BIDIMENSIONALIDAD
Cuando la significación de los objetos se vivencia como inseparable de las cualidades sensuales que pueden captarse de .sus superficies, la concepción del . self debe ser por fuerza limitada. El self también va a ser vivenciado como una superficie sensible, una visión no significativamente distinta de la visión del yo que Freud presentó en El yo y el ello. Esta superficie sensible puede ser maravillosamente inteligente en la percepción y apreciación de las cualidades de la superficie de los objetos, pero sus objetivos van a ser necesariamente cercenados por una empobrecida imaginación, dado que carece de medios para construir en su pensamiento objetos o hechos distintos de aquellos experimentados de manera concreta. En el lenguaje de Bion, el yo no tendría medios para distinguir entre un objeto bueno ausente y la presencia de un objeto ausente persecutorio. La razón para esta limitación del pensamiento y la imaginación residiría en la carencia de espacio interno dentro de la mente, en el cual pudiera tener lugar la fantasía como una acción de ensayo y, por ende, como un pensamiento experimental.
Más aún, y por la misma razón, el self que está viviendo en un mundo bidimensional va a quedar disminuido tanto en memoria como en deseo, o en previsión. Sus experiencias no podrán resultar en la introyección de objetos o en la modificación introyectiva de los objetos ya existentes. No se podrá entonces llevar –a cabo el pensamiento experimental en regresión o progresión, a partir del cual fuera posible reconstruir los hechos pasados más o menos certeramente, y bosquejar las posibilidades futuras con cierto grado de convicción. Su relación con el tiempo será esencialmente circular, pues sería incapaz de concebir cambios perdurables y, por lo tanto, de concebir su desarrollo o su cesación. Las circunstancias que amenazan esta inmutabilidad tenderán a vivenciarse como ruptura de las superficies: rajar, desgarrar, supuración, disolución, liquenificación o desensibilización ictiótica, entumecimiento congelante (freezing numbness) o una sensación difusa, sin sentido y por ende atormentadora, como de picazón.