis del conocimiento, así como sobre las distintas formas de aprender y la evolución del aprendizaje.  En el desarrollo de una relación activa entre el sujeto y el mundo objetivo surgen las distintas formas de conocer.  El conocimiento tiene un primer momento sensible, que es su fundamento; un segundo momento conceptual, lógico, en que se elaboran los datos de los sentidos; y tercero, un nuevo momento práctico, transformante, sentido final del conocer.
Todo lo existente es potencial objeto de conocimiento.  El sujeto de conocimiento se configura en el “hacer”.
¿Cómo llega a ser privilegiado por nosotros, un cierto sector de la realidad, que es el que conocemos?.  ¿Qué es el  conocimiento?  es un proceso en el que se va estructurando la representación o el reflejo, la presencia sensorial o ideal del objeto en el sujeto.
El aprender se  desarrolla en una secuencia no lineal, sino espiralada.  En tal proceso se atraviesan diversos momentos, con situaciones dilemáticas y problemáticas, como así también suelen aparecer obstáculos.
Caracterizamos al conocimiento como una relación entre el sujeto y la realidad, por la que surge un registro, que en un primer momento es sensible: emerge de una actividad sensorio-motríz.  A partir de ese primer registro, comienza a desarrollarse en el sujeto una actividad interna, que se repite y complejiza a medida que se repite y complejiza la actividad práctica del sujeto.
De la sensación como primer registro, surgen imágenes, representaciones parciales, que formarán parte de representaciones más generales.  Esto dará lugar, más tarde a la configuración del concepto.  El concepto, es un pensamiento que expresa la naturaleza concreta del objeto, reconstruye al objeto en su  complejidad, involucra a los elementos y relaciones que constituyen al objeto.  Los conceptos tienen un referente: hacen referencia al mundo objetivo.
El sujeto inicia su actividad práctica, a partir de la necesidad; ella es la que genera el impulso motor por el que el sujeto explora la realidad.  Esa exploración provoca una desestabilización, porque el organismo es un sistema abierto, en constante intercambio con el medio, este intercambio es lo que desestabiliza al organismo, y se generan necesidades que promueven movimientos de reestructuración y equilibrio, a esta situación podríamos denominarla satisfacción.  Esto es ya un proceso de aprendizaje, que implica un conocimiento, y una forma de inteligencia, como adaptación al medio.
Al analizar la relación bebé-pecho, las primeras acciones son reflejas, no tienen direccionalidad, ni intencionalidad y es el encuentro con el objeto lo que transforma la desestructuración del recién nacido en necesidad.  La respuesta del medio es la que descifra la necesidad, la cifra y la encodifica, a partir de la respuesta queda señalado el lugar del otro.  Por lo tanto es la necesidad lo que va a dar lugar a la direccionalidad y la experiencia lo que va a tornar el objeto en significativo.
Piaget, sostiene que el conocimiento implica el pasaje de una relación mítica, (la interpretación de hechos y relaciones de una manera parcial y a veces deformada) a una relación más totalizadora y transformante.
El cómo y qué se conoce, remite entre otras cuestiones, al como pensamos, y esto a su vez a la identidad; por ello, es que todo objeto de conocimiento que implique un cambio en la percepción de sí, o la organización de sí tiende a ser rechazado.  Cuestionar como pensamos, como conocemos y qué es conocer toca un área que ha sido sometida a la represión en los aprendizajes infantiles.  Aprendemos a aprender, entre otras cosas, a través de la pregunta, y la pregunta no siempre está señalada socialmente en forma positiva; también aprendemos a aprender en juegos identificatorios, de relaciones de poder-sometimiento, en torno a una organización social del saber.  Ciertas temáticas movilizan modelos, desencadenando una situación confusional: surge a veces la desestructuración, o bien la toma de distancia como defensa: estamos frente a un “obstáculo epistemofílico”, en él el objeto se sitúa en el campo del conocimiento como enemigo del sujeto, surgen ansiedades intensas por la vivencia de con-fusión, de ser uno con el objeto, pueden aparecer temores de tipo fóbico o paranoide.  También puede ocurrir como un momento normal que se supera.  Hay aprendizajes que despiertan una fuerte resistencia emocional, ya sea por las características del objeto mismo (por ejemplo, la locura, la muerte), o porque ponen en peligro la identidad del sujeto, cuestionando su visión del mundo y problematizando lo que antes era aceptado como incuestionable.
El aprender y el crecer, conservando y enriqueciendo la identidad, implica integrar las rupturas, articulando lo pasado y lo presente en una redefinición de lo previo.  Por eso, el aprendizaje tiene una compleja dimensión temporal.  Se encara desde la historia, desde lo pasado que es el marco referencial desde el cual se interpreta el presente.  Pero es necesario reconocer en la nueva situación lo que se impone como diferente; sin este reconocimiento no podemos aprender.  También es necesario encontrar en  lo previo lo semejante, reencontrarse con los referentes, que permitan poner en juego la historia de nuestro saber.  Si no se logra reconocer lo diferente, lo diverso, la respuesta será repetitiva y alienada, sin aprendizaje.
Por Lucía Quiroga

Autor: Eduardo Montoro

Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.

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