SE CONSIDERA QUE UN NÚCLEO EXPERIENCIAL DETERMINADO MANTIENE A LA IDENTIDAD INDIVIDUAL EN SU SITIO
La posición estática desde la que se espera que el sujeto perciba el mundo funciona en la psicología como un patrón que permite imaginar la constitución interna del yo. De hecho, el concepto de «identidad», por ejemplo, procede de una interpretación de la teoría psicoanalítica interesada en el desarrollo de un núcleo interno del yo adaptado a la sociedad29. Este concepto sería después
IAN PARKER
incorporado en un modelo más estrictamente psicológico del yo, de modo que la ambigüedad y la contradicción fueron suprimidas, dejando un mecanismo central del que ahora se asume la organización de las percepciones, las cogniciones y el comportamiento. Este dispositivo está estructurado de manera parecida al observador estático ante el viejo taquitoscopio o la pantalla del ordenador, como si el observador real estuviera en el interior de la cabeza mirando hacia el exterior.
Al igual que las relaciones de causa y efecto descritas por los conductistas son proyectadas en el interior de la cabeza para producir explicaciones «cognitivas», la idea de relaciones estáticas en la investigación cognitivo -perceptual también produce una imagen específica de cómo se supone ha de ser el yo experiencial y perceptivo.
La noción de «identidad» es ahora asumida como la principal estructura cognitiva que mantiene el sentido individual del yo en su lugar y que viaja a través de las representaciones ideológicas de las diferencias sexuales y culturales. El hecho de llegar a descubrir y celebrar su propia identidad supuestamente debería consolar a los excluidos y los oprimidos. En este sentido, el modelo que los psicólogos utilizan para comprenderse a sí mismos como sujetos, como alguien capaz de predecir y controlar el comportamiento, es abstracto, reificado y proyectado en la cabeza de cada uno y de todos los individuos3°.
El sentimiento de seguridad y control correspondiente que acompaña a la identidad es el de la «autoestima», un concepto tan popular que sólo un aguafiestas se atrevería a cuestionar. No obstante, el uso de la autoestima como piedra de toque para comprender el modo en que las personas consiguen sentirse bien es parte del problema. Las personas con «alta» autoestima son en realidad proclives a ser infelices y a estar a la defensiva, y más frágiles que aquellas con «baja» autoestima31. La búsqueda de la «identidad» y la «autoestima» es un callejón sin salida, una solución con la que trafican los psicólogos como parte del proceso de psicologización, y que puede conducir a una «felicidad» a corto plazo, pero que, en realidad, genera una alienación más intensa, un distanciamiento de los otros y de uno mismo.