Otra de las características importantes del encuadre de la situación analítica es que determina, además, una dosis de frustración que creemos necesaria y útil, como motor de progreso, en cuanto la ansiedad que determina impulsa a la búsqueda de las capacidades potenciales del propio self. Naturalmente, un exceso de frustración sería contraproducente, ya que anularía una de las garantías básicas que debe ofrecer el encuadre analítico en su función de marco estable y permanente. Por la misma razón, la técnica de apoyo, en ocasiones inducida por requerimiento del paciente angustiado, así como ocurre con las madres sobreprotectoras que coartan la posibilidad de independencia de los hijos, dificulta el proceso de diferenciación de la identidad propia.
Es importante considerar también las relaciones objetales y los mecanismos de identificación que operan en el escenario del proceso analítico, mediante la relación transferencial. Las relaciones objetales son trascendentales en la formación de la identidad, por la necesidad de depositarios que se hagan cargo de las angustias persecutorias y depresivas que el paciente no puede tolerar, y cuya intensidad impide al yo estar en condiciones de organizarse y estabilizarse adecuadamente.
También son importantes por ser fuentes de elementos de identificaciones, necesarias en la construcción de la identidad. Por otra parte, sirven de puntos de referencia indispensables para la diferenciación.
Todas estas funciones, que cumplen las relaciones objetales, se realizan por medio de los mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva respectivamente.
„Debido al déficit de su sentimiento de identidad muchos pacientes pueden mostrar gran resistencia al análisis, por la fantasía persecutoria de sentirse invadidos por el analista con la amenaza de que éste les imponga su propia identidad. En otros casos, por el contrario, buscan ser «tragados» o instalarse dentro de la identidad del analista para asumir, indiscriminadamente, las cualidades que se le adjudican (identificaciones maníacas) o identificándose totalmente con sus ideologías o teorías.*
Nos hemos referido a algunos de los trastornos de identidad que presentan los pacientes que acuden al tratamiento psicoanalítico, y a los aspectos «continente» del analista y del encuadre que intervienen en la modificación de esos trastornos.
Es precisamente esa función «continente», junto con la labor interpretativa, lo que dará lugar a que el proceso de elaboración contribuya a la consolidación del sentimiento de identidad. Por la acción de este proceso se podrá aceptar la pérdida de las partes infantiles del self, y también el desprendimiento de aquellos aspectos regresivos que bloquean el camino para el establecimiento de los aspectos adultos.
Al hablar de la elaboración tenemos presente el concepto de duelo involucrado en ella, ya que creemos que se trata de dos procesos íntimamente relacionados. Se puede hablar igualmente de un «trabajo de elaboración» y de un «trabajo de duelo», como referencia a la penosa labor que debe realizar el paciente en su entrenamiento con las inevitables pérdidas y adquisición de nuevos logros. Una de las renuncias más significativas, con particular gravitación para el desarrollo auténtico del sentimiento de identidad, es la renuncia a la omnipotencia.
Estos trabajos de elaboración y duelos son los que permitirán alcanzar el sentimiento de autenticidad dado, a nuestro juicio, por la capacidad de discriminación, producto de sucesivos momentos de insight que implican la toma de conocimiento directo de la realidad interna y externa.
* Estos mecanismos pueden ser tolerados y, a veces, inducidos por el propio analista que, por problemas narcisistas o contratransferenciales (muchas veces debidos a conflictos de su propia identidad), necesita tener «hijos incondicionales» que refuercen y mantengan su identidad en el mundo externo.