Lástima que no puedo poner aquí la crítica en concreto, pero al trasluz ustedes se darán cuenta de qué se trata:
Vuelvo a repetir mi frase sin cortarla «es esencial para el desarrollo simbólico el dominio más perfecto posible del propio lenguaje, solo así se tienen los instrumentos para construir la propia subjetividad en libertad», ¿Qué tiene que ver eso con todo lo que vos me endilgás?¿Cuando dije yo que ese era el único tipo de aprendizaje?¿Vos no le pedirías, o no esperarías, o no le desearías a un ser humano que desarrolle al máximo sus capacidades lingüisticas, cualesquiera sea el nivel que sea capaz de alcanzar?¿Te fijaste el adjetivo «posible» que dice la frase?¿Te diste cuenta que posible quiere decir en la medida de la capacidad de cada uno?¿No es inclusivo pedirle a alguien que desarrolle al máximo sus capacidades? La escuela actual y la gente que se llena la boca hasta el hartazgo con la inclusividad, es realmente antiinclusiva no preparando adecuadamente a una enorme masa de alumnos que después se ven frustrados por no haber aprendido absolutamente nada, ni estar preparados para nada. Ese es el caldo de cultivo de los que se sienten excluidos después. Y no te lo digo de lo teórico, te lo digo porque doy clases en una escuela de periferia donde hasta armas de fuego han llevado. ¿Sabés cual es la mayor estafa de la gente que habla todo el tiempo de inclusión y contensión? Es que no preparan en absoluto a esos chicos para incluirlos en serio en la sociedad. Se la pasan boludeando intentando «contenerlos» total no importa lo que aprendan (cosa que le escuché literalmente tanto a una inspectora como a Sileoni, el Ministro de Educación a nivel nacional) y después, como no aprenden nada, menos pueden aprender cosas más profundas a nivel humano, porque la escuela ha perdido su especificidad. Y con esto entendeme, lee con cuidado lo que escribo, yo no digo que el contenido sea más importante que las virtudes humanas y de convivencia que puedas infundir, no, date cuenta bien que no es lo que digo. Lo que digo es que sin el contenido, sin la enseñanza, sin el rol de la escuela en su intento de desarrollar al máximo POSIBLE (leíste bien? dice POSIBLE) la capacidad simbólica del sujeto, tampoco vas a poder enseñarle las cosas más importantes. Y sí, ahora que lo pienso bien mi concepción de la escuela es obsoleta, es de cuando venían de Europa a investigar el éxito pedagógico de las escuelas argentinas, de cuando los alumnos y las maestras de las escuelas públicas miraban con desprecio a la enseñanza privada porque era de inferior calidad. En esa época no había tanta sanata de inclusividad, sin embargo, se hacía inclusión de la mejor. Las escuelas donde íbamos los más pobres eran mejor o iguales en calidad que cualquier escuela privada y eso le daba la verdadera inclusividad para todos. Cualquiera que salía de esas escuelas podía acceder a cualquier tipo de educación. Esa era la educación obsoleta argentina, que una manga de genios destruyó, ahora tenés la educación pública que corre años luz atrás de la privada, no porque la privada sea muy buena, sino porque la educación pública es de terror, y la tribuna repitiendo inclusión, inclusión, inclusión. Sí, soy obsoleto, pertenezco y aspiro a una época en donde no se conocía la palabra pero se la practicaba a fondo, 100 veces mejor que ahora.
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.