Los trastornos extremos de la identidad son el autismo y la simbiosis, de los que se ha ocupado extensamente Margaret Mahler (lo) . Esta autora considera que en el curso de su evolución el niño pasa normalmente por varios períodos: 1) un período o fase autista normal desde el nacimiento hasta el tercer o cuarto mes; 2) una fase simbiótica desde el cuarto mes hasta el año, y 3) una fase de separación-individuación desde el año hasta los dos años y medio. De acuerdo con la patología de estas tres fases, describe tres tipos de psicosis infantiles en las que aparecen muy marcadas las perturbaciones de la identidad, del esquema corporal y el sentido de realidad.
En las psicosis autistas (autismo precoz de Kanner) los pacientes presentan conductas mecánicas, deshumanizadas y desvitalizadas, en relación con ellos mismos y con el mundo; hay un extremo retraimiento y una oposición violenta a todo cambio y a toda, interferencia a su manera de conducirse. Para el autista, los demás son sólo cosas que se pueden manipular mecánicamente, más que personas por las cuales se pueden sentir afectos.
Los síndromes simbióticos se caracterizan por un vínculo de dependencia muy estrecho con un objeto externo; existen proyecciones masivas sobre dicho objeto que permanece indiferenciado con respecto al self.
El tercer tipo de trastorno está constituido por psicosis infantiles más benignas caracterizadas por la utilización simultánea o alternativa, pero menos estereotipada, de mecanismos autistas y simbióticos.
Muchos de los cuadros esquizofrénicos de los adultos presentan características de estas psicosis infantiles.