Así como el medio externo puede proveer las condiciones necesarias para el desarrollo y consolidación del sentimiento de identidad (vínculo de integración social) , también puede perturbarlo y anularlo hasta límites insospechados.
Las estructuras del yo necesitan estímulos como alimento para su mantenimiento. Gill y Rapaport (8) , estudiando sujetos en condiciones de privación de estímulos en cámaras oscuras y silenciosas con las posibilidades de movimiento reducidas al mínimo, comprobaron que: 1) los individuos acusaban una gran disminución en su capacidad de seguir secuencias mentales ordenadas y presentaban fantasías autistas, y 2) la información verbal repetida en esas condiciones, sobre un fondo carente de estímulos, produjo enorme impacto y la tornaron como una «verdad», manteniéndose su efecto durante varias semanas después de finalizada la experiencia.
Del mismo tipo son los procedimientos usados para los «lavados de cerebro» que pueden convertir al individuo en un autómata a las órdenes del medio. Por ejemplo: 1) falta de un retiro privado donde la persona no pueda ser observada; 2) constante lluvia de determinadas informaciones y órdenes; 3) idioma simplificado a órdenes, sin connotaciones de expresión individual; 4) saboteo de la memoria, destruyendo libros y archivos que son reemplazados por una nueva versión adaptada a las circunstancias del momento, lo que provoca una pérdida de la continuidad con el pasado; 5) fomento del miedo a un castigo desconocido.
En los campos de concentración, el procedimiento para convertir a los individuos en autómatas fue crear «situaciones extremas» de necesidad y peligro, y ataque a la identidad. En tales condiciones de extrema necesidad, el sujeto concede a quien gratifica un mínimo de sus necesidades, un poder tal que significa esclavitud y pérdida total de la autonomía. El ataque a la identidad opera por la regresión inducida y la vuelta a la dependencia infantil de una autoridad arbitraria. A eso se agrega la falta de información general y de estímulos, y una corriente continua de información humillante. La privación contribuye a la derrota de la autonomía, aumentando la necesidad y procurando un fondo adecuado al impacto constante y avasallador del medio, cuyas informaciones intencionadas, en ausencia de otros estímulos, se hacen tan poderosas que ponen al individuo a su merced.