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(Este post es un mail que envié hoy a Sergio Bergman, quien amablemente cedió su dirección a quienes no pudimos hacerle preguntas en su exposición)
Estuve ayer en tu ponencia en San Juan y fui uno de los que no tuvo oportunidad de hacer su pregunta por motivos de tiempo (el señor de la camisa azul, según el locutor). Intento participar en política pero hay algo ante lo cual no puedo claudicar, y ni siquiera te diría que es una cuestión de valores, es simplemente una cuestión de SALUD, salud psíquica. Vos dijiste que para operar hay que estar dispuesto a mancharse con sangre, y estoy dispuesto a eso, pero no estoy dispuesto a invertir mi energía psíquica detrás de un proyecto que indefectiblemente me lleve en una dirección: enfermarme. Rozitchner dijo hace algún tiempo: “para querer ser presidente, una persona tiene que tener alguna patología”, yo lo atribuiría a la mayoría de los cargos políticos de primera línea (intendente, gobernador, etc.), salvo honrosas excepciones. Hay un problema muy grueso en esto de la política, y que no se restringe solamente a la política, el poder, en general, es psicopatizante. No por supuesto considerado como una fuerza determinista absoluta que engendra psicópatas, pero sí como un elemento propiciante permanente de tal deformación. Son muy pocos los que logran escapar a la tentación, y en esto te doy la derecha, sólo es posible en base a valores. Creo que nuestra cultura occidental, simplificando brutalmente, tiene dos paradigmas interpretativos respecto del valor de la política. Uno el judeo-católico (también simplificando brutalmente) que parte del mismo Antiguo Testamento con la resistencia divina a dar un Rey a Israel y maravillosamente tipificado en la parábola que Jotam le gritó a Abimélek (que suciamente se acababa de hacer proclamar Rey de Israel) desde el monte Garizim, que resumo en la irónica respuesta del olivo: «¿Voy a renunciar a mi aceite con el que gracias a mí son honrados los dioses y los hombres, para ir a vagar por encima de los árboles?», el catolicismo conservó para occidente esa tensión por la trascendencia que recibió del judaísmo doctrinalmente más puro, paradójicamente su peor enemigo, los fariseos, tensión la cual conlleva indirectamente a despreciar la política. Por otro lado (más simplificación brutal) está el paradigma saduceo-grecolatino-protestante, con una visión más inmanente de la realidad, que podríamos decir que marca su ápice de la defensa de la República con el mismo Pericles cuando dice: “miramos al que rehúye el ocuparse de política, no como una persona indiferente, sino como un ciudadano peligroso”. En base, principalmente, a la primera lectura paradigmática de la realidad terminamos cayendo, sobre todo aquí en el interior, en la búsqueda de soluciones paternalistas o mesiánicas que nos liberen de la obligación de “meternos”, ¿para qué meternos si ya tenemos un papá-mesías que se ocupa de todo?. Pero, te repito, lo que a mí me preocupa no es un problema de valores, es un problema de salud. Quiero contribuir en algún proyecto político, pero si el líder es un psicópata puede hasta tener éxito, pruebas no nos faltan en la historia contemporánea argentina, sin embargo lo que es seguro es que enferma a todos los que están a su alrededor, y aquí no es una cuestión estadística, aquí es una cuestión absoluta, quien forma “sistema” con un psicópata se enferma, sin más. No vi en vos los rasgos típicos, por eso me atrevo a preguntarte ¿creés que tiene solución este dilema?
Atte.
Eduardo Montoro
Para los lectores del blog el capítulo 9 del libro de los Jueces al que hago referencia en el texto del mail, recomiendo leerlo, no tiene desperdicio:
Cap.9
1 Abimélek, hijo de Yerubbaal, marchó a Siquem, donde los hermanos de su madre, y les dijo a ellos y a todo el clan de la familia de su madre:
2 «Decid esto, por favor, a oídos de todos los señores de Siquem: ¿Qué es mejor para vosotros, que os estén mandando setenta hombres, todos los hijos de Yerubbaal, o que os mande uno solo? Recordad además que yo soy de vuestros huesos y de vuestra carne».
3 Los hermanos de su madre hablaron de él en los mismos términos a todos los señores de Siquem, y su corazón se inclinó hacia Abimélek, porque se decían: «Es nuestro hermano».
4 Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélek contrató a hombres miserables, y vagabundos, que se fueron con él.
5 Fue entonces a casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los hijos de Yerubbaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Sólo escapó Jotam, el hijo menor de Yerubbaal, porque se escondió.
6 Luego se reunieron todos los señores de Siquem y todo Bet Milló, y fueron y proclamaron rey a Abimélek junto al Terebinto de la estela que hay en Siquem.
7 Se lo anunciaron a Jotam, quien se colocó en la cumbre del monte Garizim, alzó la voz y clamó: «Escuchadme, señores de Siquem, y que Dios os escuche.
8 Los árboles se pusieron en camino para ungir a uno como su rey. Dijeron al olivo: «Sé tú nuestro rey.»
9 Les respondió el olivo: «¿Voy a renunciar a mi aceite con el que gracias a mí son honrados los dioses y los hombres, para ir a vagar por encima de los árboles?»
10 Los árboles dijeron a la higuera: «Ven tú, reina sobre nosotros.»
11 Les respondió la higuera: «¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a vagar por encima de los árboles?
12 Los árboles dijeron a la vid: «Ven tú, reina sobre nosotros.»
13 Les respondió la vid: «¿Voy a renunciar a mi mosto, el que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a vagar por encima de los árboles?»
14 Todos los árboles dijeron a la zarza: «Ven tú, reina sobre nosotros.»
15 La zarza respondió a los árboles: «Si con sinceridad venís a ungirme a mí para reinar sobre vosotros, llegad y cobijaos a mi sombra. Y si no es así, brote fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano.»»
16 «Ahora pues, ¿habéis obrado con sinceridad y lealtad al elegir rey a Abimélek? ¿Os habéis portado bien con Yerubbaal y su casa y le habéis tratado según el mérito de sus manos?
17 Mi padre combatió por vosotros, arriesgó su vida, os libró de la mano de Madián;
18 y vosotros os habéis alzado hoy contra la casa de mi padre, habéis matado a sus hijos, setenta hombres sobre una misma piedra, y habéis puesto por rey a Abimélek, el hijo de su esclava, sobre los señores de Siquem, por ser él vuestro hermano.
19 Si, pues, habéis obrado con sinceridad y lealtad con Yerubbaal y con su casa en el día de hoy, que Abimélek sea vuestra alegría y vosotros la suya.
20 De lo contrario, que salga fuego de Abimélek y devore a los señores de Siquem y de Bet Milló; y que salga fuego de los señores de Siquem y Bet Milló y devore a Abimélek».
21 Y Jotam huyó, se puso a salvo y fue a Beer, donde se estableció, lejos del alcance de su hermano Abimélek.
22 Abimélek gobernó tres años en Israel.

Eduardo Montoro

Autor: Eduardo Montoro

Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.

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