LAS CATEGORÍAS DEL TRASTORNO TIENEN LA IMPRONTA DEL CONOCIMIENTO MÉDICO
El DSM y la CIE sufrieron cambios notables a partir del éxito de los tratamientos farmacéuticos en 195o. Por aquel entonces la influencia de las nociones psicoanalíticas comenzó a menguar y el número de
LA PSICOLOGÍA COMO IDEOLOGÍA
categorías definidas en función de la medicación con las que se trataban experimentó un rápido aumento. A su vez, la pugna librada en el interior de la psiquiatría entre los partidarios del psicoanálisis y los que seguían una línea médica más ortodoxa se saldó a favor de la medicina, lo que supuso que los psicólogos se viesen aún más arrinconados. En este momento, consciente de la exigua contribución que podía hacer en términos de explicaciones y tratamientos, la psicología se replegó y se limitó a lo que sabía hacer mejor: la categorización y la medición.
El proceso técnico que conduce a las categorías en el sistema de diagnóstico refleja una vez más la función primaria de la psicología como método. Para los que sostienen que la psicología es una «ciencia de la vida mental» es imprescindible seguir una metodología científica, lo que supone que a un sinfín de teorías y especulaciones acerca de la naturaleza de la mente les está permitido chapotear en las aguas psicológicas. Por eso mismo, el propio proceso de categorización es más importante para la psicología que cualquier categoría, lo que explica que algunos trastornos concretos sean contemplados o descartados, siempre y cuando la invención y aplicación de las categorías continúe su apresurada marcha —la homosexualidad fue eliminada de la lista en 1973, siendo uno de los ejemplos más famosos—. El sorprendente aumento en el número de categorías que se aprecia en versiones consecutivas del DSM evidencia este imperativo metodo – lógico en psicología, a la vez que muestra la creciente influencia de los psicólogos en los comités’ 1