inicialmente recíproca. No hay que asombrarse si todas las actividades humanas e incluso la vida de la naturaleza están subordinadas a esta metamorfosis de la violencia en el seno de la comunidad. Cuando las relaciones se enturbian, cuando los hombres dejan de entenderse y de cooperar, no hay actividad que no resulte perjudicada. Hasta los resultados de la ‘cosecha, de la caza o de la pesca, hasta la calidad y la abundancia de las cosechas, se resienten a ello. Así pues, los beneficios atribuidos a la violencia fundadora superarán de manera prodigiosa el marco de las relaciones humanas. El homicidio colectivo aparece como la fuente de toda fecundidad; se le atribuye el principio de la procreación; las plantas útiles al hombre, todos los productos comestibles surgen del cuerpo de la víctima primordial.
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Hasta Hubert y Mauss citan a cada instante unos hechos que debieran devolver nuestra ciencia «revolucionaria» a la realidad de lo social. Al lado de mitos, en efecto, en los que el linchamiento fundador es prácticamente indescifrable, hay otros en los que su presencia está casi explícitamente reconocida. Estos mitos apenas transfigurados no siempre pertenecen a las culturas que nuestra condición de humanistas occidentales pudiera incitarnos a considerar los más «groseros». Nuestros dos autores citan un ejemplo griego que no deja nada que desear:
«En Trezene, en el períbolo del templo de Hipólito, se conmemoraba con una fiesta anual las lithobolia, la muerte de las diosas extranjeras Damia y Auxesia, vírgenes extranjeras llegadas de Creta, que habían sido, según la tradición, lapidadas en una sedición. Las diosas extranjeras son el extraño, el transeúnte que desempeña con frecuencia un papel en las fiestas de la siega; la lapidación es un rito de sacrificio.»
En la proximidad del mito de Edipo aparecen unos ritos como el del pharmakos y del katharma cuya intención auténtica se ilumina a la luz de la lectura ofrecida anteriormente. Previsora, la ciudad de Atenas mantenía a sus expensas un cierto número de desdichados para los sacrificios de ese tipo. En caso necesario, esto es, cuando una calamidad se abatía
- amenazaba con abatirse sobre la ciudad, epidemia, carestía, invasión extranjera, disensiones internas, siempre había un pharmakos a disposición de la colectividad.
La explicación completa del mito de Edípo, esto es, el descubrimiento
3. Op. cit., p. 290.