Entiendo que mis afirmaciones pueden escandalizar a cualquier católico medianamente formado, al menos con esa formulación (la vida consagrada es patologizante) y con todo lo que esa formulación sugiere sin ir antes a todas las distinciones que pide para poder entenderla. Claro, con todo lo que sugiere, pero no dice, es casi una herejía… o una herejía simpliciter….
Por eso quisiera dejar claro que:
- Primero, el punto de vista en el que está afirmado es puramente humano, psicológico, para ser preciso, en psicología lo patologizante es principalmente estadístico, hay una media, que también es estadística y que se le pone el título de ‘normal’ y lo que se sale de la estadística se le pone el título de ‘patología’. No comparto en toda la línea este método, lo sano y lo patológico, se juzga en primera persona, no por estadísticas, pero sí, lo estadístico, confirma la presencia sistemática de lo que es considerado patológico. En este sentido «la vida consagrada es patologizante (narcisizante, en mi especificidad)» se traduce del siguiente modo: «Desde un punto de vista puramente humano, psicológico, la media de los consagrados tiene un nivel más alto de narcisismo que la media de las personas comunes»
- Por supuesto que hay patología en todo otro lugar, en el matrimonio, en la paternidad y en cualquier tipo de laburo, pero yo nunca quise afirmar que no la hubiera, simplemente quise afirmar que hay más narcisismo, como media, en la vida consagrada que en el matrimonio y en la paternidad, sólo eso…
- No se es un ingenuo ni un pelotudo por creer en lo del llamado a la santidad y a la vida en común, a quien Dios lo llama a eso, que se joda, va a tener que luchar mucho más fuerte que el resto de las personas contra el riesgo abismal de construir una vida narcisista, pero tendrá todas las gracias en su estado de vida, pero a la vida consagrada y a sus riesgos hay que llamarlos por su nombre, de otro modo lo único que hacés es dorarle la píldora, hacerle creer la boludés del «estado de vida más perfecto» (que en sede teológica hasta podría suscribirlo, por supuesto, haciendo un montón de distinciones) y toda las consecuencias nefastas que tiene lo que «sugiere esa formulación»…
Los fundamentos de mi afirmación son una mezcla de experiencia y principios de la ciencia psicológica, de todos modos considero a mi afirmación una certeza de carácter personal no probada para el uso definitivo social como convención, es decir por medio de un estudio serio y estadístico que encare empíricamente el tema y arroje sus conclusiones. Los elementos que me sugieren tal tesis son:
De mi experiencia:
- Por ejemplo, he vivido muchos meses en asilo de ancianos para religiosos, allí me dijo una profesional que dedicó toda su vida a los ancianos religiosos que el nivel de demencia senil entre los ancianos religiosos es mayor que entre la gente común. Tal vez es una intuición mal formada por selectividad en ella, sin la seriedad de un estudio que la apoye, pero a mí, en primera instancia, me parece muy verosímil. ¿Saben por qué? Porque en ese asilo de ancianos para religioso no vi ni de cerca el gozo de la «vida en común» (eran de la misma congregación todos) sino una muy profunda tristeza, que casi se cortaba en el aire con tijeras. ¿Saben cuando se ponían súper alegres los viejitos? Cuando los venía a ver algún familiar que no tuviera que ver nada con su vida religiosa. Para mí es claro el por qué, no los aburro con psicologías…
- me es evidente como el sol que los curas son más narcisistas que las personas comunes, la mayoría de los laicos que conozco y que tienen que frecuentarlos se quejan de un sinnúmero de síntomas que indican en conjunto una misma raíz…
- un síntoma en particular es la paradójica incapacidad de escuchar de verdad, en toda mi experiencia de curas me bastan los dedos de una mano, y sobran varios, para enumerar a los curas que he conocido y que saben en serio escuchar…
- hay mucho más, pero no voy a hacer una fenomenología completa en este lugar…
De la psicología:
- Hay estudios que demuestran que las personas que no tienen hijos son, como media estadística, más narcisistas que las que no lo tienen (Lo que no significa que quien tiene hijos no pueda ser narcisista… etc). Como consecuencia el consagrado tendrá que luchar contra esta condición estructural natural de su estado de vida de un modo más intenso que cualquier otra persona.
- La mayoría de los investigadores más reconocidos en psicología indican que la madurez plena se alcanza cuando uno se puede ganar la vida por sí mismo (condición necesaria pero no suficiente). Los consagrados, en su gran mayoría, no tienen la posibilidad de pasar por esta experiencia. Se introducen de lleno en un sistema paternalista en el que mínimo podemos hipotizar que sufren estructuralmente consecuencias, al menos desde el punto de vista natural, de este hecho.
- Hay varios elementos más pero eso sería digno de un libro, que alguna vez escribiré, si me sobra la plata y puedo invertir tiempo en ello o si alguien me paga para que lo escriba.
Pienso que todas estas dificultades pueden ser superadas por las gracias propias del estado de vida consagrada y por una auténtica y profunda unión con Dios. Pero quienes superan estas dificultades, de hecho, son los menos, lo que he constatado en mi vida es que la gran mayoría quedó enganchado en alguna de estas dificultades que plantea el estilo de vida sin poder superarla. Que probablemente sean más meritorios delante de Dios que una persona humanamente más sana, sí es probable, el mérito y la plenitud no siguen una curva idéntica, ni son lo mismo. El mártir se merece los altares… ¿es humanamente pleno? bastante improbable… De hecho por la única razón, ¡ni más ni menos!, que se merece los altares es por el martirio que de hecho ha puesto a prueba su grado de amor por Dios. Si de hecho no se diese el martirio es totalmente improbable su canonización… a menos que se ajuste a las exigencias de un proceso de beatificación normal, lo cual implicaría que se pruebe un nivel de plenitud sobrenatural excepcional que lo haga digno de los altares, no el puro mérito del martirio….
Pero, para salvarse, al final lo más importante es “hacer méritos” no ser humanamente pleno. Sin embargo no creo que ayude callarse los riesgos humanos a los que va a someterse quien decide consagrarse, es mejor que los conozca y los conozca profundamente para que pueda asumirlos, elegirlos y afrontarlos crudamente porque justamente es Dios quien se lo pide…
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Hola, P&·E, sin entrar en el mérito (je, je) de la cuestión, que no me atañe y que por el momento no me interesa dilucidar, no entiendo muy bien en este párrafo:
«No se es un ingenuo ni un pelotudo por creer en lo del llamado a la santidad y a la vida común, a quien Dios lo llama a eso, que se joda, va a tener que luchar mucho más fuerte que el resto de las personas contra el riesgo abismal de construir una vida narcisista, (…)»
-por otro lado, plagado de gros mots (he, he)-, qué quisiste poner con eso de «llamado a la santidad y a la vida común». ¿Quisiste poner a la vida EN común? ¿o a la vida «consagrada»? Porque de todo tu análisis, se desprende que estás queriendo referirte a la vida consagrada, y no, justamente, a la vida «común».
Desgraciadamente, abocada a los blogs…
Sí, tenés razón, ahora lo corrijo, en realidad está pegado de un mail privado, por eso las gros mots y ese descuido….
Pregunto (desde mi ignorancia): ¿la patología narcisista es la raíz de las depresiones y el alcoholismo que a veces se da?
Saludos.
En la depresión hay una raíz enorme en la falta de adecuación entre la imagen que la persona tiene de sí y de lo que debiera ser y lo que realmente es y sus dotes reales (Dejando de lado los llamados episodios mayores depresivos que tienen causa orgánica). La depresión mal llamémosle neurótica sí tiene su raíz en uno de los aspectos del narcisismo: el contraste entre la enorme imagen de sí y la realidad vivida.
Con el alcoholismo es más complejo, en general toda dependencia de sustancia viene a llenar un hueco una carencia y, también, de nuevo, la carencia siempre tiene como consecuencia una imagen de sí no correctamente elaborada, que exige un monto de libido, de satisfacción que como no se puede dar por vías normales termina recurriéndose a la sustancia determinada.
Que querís que te diga! Tenís razón.
Pero pienso que la estructura y el estilo de vida es clave en lo patologizante, me refiero a lo paternalista, donde hay un juego un tanto jodido. El que no puede vivir sin esa estructura y el que desea vivir sin eso pero cuando sale al ruedo se encuentra con una feligresía que le demanda paternalismo… y en el fondo le reclama cierto nivel de narcisismo… por ahí pienso que en «Diario de un cura rural» de Bernanos tiene un par de diálogos de antología sobre el modo de ser, en este caso de un cura, de almas y el ejercicio de la hodegética.
«Ayer recibí otra carta de mi amigo, unas pocas palabras […] Y termina así: ‘Has debido de comprender hace tiempo que he colgado los hábitos, como se dice conmúnmente. Sin embargo, mi corazón no ha cambiado. Tan sólo se ha abierto a una concepción más humana y, por consiguiente, más generosa de la existencia. Me gano la vida; eso es una gran cosa. ¡Ganarse la vida! La costumbre adquirida en el seminario de recibir de los superiores, como una limosna, el pan cotidiano o el plato de judías, hace de nosotros unos niños. Hasta hace poco tuve como debes tener tú ahora, una absoluta ignorancia de mi valor social. A duras penas me habría atrevido a ofrecerme para el trabajo más humilde. Sin embargo, aunque mi mala salud no me permite todas las gestiones necesarias, he recibido muchas proposiciones lisonjeras y llegado el momento no tendría que escoger entre media docena de situaciones excelentemente remuneradas. Acaso en tu próxima visita pueda darme el placer y el orgullo de acogerte en un piso conveniente, cuando nuestro alojamiento era hasta ahora uno de los más modestos…’
Sé que todo eso es pueril y que debería encogerme de hombros. Pero no puedo. Se trasluce en estas palabras cierta necedad, donde reconozco desde el primer momento, con horrible humillación, el orgullo sacerdotal, pero despojado de todo carácter sobrenatural, vuelto frivolidad. ¡Qué absurda puerilidad!
Y, sin embargo, mi antiguo camarada pasaba por ser uno de los mejores alumnos del seminario, el mejor dotado. No le faltaba siquiera una experiencia precoz, un poco irónica, de sus semejantes y juzgaba a algunos de nuestros profesores con bastante lucidez. ¿Por qué intenta hoy imponerme con absurdas fanfarronadas que probablemente ni siquiera le engañan a sí mismo? Como tantos otros, terminará en cualquier oficina donde su mal carácter y su susceptibilidad enfermiza le harán enojoso a sus compañeros y donde, por mucho cuidado que ponga en ocultar su pasado, no podrá tener nunca muchos amigos.
Pagamos cara, muy cara, la dignidad sobrehumana de nuestra vocación. ¡Está siempre tan cerca lo ridículo de lo sublime! Y el mundo, tan indulgente de ordinario con los ridículos, odia el nuestro institivamente. La necedad femenina es ya muy irritante, la necedad clerical lo es aún más que la femenina, de la que parece a veces un misterioso vástago…»
Narcisistas, TLP, depresivos, cómo les llaman, ya paranoides, esquizoides. wow. Conocí un cura que me espeluznó hablaba cada locura.
Creo que al sistema paternalista se adaptan bien los TLP. Te comento conocí uno que por nada quiere apartarse, ahora engaña a sus superiores, tiene problemas de adicción sexual virtual, por cierto intenta estudiar supongo para posteriormente salir de ese circulo que lo ata. Hablar con él es imposible, cierra toda posibilidad a hablar de su futuro, no quiere jamás asumir compromisos en los cuales él tenga que enfrentar una responsabilidad por sí mismo , sin su congregación , a eso le teme. ejemplo mantener a su madre anciana.
Psique:
Muy interesantes los posts, especialmente para los que estuvimos adentro de alguna congregación o seminario. En mi caso Seminario.
De momento, y sin elaborarlo mucho, te digo que siempre me sorprendió el interés de los curas que conocí en temas psicológicos.
Los que entrábamos teníamos que pasar antes por un psicodiagnóstico.
Algunos luego por tratamiento, incluso con medicación.
A mí, que venía de una casa «sana» de papá profesional y mamá ama de casa, me parecía raro que hubiera que tener tantos filtros, tanta prevención, tanto foco en el estado psíquico de las personas.
Otra cosa relacionada que recuerdo es que, los superiores del Seminario, nos hablaran siempre de «cuidado, que esto es un microclima. Para hacerse maduros tienen que ganarse la vida afuera, trabajando, etc. Acá Uds muchas veces se hacen un mundo por pavadas, la vida real afuera es distinta.»
En fin, parece que tan errados no estaban.
Sinceramente, en mi caso, me tocaron superiores que eran personas honestas y rectas.
De mis compañeros igual opinión. Aunque quizás como era muy chico y sin experiencia no alcanzaba a ver los problemas que tenían.
Juancho.
Muy interesante lo que contás Juancho, también existe el riesgo del abuso de la psicología, porque en realidad tiene que jugar un rol meramente negativo, señalar las patologías que manifiestan la falta de idoneidad. De todos modos muy interesante tu experiencia. Ahora bien, en la perspectiva y a lo lejos, si tuviera que elegir entre el abuso y la ingenuidad omnipotente del angelismo, prefiero el abuso, hace menos mal, y se puede corregir y terminar saliendo indemnes. Las monstruosidades que se cometen en nombre de una confianza estúpida en la gracia son mucho peores. Es como darle un auto a un niño, enseñarle a manejar y decirle en tono «Guerra de las Galaxias» que la fuerza te acompañe… seguramente, al poco tiempo, te lo vas a encontrar hecho mierda contra algo…
Juancho yo te podría decir (y muchos más) que conocí a gente demasiado sana y recta como para estar en un seminario… de hecho estuvieron, se fueron bien pero eran demasiado sanos como para estar un ambiente de donde los aires de vician tan rápidos
PSIQUEIROS,me parecio muy buena la claracion sobre la vida religiosa,ahora, te pregunto,hay mucha diferencia entre un asilo de religiosos y un asilo normal?ese estado de nostalgia o tristeza en el ambiente ,no sera propio de la vejez? la verdad es que yo he estado en asilos comunes pero nunca en uno de religiosos,ademas ,he conocido curas viejitos o monjitas geniales ,llenos de chispa y de vida y algunos pocos renegados.
otra pregunta,crees que el hecho de cómo han vivido su vida consagrada sea el quid de su tristeza.
en el lugar donde vivo me he cruzado con todo tipo de riligioso/as,pero me llamó la atencion en especial una monja superiora de un colegio,tenia una mirada de no saber para que vive y menos para quien vive.lamentable!!
Reconozco que tienes muy buenos fundamentos, a pesar de que soy cristiano.
Y tengo que meter mi cuchara porque aunque no quiero discutir (y si alguien quiere consígase a otra persona), me es necesario hacerles el comentario de lo que la Biblia dice, no como queriéndoles hacer cambiar de parecer (porque ustedes no pueden cambiar la mía ni yo la suya por este medio), sino para aumetar su conocimiento sobre el tema:
1Co 7:9 «pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando.» con esto el apostol Pablo explica que no todos pueden quedarse sin casar, sólo los que Dios les haya dado la facultad. Y segundo: «1Ti 4:2-3 por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad.» Aquí el apóstol Pablo dice que el evitar casarse es una doctrina de mentirosos hipócritas, es contra la voluntad de Dios. El apóstol Pedro estaba casado (Mat 8:14) y los apóstoles también (1Co 9:5). Porque el hombre necesita compañía. Negarselo es un crimen a mi parecer. Gracias y Dios los bendiga
entonces?
No creo que la conveniencia o no del celibato sea el tema en cuestión. Creo que es más profundo y estructural