RESUMEN Y DISCUSION
Se han presentado tres ejemplos clínicos para ilustrar los cinco factores necesarios para el desarrollo del habla y su uso. Uno de ellos (o más) es deficiente en la enfermedad mental severa con tendencia al mutismo. Ellos son: (a) la capacidad de formar pensamientos oníricos adecuados para su transformación en lenguaje, deteriorada en Jonathan y prácticamente derrumbada en Sylvia; (b) la habilidad de lograr esta transformación mediante la identificación con objetos parlantes, en la música de la gramática profunda, que se desintegra en Sylvia y se reconstituye lentamente en Jonathan; (c) el proceso del balbuceo y de intercambio de letras en juegos de palabras, requisito necesario para la construcción de un vocabulario adecuado para la comunicación acerca del mundo externo y del virtuosismo en sobreimponer esta estructura léxica de habla superficial en la base musical del habla profunda, que se recobra en Jonathan; (d) la aprehensión de objetos externos con cualidades de realidad psíquica que los hacen adecuados como audiencia, alterados por el delirio en Phillipa, y finalmente (e) el deseo de comunicar estados mentales e información a otra gente, disminuido en Sylvia.
Al relacionar estos factores con el autismo infantil, he descrito nuestros hallazgos en relación con los estados del autismo propiamente dicho y el deteriorado desarrollo de la personalidad en estos niños fuera del área de la desmentalización autoinducida. He bosquejado el modo del funcionamiento de la maniobra central en el autismo propiamente dicho: el desmantelamiento primitivo y suave del yo, y he investigado sus consecuencias, mostrando también cómo la disposición que favorece este método de manejo frente a una carencia ambiental, puede llevar a métodos menos primitivos de control omnipotente y, por ende, de rasgos obsesivos. Esto último, combinado con la dañada introyección y con la preferencia por una forma adhesiva (Bick) de identificación narcisista, interfiere con la diferenciación en varias áreas de la geografía de la fantasía (Meltzer) y, en consecuencia, con la formación de objetos internos. Esta última dificultad se complica aún más en el campo del habla, porque el desarrollo posterior del complejo de edipo pregenital tiende a manifestarse como un ataque al coito verbal de los padres internos.