EL MATERIAL «COMPRIMIDO»*
A esta altura, la familia debió retornar al extranjero, y Timmy quedó al cuidado de una ama de llaves quien, junto con su esposo y un hijo algo mayor que el paciente, se dedicaban con ternura a este niño atractivo y encantador, Timmy
Squeeze, apretar, apretujar, comprimir, estrujar, exprimir, hacer pasar apretado, etcétera. (N. del S.]
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hablaba bastante utilizando frases cortas en inglés, francés e italiano, y en su manejo presentaba muy pocas dificultades. Durante las mañanas asistía a una pequeña escuela especializada donde era muy popular, moderadamente socializado y de alguna manera constructivo, pero aún básicamente ineducable. (697) Antes de que reaccionara al haber visto al hijito del terapeuta pasaron tres días; pero cuando la tormenta estalló fue un huracán de rabia y adhesividad, acompañado por un deterioro de su salud generalmente robusta, y un paradójico aumento en su habla, incluyendo un canto: «Oh querida, oh querida», con la reconocible entonación de «Clementina». (700) La tos de Timmy empeoró luego de que el terapeuta debió cancelar una sesión. Lloró la mayor parte de la noche, se pensó que tenía dolor de oídos, comió poco y permaneció dos días en cama. Pero en los diez días de vacaciones que siguieron, Timmy estaba alegre y bien, excepto que no defecó durante los tres días anteriores a la vuelta al análisis. (703) Antes de esa sesión estaba muy excitado, repetidamente llamaba «niño travieso» (naughty boy) al terapeuta y al irse, cuando miró al espejo, señaló al terapeuta y repitió su acusación. (706) El sonido de cierto martilleo en el cuarto contiguo le hizo hacer una mueca y decir «papá»; pero (707) cuando esto se repitió ente-. rró la cabeza en el pecho del terapeuta y sollozó, poniendo su boca cerca de la del terapeuta cuando éste hablaba. (710) Ahora parecía asustarse un poco de los pájaros del jardín, tendiendo a cubrirse la boca cuando éstos pasaban volando. Fue en este contexto cuando ocurrió el primer incidente de «compresión». Consistió en estar de pie en equilibrio en una sola pierna y hacer esfuerzos para defecar, mientras su rostro se enrojecía notablemente. Era constipado y ‘frecuentemente parecía tener dolores de vientre. (714) En esta época con frecuencia Timmy parecía ser más fríamente destructivo. Al pisotear la pequeña ternera de plástico decía «matar, matar» y parecía sentirlo realmente. Cuando (715) buscó en la caja la ternerita y la sacó, lloró amargamente y estuvo inconsolable hasta que encontró la vaca bajo la silla del terapeuta, donde la había escondido previamente.
(716) A este drama de compresión, constipación y violencia, se agregó una especie de soplido que incluía soplar en la boca del terapeuta. Poco después (721) estuvo enfermo con un catarro gástrico y fiebre, que hicieron que la madre volviera para visitarlo y se lo llevara con ella por una semana de convalescencia. Ella estaba encantada con el progreso de Timmy y se sintió más cerca de él de lo que se había sentido desde que fuera su bebé. Pero él no defecó durante toda la semana, rechazó todo purgante, y sólo defecó luego de haber vuelto al análisis.: (729) En esa sesión se cayó y aunque se lastimó levemente, lo tomó con una’ cierta sonrisa. (733) Su acción de comprimir se acompañaba ahora con el pasaje de gases, a veces con su trasero apuntando hacia el jardín, a veces también soplan-, do o haciendo burbujas con su boca. (734) En la siguiente sesión tiró la vaca, en el papelero y la recobró; luego comenzó a jugar con el papelero de una forma nueva, haciéndolo rodar, admirando el reflejo de su superficie, abrazándolo, en el diván mientras se masturbaba, diciendo «po-po». Luego de un abrazo desconsiderado a la cabeza del terapeuta, retornó al papelero, trató de trepar encima y finalmente se acostó en el suelo con una pierna dentro de éste y succionándose el pulgar.
Su uso del lenguaje en las sesiones progresó ahora muy rápidamente. También
AUTISMO PROPIAMENTE DICHO 53
mejoró la calidad de la comunicación reflejada en su comportamiento. (741) El viernes simuló pelearse con adversarios imaginarios, soplando, pasando gases, escupiendo y gritándoles «váyanse». El lunes (747) dejó caer una bola fecal de sus pantalones mientras hacía presión, pero inmediatamente la hizo rodar otra vez en los pantalones hasta que prácticamente desapareció en sus ropas. Esto marcó el comienzo de una larga odisea en el análisis que, al asemejarse a fenómenos bien conocidos en el tratamiento de niños psicóticos que no son autistas ni son esquizofrénicos, no es particularmente relevante para nuestra presentación. En un sentido, se había alcanzado el punto de partida del autismo de Timmy y el punto en que se detuvo su desarrollo. Los fragmentos de autismo que fueron evidentes en la sesión quince, cobraron vida una vez más. La desmentalización del autismo fue en ese momento reemplazada por el restablecimiento del proceso de desarrollo. Pero a esta altura Timmy tenía diez años y su desarrollo correspondía a una edad de dos. La aparición del hijo del analista precipitó la dramática repetición del nacimiento de Bobby.
¿Qué sentimos, entonces, que ha sido el logro del análisis hasta este punto, dejando por el momento de lado la atenuación por parte de este niño de la búsqueda de refugio en los estados autistas? Creemos que ha logrado el establecimiento de un objeto con un espacio dentro, adecuado para la recepción del su-. frimiento mental del niño (el papelero y el espacio bajo la silla del terapeuta). Parece también existir un objeto, la cabeza del terapeuta, del cual puede introyectar algo capaz de confortar, tal vez ya algo nutritivo para su mundo interno. Dado el material de «compresión» y la perturbación somática concomitante, parecería .que hubiera logrado un mundo interno del cual podía hacer desaparecer a sus rivales, relegándolos al mundo exterior (la pintura de Dufy y los niños del terapeuta en el cuarto de arriba). Esta localización de sus rivales pareció darle la posibilidad de distinguir a éstos de sus perseguidores (el martilleo del cuarto contiguo) aunque aún no estuvieran claramente diferenciados de papá en coito con mamá (su primera respuesta al martilleo). De este modo, parece haberse formado el fundamento estructural para el desarrollo de la personalidad. Era, sin embargo, terriblemente tarde y ya muy fuerte el hábito de emplear maniobras autistas. Fue claro en las sesiones que, frente al sufrimiento, se retraía y debía ser reanimado por la atracción de la cabeza-pecho del analista y por su voz-leche.