LAS CATEGORÍAS DIAGNÓSTICAS Y LAS DEFINICIONES
DEL ‘PROBLEMA’ SE REFORMULAN EN TÉRMINOS NARRATIVOS
Los enfoques más influyentes en la terapia familiar han sido los que han considerado a la familia como un «sistema» predispuesto a la patología si la culpa recae en una única persona —»el paciente identificado» o «paciente índice»—. Estas aproximaciones tan conservadoras en su momento se reformularon a sí mismas para proporcionar formas de pensar el sistema familiar que proporcionaba una visión más amplia del «problema». Los terapeutas y los trabajadores sociales que seguían este enfoque empezaron a analizar el sistema cultural en que la familia estaba inmersa31. El giro hacia la perspectiva narrativa que surge a partir de la tradición sistémica supuso para los psiquiatras una forma alternativa de entender su práctica y una oportunidad para que los trabajadores sociales recurrieran a la terapia hasta el punto de desafiar a la psiquiatría dominante También supuso una oportunidad para que los psicólogos clínicos tomaran en serio lo que sus clientes decían.
Hasta entonces había imperado una visión conductista de la psicología clínica centrada en las «habilidades sociales», en ocasiones complementada con modelos «cognitivos» de la manera en que una persona con un «trastorno» mental funcionaba en su entorno32. La puerta quedaba ahora abierta para que al lenguaje y la autorrefle – xión se les otorgara un papel importante y para explorar las definiciones contrastadas del problema, más allá de las categorías psiquiátricas. Recurrir a uno de los nuevos terapeutas sistémicos —ahora formados como «terapeutas narrativos» o «terapeutas discursivos»— supondría contestar una serie de preguntas, que varían según el contexto cultural, tales como dónde oyeron por primera vez el diagnóstico que ellos mismos emitían y en qué medida ese diagnóstico era útil. Asimismo, es preciso apuntar que existen modalidades específicas de terapia narrativa para abordar el género y la sexualidad33.