Recuerdo un amigo que hace mucho tiempo me decía cuando estoy un poco loco leo Sto. Tomás en latín y todo vuelve a su quicio, todo se ordena, se serena y me da paz en el alma.
A mi también me pasa lo mismo y cuando no tengo ganas de nada me encanta tontear buscando temas en Sto. Tomás, hoy, domingo a la tarde, y sin ganas de hacer nada más, tomé mi habitual ansiolítico Opera Omnia y encontré estas dos joyas que calman:
La primera de las Sentencias:
«La tristeza es como una quietud violenta»
La segunda de la Suma Contra Gentiles:
«Es propio de la amistad que el amigo se deleite en presencia del amigo, que se goce en sus palabras y hechos, encontrando en él consuelo contra toda ansiedad. Es por esto que sobre todo en la tristeza nos refugiamos en los amigos como causa de consuelo»
Ahí sí entendí por qué sos mi amigo Tomás, me gozo en tus palabras y en tus hechos, encuentro en ellos consuelo contra toda ansiedad y me refugio en vos y en tus ásperos latines cuando ando medio triste… cuando me invade esa quietud, esa calma violenta.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Tal vez no haya que ir más allá…¿y?
Acá tampoco entiendo…
Es que la quietud no es la «calma chicha»…
La «calma chicha» es una quietud violenta, es un estar paralizado el barco sin poder ir hacia donde realmente quisiera… nada más parecido a la tristeza…
Entonces ese domingo estabas triste?
Para mí, la calma chicha es como pactar con la mediocridad por pura cobardía.
Pero…no poder ir a donde se quisiera? …verdaderamente «querer»?…
Pero la quietud , entendida como reposo en el propio ser( y/o en comunión con el amigo, si querés), no puede ser violenta ni triste, sino gozosa, plena.
Otra cosa sería concebirla como falta de actividad a causa de una imposición a hacerlo proveniente de algo ajeno a la propia voluntad .
La mayoría de las personas tiene poca conciencia del soporte psicofísico de la voluntad, todos lo damos por supuesto, algo que está ahí totalmente disponible siempre y la antropología clásica casi no lo ha tenido en cuenta. Sin embargo, sin un mínimo de «buen ánimo» no es posible hacer ejercicio de la voluntad (la falta total de ese buen ánimo es la depresión endógena)… El «buen ánimo» no es la voluntad, ni el ejercicio de la voluntad, pero nuestra voluntad necesita de él, aunque sea en un minimísimo grado, para ponerse en acto. La tristeza es la disminución de ese «buen ánimo» de modo tal que frente a esa disminución percibimos la voluntad en una quietud que no «quiere», una quietud violenta, es la quietud violenta de un cuadripléjico que quisiera moverse pero no puede…
P&E,
muy interesante lo del «buen ánimo». Tenés más información? Podrías hacer un post sobre el tema?
Muy bueno el blog. Seguí así.
No tengo más información de cosas que haya leído, si tengo muchísimo que escribir sobre el tema, creo que hay un cierto paralelismo con el comportamiento dinámico de la inteligencia. Así como la inteligencia necesita un fantasma para entender en acto dinámicamente (cum phantasma sit objectum intellectus possibilis, ut dictum est, secundum statum viae, anima ad suum actum phantasmatibus indiget, non solum ut ab eis scientiam accipiat secundum motum qui est a sensibus ad animam, sed etiam ut habitum cognitionis quam habet circa species phantasmatum, ponat secundum motum qui est ab anima ad sensus, ut sic inspiciat in actu quod per habitum cognitionis tenet in mente), no así según la estructura ontológica de su misma naturaleza, del mismo modo para que la voluntad se ponga en acto y quiera necesita de cierta «disponibilidad» dinámica para moverse por parte de la sensibilidad superior del hombre, aunque esa disponibilidad dinámica no sea de la esencia de la voluntad, sin embargo no puede moverse de hecho si no existe. Esa «disponibilidad dinámica» de la sensibilidad superior respecto de la voluntad es lo que llamamos «buen ánimo». El caso extremo de ausencia casi total de esa «disponibilidad dinámica» es la depresión endógena o psicótica, que es la depresión profunda con causas orgánicas.
El problema es también social, las personas que disponen permanentemente de ese «buen ánimo» casi no pueden entender al que no lo tiene, para ellos es evidente, está totalmente asumido… lo cual confirma que podemos nombrar y distinguir algo racionalmente cuando empieza a estar ausente… la tristeza es un excelente motor de la poesía… porque nos hace ver claramente lo que perdimos. Volviendo a lo que decía el tipo de personas que tienen «buen ánimo» permanente difícilmente entiendan a alguien que se deprime. Para colmo se atribuyen el buen ánimo como un mérito, cuando no es más que un don, un regalo. Y torturan al triste con frases que contienen una aporía encarcelante tipo: ¡Ponete las pilas! o ¡Ánimo!…
Hay otras torturas similares ,o peores: «solo de ti depende»…; «en su caso los honorarios serán reducidos…o institucionales»; «sólo da el primer paso»; «lo que no hagas nadie lo va a hacer por ti»;»ayúdate que Dios te ayudará»…;» la caridad bien entendida empieza por casa»…
En fin…
Que la generosisdad no abunda; la caridad, un malentendido; el estudio, un entretenimiento, y la vida, una banalidad.
Menos mal que el Creador está, como el sol, tras las nubes…
Saber eso-de saber- le levanta el ánimo a cualquiera.
Y digo «cualquiera», incluyéndome.
Si te cuento recorridos infiernos dirás que no existe…
Mas que buen ánimo, creo que se trata de la fe que mueve montañas, y que es un don…que se puede pedir, para sí o para otros(y es lo mismo) por eso de la comunión de los santos.
Muy buena «deriva» del post, sobre el tema del buen ánimo. Y sobre cómo damos por sentado lo que tenemos por puro don, como el aire que respiramos. Sólo lo valoramos cuando lo perdemos. Y sobre la incapacidad del que cuenta con ese buen ánimo para entender a quien no lo tiene.
Je, je, si anduviste con esas ganas de no hacer nada o «tristeza», por nombrarla de alguna manera, por ahí te sale una poesía…, aunque supongo que no llegaste al grado necesario, y en parte, por vos, ojalá que no.
No, Cande, no creo que llegase a tristeza, llamémosle un poco de desazón de domingo a la tarde… just this… Igual no basta la tristeza para escribir poesías, hace falta también un cierto desenfreno de la autoconciencia… estar demasiado presente a sí mismo… lo cual exacerba la sensibilidad y permite captar y producir sutilezas estéticas que el resto de los mortales no puede… sinceramente, y gracias a Dios, pago con gusto el precio de no poder escribir nunca más poesías… eso espero y Dios no permita el retorno del poeta..
Bueno, me alegro de que haya sido sólo eso, es lo que me intuía, «desazón de domingo», buena expresión, la incorporo. Si sólo bastara eso, todos seríamos poetas, porque, ¿quién no la ha experimentado, o no la siente? Eso sí, este fue un finde largo…
Lo de la poesía, creo que ha de ser como decís, pero también habrá excepciones, tal vez no lleguen a la cumbre de la poesía, pero tienen su lugar. Mirá, las milongas de la pcia. de Bs. As., son más bien descriptivas, tienen su dejo de nostalgia, por ahí, pero no parece que quien las cante cuadre con esa descripción que hacés. Y por ej., las de Bernárdez,tampoco, al menos muchas de ellas (en fin, de lo poco que he leído). Pero ahí ya entramos en qué es poesía y qué no, y soy absolutamente ignara al respecto. En fin, seguro que me equivoco, porque hablo sin conocer.
Y bueno, Ana, no comparto que la fe ayude a subsanar la falta de ánimo, ni saber que Dios nos creó y nos ama, ni que dio su vida por nosotros. Para mí, son dos planos distintos, y muchas veces, paralelos. Lo mismo que cuando te duele la cabeza, tampco te alivia creer, tampoco te da «buen ánimo» la fe. A veces he escuchado decir que a cualquier persona, por muy sola que esté en el mundo, no querida por nadie, le basta con saber que Dios la ama. Por empezar, ¿qué experiencia de amor puede tener si nadie la ha amado? Siente, consciente o incoscientemente, que le falta algo que no sabe qué es, pero difícilmente pueda imaginarlo sin haberlo experimentado. Y el amor de Dios, para mí, sólo es posible, salvo un milagro, cuando hemos experimentado el amor humano. Si no, Dios nos hubiera creado como individuos iguales y libres, al mejor estilo de la Ilustración, autosuficientes desde el nacimiento. Incluso que le hablen a esa pobre persona (di un ejemplo extremo, pero también ha quien ha padecido «carencia» de amor, de afecto, en diversos grados), del amor de Dios, puede resultar contraproducente y tan inútil como decís que resultan, y ahí sí comparto, esas expresiones de aliento que citás para quien no tiene «buen ánimo».
En fin, ya bastante difícil es creer a Dios, creer en Dios, imaginate, amar a Dios, sin la «intermediación» de los demás. Pero yo creo que son planos distintos, y que a nosotros nos toca, más bien, tratar de hacer algo en el nivel humano. El otro, el sobrenatural, es de Dios.
Cande
Larguera
Sí, por supuesto (en cuanto hace a la poesía), hay quienes como niños ingenuos cantan la maravilla de la creación… Ese enorme niño que fue Chesterton… por ejemplo…
Son dos planos distintos, sí, pero si la fe no sirve para que vivas en el plano de lo sobrenatural…de qué estamos hablando?
O es solo el carnet de afiliación al club de la parroquia, la careteada, bah!…y nada más.
No sirve para aliviar. Es que no está pensado para eso. La cruz es el camino, sorry.
Y la poesía – cuando la hace un poeta-, surge como un desborde espiritual que intenta-sin conseguirlo- nombrar lo inefable. Y nunca es triste el contacto con lo Real. Puede ser aterrador, incomunicable, denso, oscuro, cristalino, gozoso, o parafraseando a Borges, irremediable. Lo que seguro no es : lacrimógeno, barato, enclenque, sentimentaloide.
La poesía llega donde las expresiones «normales» no alcanzan; y ocurre, precisamente como un intento, ante la imposibilidad de nombrar lo indecible.
Pero hay quien cree que dejar divagar la pluma es escribir un «verso libre»; y que eso es poesía.
Y no, claro, no lo es.
Y fastidia, aburre, averguenza inclusive.
Pero volviendo al tema de Dios.
A mí me ocurre que si no puedo más por algo, el saber que todo es pasajero, que Dios está (y yo en El), me sitúa.
Como en la tempestad calmada.
Alguno leyó Siddharta, de H. Hesse?
Si el tiempo es una ilusión, si el Ser es permanente, si la muerte no existe y/o ha sido vencida…se entiende?
Hay un punto en donde las religiones convergen; los análisis refieren a lo que existe o no hacen pie.
Tal multiplicidad de pensamiento…no es poesía?
No es busqueda de Dios, o tal vez …oración?