LA PSICOLOGIZACIÓN DE LA POLÍTICA SE CENTRA EN EL EQUILIBRIO, EN EQUIPARAR A LA IZQUIERDA Y LA DERECHA
Cuando reducimos los problemas políticos a un plano psicológico, y nos encomendamos a los psicólogos para solucionarlos, caemos en una trampa de difícil escapatoria. El funcionamiento de esta trampa precisa que los psicólogos se crean observadores científicos neutrales que desarrollan teorías imparciales, lo que a su vez les lleva a pensar que las personas que analizan son igual que ellos, esto es, que mantienen valoraciones neutrales e imparciales acerca del mundo. No obstante, las personas con ideas firmes y dispuestas a luchar por ellas suponen una amenaza para los psicólogos y sus concepciones ideales del individuo racional ideal y la investigación científica. Por lo tanto, los que se hallan a la izquierda y a la derecha de los psicólogos ponen en tela de juicio las nociones del yo de la psicología, a lo que muchos psicólogos sociales y psicólogos políticos responden por la vía intermedia, es decir, que sean las personas a las que analizan las que «equilibren» ambas partes del dilema.