Erikson (3) se refiere a las características diferenciales de la noción de espacio en relación con la identidad sexual. Realizando tests especiales a niños y niñas de diez a doce años, notó diferencias que se repetían en las configuraciones de sus juegos. Así, por ejemplo, las niñas desarrollaban esos juegos predominantemente en un espacio interior y los varones en el espacio exterior. En los juegos de las primeras aparecían muñecos representando personas o animales dentro de espacios cerrados (habitaciones, casas) y en posiciones estáticas; a veces había intrusión de figuras peligrosas. En los juegos de los varones, los acontecimientos ocurrían en lugares o espacios externos (calles, plazas) o que presentaban partes salientes como conos, cilindros, torres, etcétera, y predominaban la acción y el movimiento. En el contenido manifiesto de los sueños, muchas veces es posible detectar el sexo del soñante, no sólo por la aparición de símbolos o por la estructura del lenguaje con que es narrado el sueño, sino por la calidad de les configuraciones espaciales que aparecen en él. El hombre sueña «contenidos» dispuestos a «meterse en», y las mujeres sueñan «continentes» dispuestos a «recibir a», como expresión de sus respectivas fantasías inconscientes del esquema corporal, tendencia sexual y rol social.