No puedo tolerar a las personas honradas a las que uno no puede acercarse sin miedo.
Fiodor Dostoievski
Leyendo El Jugador me encontré con esta frase que me hizo pasar, en un instante, muchas personas por la cabeza. Personas respecto de las cuales he hecho experiencia en el ámbito de la religión. Por curiosidad se la leí a una amiga mía, hiper inteligente, con cero registro de lo religioso o de personas que tengan que ver con lo religioso y le pregunté si le decía algo, si tenía en su experiencia de vida registro de haber vivido o experimentado alguna persona que le hiciese recordar la frase. Su respuesta fue negativa. Es más, sin la experiencia de ese tipo de personas, me costó explicarle su significado.
¿Será una disociación propia de lo religioso?
¿Los buenos que dan miedo, son realmente buenos?
¿Por qué dan miedo si son buenos?
Mi nombre es Eduardo Montoro, soy del 68, estoy casado con Graciela y tengo un hijo, Juan Manuel.
Tengo un largo recorrido académico, definido por un amigo como el viaje de Frodo, no porque sea como Frodo, sino por las peripecias que tuve que pasar, algunas en Italia otras en Argentina. En ese viaje obtuve varios reconocimientos académicos:
• Licenciado en Psicologia, Universidad Católica de Cuyo.
• Master en Psicología de Counselling, Università Europea di Roma
• Profesor de Psicología, Universidad de Mendoza
• Licenciado en Filosofía Sistemática con orientación Lexicográfica, Pontificia Università Gregoriana
• Licenciado en Filosofía del Derecho, Universidad Católica de Cuyo
• Y cuatro años de Teología, no acreditados oficialmente en ninguna universidad, pero que equivalen a una licencia.
Actualmente resido en San Juan, Argentina y mi hobby es salir a andar en moto en duro por los cerros sanjuaninos.
Pero lo que más me apasiona es ver crecer a las personas, superarse, en las más difíciles e inimaginables circunstancias.
Me recuerda a la caracterización de los fariseos hecha por Castellani.
Bueno, no sé, se me ocurre, algo básico: y si preguntás a más personas además de a tu amiga? 😛
Buena sugerencia metodológica, Milko, sobre todo a personas más grandes no posmodernas (los posmodernos no tienen idea ni experiencia de la fusión severidad-bondad-miedo)…
¿A vos te dijo algo la frase?
Sí, Pablo, creo que va por ahí el tema, más por la necesidad de ‘parecer’ bueno, que de realmente serlo….
La frase me recordó en seguida a uno de los relatos de Chesterton sobre el P. Brown. En el relato había un personaje, toda bonomia, carcajada y carácter, pero que mantenía a su familia totalmente sometida. El tema es que me fui a buscar el texto y salté a otro tema inmediato: no encuentro el libro.
En cuanto lo haga transcribo.
no será que que de ambos términos del miedo el «problema» es más del sujeto que del objeto?
Listo, lo encontré, pero el relato psicológico del personaje está en varios puntos del relato.
En «El candor del Padre Brown», el relato es «Los tres instrumentos de la muerte», y lo que me llamó la atención es el personaje del difunto Sir Aaron Armstrong «agradable hasta el punto de ser cómico, y popular hasta ser casi legendario».
Algunas consideraciones como «Él era muy alegre. Pero, ¿comunicó a los demás su alegría? Francamente, ¿había en esa casa alguna persona alegre, fuera de él?» dan una idea del tipo de persona que era, y la pintura que se hace de este «hombre alegre y jocoso», comandando una familia en donde los personajes parecen ser casi fantasmas, es muy representativa de ciertas personalidades expansivas de carácter y de virtud … sobre el carácter y virtud de los demás.
Lamento si mi referencia a libros es frecuente, pero no soy hombre de gran sabiduría, sino sólo de libros.
Genial lo de Chesterton: «personalidades expansivas de carácter y de virtud … sobre el carácter y virtud de los demás»
Por ahí va la idea, es una virtud autoapropiada que no deja espacio para que los demás crezcan, cuantos padres, curas, jefes, etc. de gran carácter que solo tienen a su alrededor fantasmas, son de carácter pero han robado el espacio a los demás, a costa de los demás…
Ese robo no puede sino dar miedo…
Oscar siempre, y en toda ocasión hay que preguntarse si no es problema del que mira, mientras no lleguemos al estado de Tom Bombadil, frente a un problema siempre deberá estar la pregunta ¿qué hay en mí que me afecta?, pero creo que aquí «principalmente» el problema no pasa por el sujeto, sino por el objeto… creo que lo vamos descubriendo de a poquito, con los aportes de cada uno….
sí un malo le tiene miedo a un bueno ,tal vez no sea el miedo al bueno, sino a su conciencia que le hace notar su propio mal ,no te parece?ademas ,para no tenerle miedo al bueno o sos muy humilde,o tenes la conciencia encriptada.
Gustavo, usé la palabra «bueno» intencionalmente, en realidad todos somos un poco malos y un poco buenos. La pregunta es ¿no sentiste alguna vez un poco de miedo de ir a hablar con tal o cual persona, reputada por «super buena», a los ojos de los demás, pero esa reputación no te daba la tranquilidad propia de estar ante alguien que nos ama (que es el único realmente bueno, a la postre)?
Te lo pongo más fácil ¿Sentirías miedo de hablar con la Madre Teresa?¿Por qué entonces sentías (sentíamos) miedo de hablar con el padre tal o cual?
Ensayo de respuesta, o respuesta tentativa: me parece que en ciertas personas que muestran o parecen mostrar cierto ascendiente sobre nosotros, uno proyecta los propios parámetros de exigencia, o de autoexigencia. Como uno juzga, así es como teme uno ser juzgado.
Ojo, también hay cuestiones generacionales en esto. Los niños tienen un sentido implacable de justicia, y uno que ya arrastra miserias y macanas cometidas, quizá entiende un poco más de misericordia porque aprende a entender (no a justificar, aclaro) al que cae, al que tropieza.
Y uniendo las dos ideas me pregunto si este temor ante ciertas personas no es en realidad algún resabio infantil que a veces nos queda, temiendo que el juicio del otro nos defina, o nos determine, o nos condicione, como nosotros haríamos.
Divagues de la tarde por exceso en el consumo de té 😛
EN ESE PUNTO CONCRETO SÍ! MUCHAS VECES NO QUERIA NI PASAR POR DELANTE DE ÉL………..YDE ALGUNO MAS….
Ese es el punto en discusión… Y si era bueno ¿Por qué daba miedo?
Creo que está perfecto tu análisis, Milko.
Especificaste el miedo, es miedo a ser juzgado, a ser puesto en un lugar.
Describiste lo que puede ser el resabio subjetivo de la persona respecto de ese miedo de ser juzgado. Pero, como le dije a Oscar, no creo que el problema sea ‘principalmente’ del sujeto que mira. Hay un gran tema en el tipo que da miedo, es lo único que nos quedaría explicitar un poco más. Dicho de otro modo una persona verdaderamente misericordiosa no creo que infunda este tipo de miedos. Entonces hay algo en el no-misericordioso que sí infunde miedo…
Bueno, primero también pensé en los fariseos…
Después, en la diferencia entre justicia y caridad. En ese caso, no hace falta que el sujeto temido sea fariseo; simplemente es mejor, es justo y se teme su juicio. También hay que ver como nos juzgamos a nosotros mismos…
Último, ¿los santos daban miedo?
Unas palabritas de Sartre…
“Transformo para mí la frase imbécil y criminal del profeta de ustedes, ese “pienso, luego existo” que tanto me hizo sufrir, pues “mientras más pensaba menos me parecía ser”, y digo: “me ven, luego soy”. Ya no tengo que soportar la responsabilidad de mi transcurrir pastoso: “el que me ve me hace ser, soy como él me ve. Vuelvo hacia la noche mi faz nocturna y eterna, me erijo como un desafío y digo a Dios: aquí estoy. Aquí estoy tal y como tú me ves, tal como soy. ¿Qué puedo hacer yo? “Tú me conoces y yo no me conozco.” ¿Qué puedo hacer sino soportarme? Y tú, “cuya mirada me crea eternamente”, sopórtame. ¡Mateo, qué dicha y qué suplicio! Por fin me he transformado en mí mismo. Me odian, me desprecian, me soportan, “una presencia me sostiene en el ser para siempre”. Soy infinito e infinitamente culpable. Pero “yo soy”. Mateo “soy”. Ante Dios y ante los hombres, soy.” (“Los caminos de la libertad”, II)
Bueno, esto de someter un tema a la mirada de muchas personas es siempre increíble. Cuando pensaba que lo único que faltaba era darle una vuelta de rosca a la autoconsciencia del bueno, que por ser tan bueno… delante de sí… posiciona a los demás en un lugar malo…
Justo entonces Beatriz y Oscar reabren el juego…
¿El justo es bueno (es mejor) si es temido?
¿los santos dan miedo? (en mi opinión personal, seguramente algunos sí: San Pablo, San Jerónimo, los papas santos, etc… entonces… ¿cómo integramos todo?)
Si el otro que me mira siempre me determina ¿cómo puedo no sentir miedo…. siempre? (el infierno son los otros… la mirada de los otros, más específicamente, según el mismo autor, citado por Oscar)
Por ahí también está el tema de la conciencia de pecado que tiene el que teme el juicio del justo.
¿Se conectará con el temor de Dios?
Buena veta Beatriz, el temor de Dios es el sano temor frente a la justicia divina… conciencia de pecado la tenemos, o la deberíamos tener todos…
Pero respecto de Dios hay una enorme asimetría que no existe respecto de los demás…
somos todos igualmente miserables… aunque alguno pueda ser un poco más justo que otro… la justicia del otro, no tendría, me parece, por qué darme miedo… supuesto que el otro pone delante de sí sus miserias y no las aniquila, poniéndose en el lugar de Dios….
Pareciera que el «miedo al bueno» esta vinculado al poder. Los que consideramos buenos se relacionan de diferentes modos con nosotros. Hay «buenos» sin posibilidad de ningun tipo de influencia negativa sobre nosotros y atraen nuestra atencion sin causar miedo, sino admiracion, respeto, curiosidad… Y hay otros «buenos» que influencian nuestro ser, quienes somos, como somos percibidos, nuestra pertenencia. Dan miedo los santos? yo creo que si, no los santos en si sino la idea de «santo» que da la Iglesia. Los santos son personas juzgadas dentro del catolicismo como ejemplares, influyen en nosotros porque son guias, lineamientos trazados por una sociedad que es la sociedad catolica, por eso tienen infleuncia en el catolico. Lineamientos, guia, ejemplo… dados por la sociedad catolica no necesariamente el santo en si mismo. A ver si me explico mejor: si hubiera conocido a Francisco de Asis probablemente lo hubiera considerado un bohemio… pero mi idea de «San» Francisco da miedo…
Volviendo sobre el tema:
Aristóteles dice en la Retórica: «…si uno siente vergüenza, es que no ama, mientras que el que no siente vergüenza se hace semejante al que ama. También se ama … a quienes no nos causan miedo y a quienes nos inspiran confianza, porque nadie ama a aquel que teme…» (1381 b 30-35; uso trad. de Q. Racionero; ed. Gredos; 1994)