El vínculo de integración temporal comprende las relaciones entre las distintas representaciones del self en el tiempo estableciendo una continuidad entre ellas, base del sentimiento de mismidad.
Las sucesivas integraciones espaciales que se van produciendo entre distintas partes de sí mismo y del objeto, y que hemos descripto en el capítulo anterior, son correlativas de las integraciones temporales correspondientes entre las imágenes de sí mismo y del objeto, en diferentes momentos de la experiencia vivida.
Las integraciones temporales se basan en recuerdos de las experiencias pasadas, a la vez que configuran nuevos recuerdos que quedan almacenados en el inconsciente. Estos recuerdos incorporados, asimilados y automatizados, posibilitan el proceso de aprendizaje y el reconocimiento de la propia identidad a través del tiempo. La capacidad de recordarse en el pasado e imaginarse en el futuro hace que el individuo sepa que es el mismo que fue ayer y que será mañana.
En condiciones normales, el individuo no necesita interrogarse todos los días acerca de quién es, como no necesita pensar cada vez que realiza alguna actividad aprendida y asimilada (caminar, hablar, etc.) por haber quedado incorporada en su inconsciente, permitiéndole su reproducción en forma automática. En los individuos con trastornos serios de su identidad, como los esquizofrénicos, el aprendizaje no se realiza por identificaciones proyectivas e introyectivas que permiten su asimilación, sino que se hace por imitación: cada vez que repiten una determinada actividad tienen que ponerse a pensar en ella, como si la hicieran por primera vez. Lo mismo les ocurre respecto de su identidad.*
Desde la perspectiva de un observador, se puede describir el devenir temporal del individuo y las sucesivas crisis de su vida, que establecen y sacuden, de distintas maneras, su sentimiento de identidad. A las crisis evolutivas (destete, situación edípica, adolescencia, edad media de la vida, vejez ) se agregan las crisis vitales particulares, determinadas en cada individuo por las vicisitudes de su historia, única y personal.
Al hablar de «crisis», no usamos ese término con la connotación de experiencia catastrófica que muchas veces se le ha atribuido, sino en el sentido en que fue utilizado por Erikson (4) y otros autores: como algo que designa un momento crucial, un punto crítico necesario en el que el desarrollo debe tomar una u otra dirección, acumulando recursos de crecimiento, recuperación y diferenciación ulterior.
* Bion (3) explica que ese trastorno esquizofrénico se debe a la incapacidad de discriminación entre consciente e inconsciente, y entre sujeto y objeto, debida a una falla en el funcionamiento de la «barrera de contacto» formada por los elementos alfa. Por otra parte, el esquizofrénico no aprende sino que imita, y no se identifica por excesivo uso de la identificación proyectiva y déficit de la identificación introyectiva.