LOS ADOLESCENTES DE HOY EN DÍA
Después de explorar la perspectiva histórica sobre la adolescencia y la tendencia a estereotipar a los adolescentes, analizaremos ahora su estatus actual.
El estatus actual de los adolescentes
En muchos sentidos, éste es el mejor y el peor momento para los adolescentes. Su mundo les ofrece posibilidades y perspectivas que eran inconcebibles hace un siglo: ordenadores; mayor esperanza de vida; accesibilidad a todo el planeta a través de la televisión, los satélites y los viajes.
Después de estudiar la forma en que se ha concebido la adolescencia a lo largo de la historia, nos centraremos en los adolescentes de hoy en día. Nuestra exposición se focalizará específicamente en cómo se caracterizan los adolescentes en lo que se refiere a la heterogeneidad y a la diversidad.
Sin embargo, hoy en día, las tentaciones y peligros del mundo adulto llegan a los niños y a los adolescentes tan pronto que con frecuencia no están preparados cognitiva y emocionalmente para asimilarlas de forma eficaz.
Por ejemplo, el crack es mucho más adictivo que la marihuana, la droga de la generación anterior. Extraños fragmentos de violencia y sexo emergen de los televiso-res y se instalan en las mentes de los jóvenes. Los mensajes son impactantes y contradictorios. Los vídeos de rock sugieren sexo orgiástico, mientras que los funcionarios de la salud pública aconsejan el sexo seguro. Los presentadores de programas sensacionalistas difunden reportajes sobre drogas exóticas y asesinos en serie. La televisión proyecta una versión distorsionada de la realidad en la imaginación de muchos adolescentes.
Todas las sociedades estables transmiten valores entre generaciones consecutivas. Ésa es la función de la civilización. En el mundo actual una de las principales preocupaciones es el tipo de valores que estamos transmitiendo a los adolescentes. Hace sólo medio siglo, dos de cada tres familias estaban integradas por un padre, que era el que traía el pan a casa, una madre y sus hijos, niños y/o adolescentes. En la actualidad, menos de una de cada cinco familias encaja en esta descripción. La ausencia es una constante en la vida de muchos adolescentes actuales —ausencia de autoridad, ausencia de límites, ausencia de implicación y de apoyo emocional (Morrow, 1988).
En muchos sentidos, los adolescentes de hoy en día se encuentran con un entorno mucho menos estable que los adolescentes de hace varias décadas (Weissberg y Greenberg, 1998). Los elevados índices de divorcio y de embarazo adolescente y la mayor movilidad geográfica de las familias contribuyen a esta falta de estabilidad. Los índices de consumo de drogas entre los adolescentes han crecido en los países industrializados, con los Estados Unidos a la cabeza.
De todos modos, crecer nunca ha sido fácil. En muchos sentidos, las tareas evolutivas de los adolescentes de hoy en día no difieren de las de los adolescentes de los años cincuenta. La adolescencia no es una etapa de rebelión, crisis, patología y desviación para la gran mayoría de jóvenes. Una visión mucho más acertada de la adolescencia es la que la describe como un período de evaluación, toma de decisiones, asunción de compromisos y búsqueda de un lugar en el mundo.
En nuestra exposición, hemos pasado por alto un aspecto muy importante de los adolescentes. No son un grupo homogéneo. La mayoría de adolescentes recorren eficazmente el largo camino hacia la madurez propia de la etapa adulta, pero una minoría nada despreciable no lo consigue. Las diferencias socioeconómicas, étnicas, culturales, de género, de edad y de estilo de vida influyen sobre la trayectoria evolutiva de los adolescentes.
Un área de especial interés en el estudio de los adolescentes es cómo los contextos influyen sobre su desarrollo (Bronfenbrenner, 2000; Eccles, 2001; Lerner, 2000). Los contextos son los entornos donde tiene lugar el desarrollo; estos entornos están influidos por factores históricos, económicos, sociales y culturales. Para compro-bar lo importantes que son los contextos para entender el desarrollo adolescente, supongamos que un investigador quiere dilucidar si los adolescentes actuales son racial-mente más tolerantes que los adolescentes de hace una o dos décadas. Sin tener en cuenta los aspectos históricos, económicos, sociales y culturales de las relaciones raciales, la tolerancia racial de los adolescentes no se podrá en-tender en su totalidad. El desarrollo de todo adolescente ocurre sobre un telón de fondo cultural en el que están implicados múltiples contextos (McLoyd, 1998, 2000). Es-tos contextos o entornos incluyen a las familias, otros chicos de su edad, los centros de enseñanza, las iglesias, los vecindarios, los municipios, los laboratorios universitarios, los Estados Unidos, China, México, Egipto y muchos otros, cada uno de los cuales posee un legado histórico, económico, social y cultural lleno de significado.
En este libro, los contextos recibirán una atención especial. La tercera parte está dedicada íntegramente a los contextos, con capítulos separados sobre las familias, los compañeros, los centros educativos y la cultura. Como veremos a continuación, algunos expertos argumentan que la política social de los países occidentales debería poner mayor énfasis en mejorar los contextos donde se desarrollan los adolescentes.
Política social y desarrollo adolescente
La política social incluye el conjunto de decisiones de un gobierno diseñadas para influir sobre el bienestar de los ciudadanos. Una tendencia actual consiste en realizar investigaciones sobre desarrollo adolescente que permitan tomar decisiones acertadas en el ámbito de la política social (Bogenschneider, 2002; Carlson y McLanahan, 2002;
La tierra donde
se desvanecen los sueños
Estamos en el año 2054
El mundo está maldito
La gente ya no pasea por las calles Las mujeres ya no llevan bolsos
El nombre del juego es sobrevivir ahora La seguridad es un recuerdo del pasado Las familias son enormes, con muchos hijos Con la esperanza de que alguno llegue a mayor
Las drogas ya no están mal vistas Son una forma de vida Nos ayudan a huir del insoportable estrés De este mundo en incesante lucha
Me despierto —sólo era un sueño Pero el mensaje era terriblemente claro Mejor pensamos
detenidamente en el futuro Antes de que nuestras metas y nuestros sueños se desvanezcan
JESSICA INGLIS, 16 años
Edelman, 1977; Ferber, 2002; Lerner, Fisher y Weinberg, 2000; Shonkoff, 2000). Debido a que en los Estados Unidos más del 20 por 100 de los adolescentes actuales tienen hijos, el uso y el abuso de las drogas está a la orden del día entre los adolescentes y el fantasma del sida se está extendiendo, este país necesita revisar la política social relacionada con los adolescentes.
Marian Wright Edelman, presidenta del Children Defense Fund, ha sido una incansable defensora de los derechos de los niños. A Edelman (1997) le parecen especial-mente preocupantes los indicadores de falta de protección social que colocan a los Estados Unidos en, o cerca de, la cola de los países industrializados en el tratamiento que reciben los niños y los adolescentes. Edelman afirma que educar y cuidar a la próxima generación de niños y adolescentes es la función más importante de una sociedad y que nos tenemos que tomar esta tarea más en serio que en el pasado. Apunta que actualmente oímos muchas cosas en boca de los políticos sobre «valores familiares», pero, cuando examinamos las políticas familiares de nuestros gobiernos, comprobamos que no reflejan las palabras de los políticos. Edelman sostiene que necesitamos un mejor sistema de asistencia sanitaria para las familias, más centros de enseñanza y vecindarios más seguros, una mejor educación para los padres y mejores programas de apoyo a la familia.
¿Quién debería beneficiarse de los recursos del gobierno para mejorar el bienestar social? ¿Los niños? ¿Los adolescentes? ¿Sus padres? ¿Los ancianos? La injusticia ge‑
neracional es el tratamiento injusto de los miembros más jóvenes de una sociedad envejecida en la que las personas mayores tienen muchas ventajas, recibiendo cantidades desproporcionadamente elevadas de recursos, como la seguridad social y la asistencia médica. La injusticia generacional nos lleva a formularnos preguntas como si los jóvenes deberían pagar por las personas mayores y si una población anciana «privilegiada» está utilizando re-cursos que deberían revertir sobre los niños y adolescentes con desventajas. La idea es que en muchos países industrializados las personas mayores son privilegiadas porque tienen pensiones que paga el gobierno, asistencia sanitaria, bonos para adquirir alimentos, subsidios para pagar la vivienda, ventajas fiscales y otros beneficios de los que carecen los grupos más jóvenes. Mientras van aumentando los servicios para las personas mayores, el porcentaje de niños y adolescentes que viven en la pobreza también va en aumento. Los adolescentes han sido especialmente desatendidos por muchos gobiernos.
Bernice Neugarten (1988) afirma que el problema no se debería considerar como un caso de injusticia generacional, sino más bien como una importante deficiencia de nuestras políticas económicas y sociales globales. Ella cree que deberíamos desarrollar un espíritu de apoyo para ampliar el abanico de oportunidades disponibles para todos los miembros de la sociedad. También es importante tener en cuenta que los niños de hoy serán los adultos del mañana y que también se beneficiarán de los esfuerzos de sus hijos.
Si no existiera un sistema de Seguridad Social, en muchas ocasiones los adultos tendrían que hacerse cargo de sus padres ancianos, lo que reduciría su capacidad para invertir recursos en educar a sus propios hijos (Schaie, 2000).
En el siglo XXI, el bienestar de los adolescentes debería ser una de las principales preocupaciones en todos los países industrializados. El futuro de nuestra juventud es el futuro de nuestra sociedad. Los adolescentes que no desarrollen plenamente su potencial, que hagan menos contribuciones a la sociedad de las necesarias y que no ocupen el lugar que deberían ocupar como adultos productivos ensombrecen el futuro de nuestra sociedad.
En un esfuerzo reciente por aprehender lo que se necesita para fomentar un desarrollo adolescente más positivo, Redd Larson (2000) señaló que los adolescentes necesitan más oportunidades para desarrollar la capacidad de iniciativa. Esto implica ser capaz de automotivarse y esforzarse para alcanzar metas desafiantes. A menudo los adolescentes se encuentran aburridos de la vida. Larson considera que las actividades estructuradas de carácter voluntario, como el deporte, el arte y la participación en organizaciones son contextos importantes para contrarrestar este aburrimiento y ayudar a los adolescentes a desarrollar más su iniciativa.
Hasta este punto, hemos analizado muchas ideas sobre los adolescentes de hoy en día. El siguiente repaso le ayudará a alcanzar los objetivos de aprendizaje relacionados con este tema.
PARA TU REVISIÓN
Objetivo de aprendizaje 3 | Evaluar a los adolescentes de hoy en día.
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Hasta este punto del capítulo hemos explorado la forma en que se ha percibido la adolescencia a lo largo de la historia y los adolescentes de hoy en día. A continuación, estudiaremos la naturaleza del desarrollo.
LA NATURALEZA DEL DESARROLLO
En cierto modo, cada uno de nosotros nos desarrollamos como cualquier individuo, como algunos individuos, y como ningún otro individuo. La mayor parte del tiempo centramos nuestra atención en nuestra exclusividad individual, pero los investigadores que estudian el desarrollo se interesan tanto por nuestras características únicas como por las que compartimos con otros individuos. Como se-res humanos, todos y cada uno de nosotros recorremos un trayecto común. Cada uno de nosotros —Leonardo Da Vinci, Juana de Arco, George Washington, Martin Luther King, usted y yo— empezamos a andar aproximadamente cuando teníamos un año, hablamos a los dos años, nos implicamos en juegos simbólicos durante la primera infancia y adquirimos mayor independencia durante la juventud. ¿A qué nos referimos cuando hablamos sobre el desarrollo de un individuo? El desarrollo es el patrón de cambios que se inicia con la concepción y continúa a lo largo de todo el ciclo vital. La mayor parte del desarrollo implica crecimiento, pero también decadencia (como en la muerte y el envejecimiento). Se trata de un patrón complejo porque es el producto de varios procesos.
Procesos y períodos
El desarrollo adolescente está determinado por procesos biológicos, cognitivos y socioemocionales. El desarrollo se suele describir por períodos.
Procesos biológicos, cogn itivos y socioemocionales
Los procesos biológicos implican cambios físicos en el cuerpo de un individuo. Los genes heredados de los padres, el desarrollo del cerebro, el aumento de peso y de estatura, las habilidades motoras y los cambios hormonales de la pubertad, todos ellos reflejan el papel que desempeñan los procesos biológicos en el desarrollo adolescente. Los procesos biológicos y el desarrollo físico se exponen extensamente en el Capítulo 3.
Los procesos cognitivos implican cambios en el pensamiento y la inteligencia de un individuo. Memorizar un poema, resolver un problema de matemáticas e imaginarse cómo sería convertirse en una estrella de cine reflejan el papel que desempeñan los procesos cognitivos en el desarrollo adolescente. En los Capítulos 4 y 5 analizaremos detalladamente los procesos cognitivos.
Los procesos socioemocionales implican cambios en las relaciones de un individuo con otras personas, las emociones, la personalidad y el papel que desempeñan los contextos sociales en el desarrollo. Contestar a los padres, agredir a otro adolescente, el desarrollo de la asertividad, la alegría de los adolescentes en una fiesta del instituto y la orientación de los roles sexuales de la sociedad, todos ellos reflejan el papel que desempeñan los procesos socioemocionales en el desarrollo adolescente. La tercera y la cuarta parte de este libro se centran en este tipo de procesos.
Los procesos biológicos, cognitivos y socioemocionales están entrelazados de forma compleja. Los procesos socioemocionales moldean los procesos cognitivos, los procesos cognitivos estimulan o restringen los procesos socioemocionales, y los procesos biológicos influyen sobre los procesos cognitivos y socioemocionales. Aun-
que los distintos tipos de procesos implicados en el desarrollo adolescente se comentan en distintas partes del libro, no hemos de olvidar que estamos estudiando el desarrollo de un ser humano unitario que posee una sola mente y un solo cuerpo interdependientes (véase la figura 1.1).
Períodos evolutivos
El desarrollo se suele describir por períodos. Seguida-mente expondremos los períodos evolutivos en que se dividen la infancia, la adolescencia y la edad adulta. Se facilitan intervalos de edad aproximados de cada período para proporcionar una idea general de cuándo empieza y cuándo acaba cada uno.
Infancia. La infancia comprende el período prenatal, la primera infancia, la etapa preescolar y la etapa escolar.
El período prenatal es el intervalo de tiempo comprendido entre la concepción y el nacimiento. Es un período de gran crecimiento, ya que se pasa de una sola célula a un organismo completo dotado de cerebro y capacidades conductuales, aproximadamente en 9 meses.
La primera infancia es el período evolutivo que se extiende entre el nacimiento y los 18 o 24 meses. Es una etapa de extrema dependencia con respecto a los adultos. Muchas capacidades y actividades psicológicas —por ejemplo, el lenguaje, el pensamiento simbólico, la coor‑
FIGURA 1.1
Procesos biológicos, cognitivos y socioemocionales.
Los cambios que se producen en el desarrollo son el resultado de procesos biológicos, cognitivos y socioemocionales. Estos procesos están entrelazados entre sí conforme el adolescente se va desarrollando.
dinación sensoriomotora, el aprendizaje social y las relaciones entre padres e hijos— se empiezan a desarrollar en este período.
La etapa preescolar es el período evolutivo que se extiende desde el final de la lactancia hasta los 5 o 6 años: a veces se denomina primera infancia. Durante este período los niños aprenden a ser más autosuficientes y a cuidar más de sí mismos, adquieren las habilidades necesarias para ir al colegio (seguir instrucciones, identificar letras), y pasan muchas horas jugando con otros niños de sus edad. El primer curso de primaria suele marcar el final de este período.
La etapa escolar es el período evolutivo que se ex-tiende aproximadamente desde los 6 años hasta los 10 u 11 años; en algunos países denominada de la educación primaria. Los niños dominan las habilidades básicas de lectura, la escritura y la aritmética y son expuestos formalmente al mundo y a la cultura. En este período, la motivación de logro se convierte en el tema más central del universo infantil y aumenta el autocontrol.
Adolescencia. El principal foco de interés de este libro es el desarrollo de los adolescentes. Sin embargo, como sugiere nuestro calendario, cuando un individuo llega a la adolescencia, ya se ha producido en él un desarrollo considerable y ha acumulado muchas experiencias.
Ningún adolescente llega a la adolescencia como una tabula rasa, sólo con un anteproyecto genético que de-terminará sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. Contrariamente, la combinación de un anteproyecto genético, las experiencias acumuladas durante la infancia y las experiencias adolescentes son las que de-terminan el curso del desarrollo adolescente. Por eso es importante tener en cuenta esta continuidad del desarrollo entre la infancia y la adolescencia. En breve, profundizaremos más en la cuestión de la continuidad y la discontinuidad en el desarrollo.
Una definición de adolescencia requiere la consideración de la edad y también de las influencias sociohistóricas. Recuérdese la construcción social de la adolescencia. Teniendo en cuenta estas limitaciones, podemos definir la adolescencia como el período evolutivo de transición entre la infancia y la etapa adulta; que implica cambios biológicos, cognitivos y socioemocionales. A pesar de que las circunstancias culturales e históricas limitan nuestra capacidad de establecer intervalos de edad con exactitud, en la mayoría de las culturas actuales la adolescencia se inicia aproximadamente entre los 10 y los 13 años y finaliza entre los 18 y los 22 en la mayoría de los individuos. Los cambios biológicos, cognitivos y socioemocionales de la adolescencia van desde el desarrollo de las funciones sexuales hasta el pensamiento abstracto y la conquista de la independencia.
Cada vez más los especialistas en desarrollo distinguen entre la adolescencia temprana y la adolescencia tardía. La adolescencia temprana corresponde grosso modo con los años de enseñanza secundaria obligatoria
e incluye la mayoría de cambios asociados a la pubertad. La adolescencia tardía se refiere aproximadamente a la segunda mitad de la segunda década de la vida. Los intereses profesionales, las citas románticas y la exploración de la identidad suelen predominar más en la adolescencia tardía que en la temprana. Los investigadores que estudian la adolescencia cada vez especifican más si sus resultados son generalizables a toda la adolescencia o son específicos de la adolescencia temprana o la tardía.
La antigua visión de la adolescencia postulaba que era un período de transición singular y uniforme que finalizaba con la entrada en el mundo adulto. Sin embargo, los enfoques actuales sobre el estudio de la adolescencia examinan los precursores y los resultados de diversas transiciones, la constelación de acontecimientos que define el período de transisición, o la distribución temporal o la secuencia de acontecimientos que tiene lugar durante este período de transición (Graber, Brooks-Gunn y Peterson, 1996; Lerner et al., 1996; Sarigiani y Petersen, 2000). Por ejemplo, la pubertad y el inicio de la etapa de la educación secundaria se suelen estudiar como transiciones fundamentales que señalan la entrada en la adolescencia, y completar los estudios o conseguir el primer trabajo a tiempo completo se evalúan como acontecimientos transicionales que determinan la salida de la adolescencia y la entrada en la etapa adulta.
Hoy en día, los especialistas en desarrollo no consideran que el cambio acabe con la adolescencia (Baltes, 2000; Baltes, Lindenberg y Staudinger, 1998; Lerner, 1998; Santrock, 2002). Recordemos que el desarrollo se
Imagine cómo habría sido su desarrollo como adolescente en otros contextos culturales
Intente imaginar cómo habría sido su desarrollo adolescente en una cultura que le ofreciera muy pocas opciones en comparación con el mundo occidental —por ejemplo, la China comunista durante la Revolución Cultural—. En la China rural los jóvenes no podían elegir profesión ni pareja. Tampoco se les permitía emigrar a la ciudad. Imaginémonos también otro contexto cultural, en esta ocasión en los Estados Unidos. Algunas áreas de las ciudades del interior pueden ser contextos adecuados para educar a los jóvenes, pero otras no lo son tanto. ¿Cómo habría sido su adolescencia si hubiera crecido en un área de una ciudad del interior donde la mayoría de los servicios se habían trasladado a otros lugares, los centros de enseñanza eran de baja calidad, la pobreza extrema y el crimen generalizado? Lamentablemente, algunos de los lectores de este libro habrán crecido es esas circunstancias.
define como un proceso que dura toda la vida. La adolescencia forma parte del ciclo vital y, como tal, no debe considerarse como un período de desarrollo aislado. Aun-que es cierto que la adolescencia posee algunas características únicas, lo que ocurre durante la adolescencia está interconectado con el desarrollo y las experiencias de la infancia y de la etapa adulta. En el Cuadro 1.1, se representan los períodos evolutivos del ciclo vital humano y sus intervalos de edad aproximados.
Desarrollo adulto. Al igual que la infancia y la adolescencia, la etapa adulta no es un período de desarrollo homogéneo. Los especialistas en desarrollo suelen distinguir entre tres subperíodos de desarrollo adulto: adultez inicial, adultez media y adultez tardía. La adultez temprana suele iniciarse afínales de la segunda década de la vida o principios de la tercera y se prolonga durante la cuarta década. Es un período de establecimiento de la independencia personal y económica. El desarrollo de
una carrera profesional se convierte en un tema más central que en la adolescencia.
Nuestra exposición de los períodos evolutivos del ciclo vital humano continúa con la adultez media, el período evolutivo que se inicia aproximadamente entre los 35 y los 45 años de edad y finaliza aproximadamente entre los 55 y los 65.
Este período es especialmente importante en la vida de los adolescentes porque sus padres o están a punto de entrar en él o ya lo han iniciado. La adultez media es un período en que crece el interés por transmitir valores a la próxima generación, aumenta la preocupación por el propio cuerpo y se reflexiona más sobre el sentido de la vida. En el Capítulo 5 analizaremos cómo la maduración tanto de los adolescentes como de sus padres contribuye a una mayor comprensión de las relaciones entre padres y adolescentes.
Por último, el ritmo y el significado del ciclo vital humano finaliza con la adultez tardía, el período evolutivo que se inicia entre los 60 y 70 años de edad y finaliza con la muerte. Es un período de adaptación a la pérdida de fuerza y salud, la jubilación y la reducción de los ingresos económicos. Revisar la propia vida y adaptarse a los roles sociales cambiantes también caracterizan a la adultez tardía, así como la reducción de las responsabilidades, la mayor libertad y el hecho de convertirse en abuelo.
Transiciones evolutivas
Las transiciones evolutivas suelen ser coyunturas importantes en la vida de una persona. Estas transiciones incluyen dejar de ser un feto para convertirse en un bebé, dejar de ser un bebé para convertirse en un niño pequeño y dejar de ser un niño pequeño para convertirse en un niño en edad escolar. Desde el foco de atención de este libro, dos transiciones importantes en la vida de una persona son la comprendida entre de la infancia y la adolescencia y la comprendida entre la adolescencia y la etapa adulta. Seguidamente exploraremos estas transiciones.
De la infancia a la adolescencia
La transición de la infancia a la adolescencia implica una serie de cambios biológicos, cognitivos y socioemocionales. Entre los cambios biológicos, podemos señalar la pubertad con su estirón, los cambios hormonales y la maduración sexual. Además, durante la adolescencia temprana se producen una serie de cambios en el cerebro que permiten pensar de forma más compleja. También en este período se producen cambios en las pautas de sueño, y los adolescentes prefieren acostarse y levantarse más tarde que los niños.
Entre los cambios cognitivos que se asocian a esta transición cabe mencionar el incremento del pensamiento abstracto, idealista y lógico. Asimismo, cuando los niños se convierten en adolescentes empiezan a pensar de
una forma más egocéntrica, es decir, se sienten los protagonistas de la escena, únicos e invulnerables. También ad-quieren mayores responsabilidades en la toma de decisiones que durante la infancia.
Entre los cambios socioemocionales que acompañan a esta transición cabe mencionar un mayor deseo de in-dependencia, el incremento de los conflictos con los padres y una mayor motivación por pasar tiempo con otros chicos y chicas de la misma edad. Las conversaciones con los amigos se vuelven más íntimas y se caracterizan por una mayor implicación personal. La entrada en la adolescencia se suele asociar a la asistencia a centros de enseñanza más grandes e impersonales. El rendimiento escolar se convierte en algo más serio y aumentan los problemas académicos. Los cambios en la maduración sexual se asocian a un mayor interés por las citas y las relaciones de pareja. Los adolescentes también presentan más cambios anímicos que los niños.
Como acabamos de ver, la transición de la infancia a la adolescencia es compleja y multidimensional, implicando cambios en muchos aspectos distintos de la vida del individuo.
Para completar eficazmente esta transición se requiere capacidad de adaptación y el apoyo atento y sensible de los padres.
De la adolescencia a la etapa adulta
Otra transición importante es la que tiene lugar cuando un individuo deja de ser un adolescente para convertirse en un adulto (Gutman, 2002; Jozefowicz, 2002; Raymore, Baber y Eccles, 2001). Se ha dicho que la adolescencia empieza con la biología y acaba con la cultura. Esto significa que el marcador de la transición de la infancia a la adolescencia es la maduración asociada a la pubertad, mientras que el marcador de la transición de la adolescencia a la etapa adulta está determinado por estándares y experiencias culturales. De todos modos, como acabamos de ver, la transición de la infancia a la adolescencia no implica sólo cambios biológicos, sino también cambios cognitivos y socioemocionales.
¿Se entra abruptamente en la etapa adulta? Es poco probable. El sociólogo Kenneth Kenniston (1970) propuso que entre la adolescencia y la adultez tiene lugar una transición que puede durar de dos a ocho años o incluso más tiempo. Juventud es el término que utiliza Kenniston para referirse al período de transición comprendido entre la adolescencia y la etapa adulta, que es un período de inestabilidad económica y personal. Ante un mundo laboral complejo que exige una preparación profesional altamente especializada, muchas personas invierten un período de tiempo extenso en asistir a escuelas técnicas superiores, escuelas universitarias y facultades. Durante este período de transición sus ingresos suelen ser bajos y esporádicos. Pueden cambiar frecuentemente de residencia, posponiendo a menudo el matrimonio y la formación de una familia.
¿Qué es lo que marca el final de la adolescencia y el inicio de la etapa adulta?
Recientemente, la transición entre la adolescencia y la etapa adulta se ha denominado adultez emergente (Arnett, 2000). El intervalo de edad aproximado de esta etapa de transición está comprendido entre los 18 y los 25 años. La adultez emergente se caracteriza por la experimentación y la exploración. En este punto del desarrollo, muchas personas todavía están decidiendo qué trayectoria profesional quieren seguir, cómo quieren construir su identidad y qué estilo de vida quieren adoptar (por ejemplo, soltero, vivir en pareja, casado).
Es difícil determinar cuándo una persona se convierte en adulto. El marcador más ampliamente reconocido de la entrada en la etapa adulta es la consecución de un puesto de trabajo a tiempo completo. Esto suele ocurrir cuando se completan los estudios —el bachillerato en algunos casos, la formación profesional técnica o superior en otros, y la formación universitaria superior o de grado medio en otros (Graber y Brooks-Gunn, en prensa). De todos modos, los criterios para determinar cuándo una persona deja atrás la adolescencia y entra en el mundo de los adultos distan mucho de estar claros. La independencia económica se suele considerar un marcador del esta-tus adulto, pero desarrollar esta independencia suele ser un proceso largo y dificultoso. Cada vez hay más licenciados que viven con sus padres mientras intentan inde‑
pendizarse económicamente. Aproximadamente el 40 por 100 de las personas que se encuentran a finales de la segunda década de su vida o a principios de la tercera vuelven a vivir con sus padres por lo menos en una ocasión (Goldscheider y Goldscheider, 1999).
La asunción de responsabilidades y la toma independiente de decisiones son otros marcadores de la adultez. De hecho, en un estudio los adolescentes citaron estos dos aspectos como los que marcan la entrada en la etapa adulta (Scherr y Unger, 1994). En otra investigación, más del 70 por 100 de los estudiantes universitarios consultados afirmaron que ser un adulto significa asumir la responsabilidad de las consecuencias de las propias acciones, decidir en base a las propias creencias y valores y establecer una relación de igual a igual con los padres (Arnett, 1995).
¿Existe una edad específica a partir de la cual podemos afirmar que un individuo se convierte en adulto? En un estudio, personas de 21 años dijeron que habían alcanzado el estatus adulto cuando tenían entre 18 y 19 años (Scheer, 1996). En este estudio, los sujetos consultados mencionaron tanto factores de estatus social (ingresos económicos y estudios) como factores cognitivos (ser responsable y tomar decisiones independientes) como marcadores del inicio de la etapa adulta.
No hay ninguna duda de que hacerse adulto significa mucho más que alcanzar una determinada edad.
Resumiendo, la cuestión es que en algún punto comprendido entre finales de la segunda década y principios de la tercera el ser humano entra en la etapa adulta. Al hacerse adulto, asume la responsabilidad de su propia vida, desarrolla la capacidad de tomar decisiones independientes y obtiene la independencia económica (Arnett, 2000).
Lo que hemos expuesto hasta ahora sobre los determinantes del estatus adulto es aplicable mayoritariamente a las personas que viven en países industrializados y especialmente a los norteamericanos. ¿Coinciden los criterios de la adultez en los países en vías de desarrollo con los de los países industrializados? En los países en vías de desarrollo, el matrimonio suele ser un marcador más significativo de la entrada en la etapa adulta y suele ocurrir mucho antes (Arnett, 2000; Davis y Davis, 1989).
Hasta este punto, nuestra exposición sobre la naturaleza del desarrollo se ha centrado en los procesos y períodos evolutivos, así como en las transiciones evolutivas. A continuación, analizaremos algunas cuestiones importantes sobre el desarrollo.
Cuestiones sobre el desarrollo
En el estudio del desarrollo adolescente se plantean di-versas cuestiones. Entre las principales, se incluyen las siguientes: ¿el desarrollo depende más de la naturaleza (herencia) o de la crianza (ambiente)? ¿El desarrollo es un proceso gradual y continuo o más bien un proceso discontinuo y por etapas? ¿El desarrollo depende más de las experiencias tempranas o de las tardías?
La importancia de plantearse
preguntas —explorar nuestro
propio desarrollo como adolescentes
El hecho de plantearse preguntas refleja nuestra curiosidad. Los niños —especialmente los niños pequeños— se caracterizan por su marcada tendencia a hacer preguntas. Cuando mi nieta tenía 4 años, una de sus preguntas favoritas era «¿por qué?». Por muy fuerte que sea nuestra tendencia a formular preguntas en las primeras etapas de la vida, muchas personas se plantean muchas menos peguntas cuando se hacen adultas.
El hecho de hacer y hacernos preguntas puede ayudarnos a pensar críticamente sobre el desarrollo adolescente, incluyendo nuestro propio desarrollo como adolescentes. Conforme vaya avanzando en la lectura de este libro, puede ser un sano ejercicio que se vaya formulan-do preguntas sobre cómo experimentó determinados aspectos del desarrollo. Por ejemplo, considere las experiencias que tuvo en el seno de su familia conforme iba madurando. Entre las preguntas que se puede hacer a sí mismo se pueden incluir: «¿cómo me educaron mis padres? ¿En qué medida la forma en que me educaron in-fluyó en cómo soy ahora? ¿Cómo repercutió sobre mi desarrollo mi relación con mis hermanos o hermanas?». Plantéese también preguntas sobre sus experiencias es-colares y sus relaciones con sus compañeros de clase. «¿Tenía muchos amigos íntimos?¿Cuánto tiempo pasé con otros chicos de mi edad en distintos momentos de la infancia y la adolescencia en comparación con el tiempo que pasé con mis padres? ¿Cómo fueron los centros educativos a los qué asistí? ¿Tuve buenos profesores? ¿Cómo repercutieron los centros de enseñanza y los profesores sobre mi orientación hacia el logro actual?»
Sea curioso. Formúlese preguntas. Pregunte a sus amigos o compañeros de clase sobre sus experiencias durante la adolescencia y compárelas con las suyas.
Naturaleza versus crianza
La cuestión naturaleza-crianza se refiere al debate sobre si el desarrollo está influido prioritariamente por la naturaleza o por la crianza. Por naturaleza entendemos la herencia biológica del organismo y por crianza las experiencias ambientales. Los defensores de la «naturaleza» sostienen que la influencia más importante sobre el desarrollo es la herencia biológica. Los defensores de la «crianza» sostienen que las experiencias ambientales son el influjo más importante.
Según los partidarios de la «naturaleza», del mismo modo que un girasol crece de una forma ordenada —a me-nos que se le exponga a un entorno hostil— el ser humano también crece en una determinada dirección. El abanico de ambientes puede ser muy amplio, pero los partidarios
de este enfoque sostienen que el anteproyecto genético produce una pauta de crecimiento y desarrollo común. Todos andamos antes de hablar, decimos una palabra antes que dos, crecemos muy deprisa durante la primera infancia y más lentamente durante la etapa escolar, sufrimos el asalto de las hormonas en la pubertad, alcanzamos la plenitud física a finales de la adolescencia y principios de la etapa adulta, y después iniciamos el declive físico. Los defensores de la naturaleza reconocen que los ambientes extremos —físicamente pobres u hostiles— pueden comprometer el desarrollo, pero consideran que las tendencias básicas del crecimiento están genéticamente determinadas.
Contrariamente, otros psicólogos enfatizan la importancia de las experiencias ambientales en el desarrollo. Estas experiencias engloban desde el ambiente biológico del individuo —nutrición, atención médica, fármacos y accidentes— hasta el ambiente social —familia, compañeros, vecindario, medios de comunicación y cultura.
Algunos especialistas en desarrollo adolescente consideran que históricamente se ha puesto demasiado énfasis en los cambios biológicos asociados a la pubertad como determinantes del desarrollo psicológico adolescente (Montemayor y Flannery, 1991). Reconocen que estos cambios biológicos son una importante dimensión de la transición de la infancia a la adolescencia que está presente en todas las especies de primates y en todas las culturas del mundo. Sin embargo, creen que los contextos sociales (crianza) también desempeñan un papel importante en el desarrollo psicológico, un papel que hasta hace poco no había recibido la atención que merece.
Continuidad y discontinuidad
Detengámonos un momento para pensar en nuestro desarrollo. Para convertirnos en la persona que somos ¿crecimos de forma gradual, como el crecimiento progresivo y acumulativo de una bellota que se acaba convirtiendo en un roble gigantesco?, ¿o experimentamos cambios claros y repentinos en el crecimiento, similares a la metamorfosis de un gusano que se convierte en mariposa? General-mente, los psicólogos del desarrollo que enfatizan en el papel de la experiencia describen el desarrollo como un proceso gradual y continuo; los que enfatizan en la importancia de la naturaleza lo describen como una secuencia de etapas claramente diferenciadas.
La cuestión continuidad-discontinuidad se centra en la medida en que el desarrollo implica cambios graduales y acumulativos (continuidad) o etapas claramente diferenciadas (discontinuidad). Según la visión continuista, la primera palabra de un bebé, aunque aparente-mente sea un acontecimiento abrupto y discontinuo, de hecho, es el resultado de semanas y meses de crecimiento y práctica. La pubertad, aunque también parezca algo repentino, en el fondo es un proceso gradual que se prolonga durante varios años.
Según la visión no continuista del desarrollo, cada persona pasa por una secuencia de etapas en las que el
cambio es cualitativo, en vez de cuantitativo. Conforme un roble va creciendo desde una semilla hasta convertirse en un árbol gigantesco, se va haciendo más roble —su desarrollo es continuo—. Pero, cuando un gusano se transforma en mariposa, no se vuelve más gusano; se con-vierte en un tipo distinto de organismo —su desarrollo es discontinuo—. Por ejemplo, hay un punto a partir del cual un niño pasa de ser incapaz de pensar de forma abstracta sobre el mundo a ser capaz de hacerlo. Se trata de un cambio cualitativo o discontinuo en el desarrollo, no de uno cuantitativo o continuo.
Experiencias tempranas y tardías
Otro debate importante sobre el desarrollo es la cuestión experiencias tempranas-tardías, que se centra en la medida en que las experiencias tempranas (sobre todo las de las primeras etapas de la infancia) o las tardías son los principales determinantes del desarrollo. Es decir, si un lactante o un niño pequeño experimenta circunstancias negativas y estresantes, ¿podrá superar esas experiencias si tiene experiencias posteriores más positivas durante la adolescencia? ¿O son las experiencias tempranas tan críticas, posiblemente porque se trata de las primeras experiencias prototípicas de un individuo, que no se pueden contrarrestar con un ambiente posterior más rico durante la infancia y la adolescencia?
La cuestión experiencias tempranas-tardías tiene una larga historia y sigue debatiéndose acaloradamente entre los especialistas del desarrollo. Algunos consideran que, si un bebé no recibe consuelo y cuidados afectuosos durante aproximadamente el primer año de vida, su desarrollo nunca será óptimo (Bowlby, 1989; Main, 2000; Sroufe, 1996). Platón estaba convencido de que los bebés que se mecían más frecuentemente se acababan convirtiendo en mejores atletas. Los sacerdotes decimonónicos de Nueva Inglaterra decían a los padres en los sermones dominicales que la forma en que trataran a sus bebés de-terminaría el futuro carácter de sus hijos. El énfasis en la importancia de las experiencias tempranas descansa sobre la creencia de que cada vida es una trayectoria sin solución de continuidad en la cual las cualidades psicológicas se pueden rastrear hasta sus orígenes.
La doctrina que enfatiza la importancia de las experiencias tempranas contrasta con la que enfatiza la de las experiencias tardías, la cual, en vez de postular la consecución de una permanencia estatutaria después de un cambio durante la primera infancia, sostiene que nuestro desarrollo continúa, como el flujo y el reflujo de un río. Los defensores de esta perspectiva argumentan que los niños y los adolescentes son maleables a lo largo del desarrollo y que una atención tardía sensible y adecuada es tan importante como una atención temprana de las mismas características. Algunos especialistas en desarrollo cuyo interés es todo el ciclo vital, en vez de centrarse exclusivamente en el desarrollo infantil, consideran que se ha prestado una atención insuficiente al papel que desempe‑
ñan las experiencias tardías en el desarrollo (Baltes, 1989, 2000). Estos autores aceptan que las experiencias tempranas son importantes en el desarrollo, aunque no más que las experiencias tardías. Jerome Kagan (1992) señala que incluso los niños que presentan un temperamento inhibido por motivos hereditarios poseen la capacidad de cambiar su comportamiento. Kagan constató que casi un tercio de un grupo de niños que tenían temperamento inhibido a los dos años de edad no solían mostrarse tímidos ni miedosos cuando cumplieron 4 años (Kagan, Snidmar y Arcus, 1995).
En las culturas occidentales, muchas personas, especialmente las que compartían la creencia freudiana de que las experiencias fundamentales en el desarrollo de una persona son las relaciones que mantiene con sus padres durante los -primeros cinco años de vida, han tendido a defender la idea de que las experiencias tempranas son más importantes que las tardías (Chan, 1963). Sin embargo, la mayoría de la gente del resto del mundo no comparte esta creencia.
Por ejemplo, los habitantes de muchos países asiáticos creen que las experiencias que ocurren después de los 6 o 7 años de edad son más importantes en el desarrollo que las experiencias tempranas. Esta asunción emana de la creencia milenaria que impera, desde hace mucho tiempo en las culturas orientales, de que las habilidades de razonamiento de los niños se empiezan a desarrollar de forma importante durante la etapa escolar.
Evaluar las cuestiones sobre el desarrollo
Al considerar detenidamente las tres cuestiones funda-mentales sobre el desarrollo —naturaleza versus crianza, continuidad versus discontinuidad, y experiencias tempranas versus experiencias tardías— es importante saber que la mayoría de los expertos en desarrollo reconocen que no es sensato adoptar una posición extrema. El desarrollo no es todo naturaleza ni todo crianza, no es todo continuidad ni todo discontinuidad, ni todo experiencias tempranas o experiencias tardías. La naturaleza y la crianza, la continuidad y la discontinuidad, y las experiencias tempranas y tardías, todo ello afecta al desarrollo a lo largo del ciclo vital. Por ejemplo, en la cuestión naturaleza-crianza, la clave del desarrollo está en la interacción entre ambas en vez del efecto aislado de cada una de ellas (Loehlin, 1995, 2000). El desarrollo cognitivo de un individuo es el resultado de la interacción entre su herencia y su ambiente, no de la herencia o del ambiente exclusivamente. En el Capítulo 3 profundizaremos más en el papel de la interacción entre herencia y ambiente.
Consideremos por ejemplo, el comportamiento de los adolescentes y de las adolescentes (Feldman y Eliot, 1990). Los factores hereditarios influirán sobre las diferencias entre chicos y chicas en lo que se refiere al peso, la estatura y la edad dé inicio de la pubertad. Como pro-medio, las chicas son más bajas y pesan menos que los chicos y entran antes en la pubertad. Sin embargo, algu-
ñas diferencias entre sexos que antiguamente parecían estar claramente establecidas se están empezando a cuestionar, lo que sugiere que la crianza también desempeña un papel importante. Por ejemplo, las mujeres de hoy en día eligen carreras de matemáticas y ciencias en mucha mayor medida y buscan la autonomía con mucha más de-terminación que en el pasado. Lamentablemente, las adolescentes actuales también consumen muchas más drogas y tabaco que en épocas anteriores. Las modificaciones que están experimentando las diferencias y similitudes entre géneros confieren mayor credibilidad a la idea de que las explicaciones simplistas basadas solamente en factores biológicos o ambientales son inadecuadas.
A pesar de que la mayoría de los especialistas en desarrollo no adoptan posturas extremas en las cuestiones sobre el desarrollo que acabamos de exponer, este consenso no implica que no haya debates acalorados sobre en qué medida el desarrollo está determinado por cada uno de los factores mencionados. Siguiendo con el ejemplo de
las diferencias entre géneros, ¿las chicas suelen rendir menos en matemáticas a causa de su naturaleza «femenina» o debido al sesgo masculino de la sociedad? Consideremos también aquellos adolescentes que tuvieron una infancia caracterizada por la pobreza, la falta de atención paterna y una escolarización deficiente. ¿El hecho de que tengan experiencias enriquecedoras durante la adolescencia les permitirá superar los déficits que tuvieron durante las primeras etapas del desarrollo? Las respuestas que los expertos en desarrollo dan a este tipo de preguntas reflejan sus puntos de vista sobre las cuestiones naturaleza-crianza, continuidad-discontinuidad y experiencias tempranas-tardías. Las respuestas también influyen sobre la política social relacionada con los adolescentes y sobre nuestra vida a lo largo del ciclo vital.
Hasta este punto, hemos analizado muchas ideas sobre la naturaleza del desarrollo. El siguiente repaso le ayudará a alcanzar los objetivos de aprendizaje relacionados con este tema.