¿POR QUÉ LOS HOMBRES ESTRESADOS NO HABLAN?
Una mujer habla hasta por los codos, por lo que obviamente se la puede oír, pero un hombre normalmente se expresa mentalmente, dentro de su cabeza. No posee una zona localizada en el cerebro para el habla y de ahí su reacción. Por ello, cuando él tiene un problema lo soluciona él mismo mentalmente, mientras que la mujer lo propaga a los cuatro vientos.
De ahí que cuando están en situaciones estresantes o bajo presión, el hombre se colapse y deje de hablar, ya que está utilizando su hemisferio cerebral derecho para solucionar los problemas y no puede utilizar el hemisferio izquierdo ni para escuchar ni para comunicarse (hay que recordar que su cerebro no es capaz de hacer dos cosas a la vez). No puede solucionar problemas y escuchar o hablar a la vez. Su silencio se interpreta de forma negativa por las mujeres, por lo que éstas siempre le dicen a sus hijos, maridos o hermanos: «Venga, habla sobre ello. Te hará sentir mejor». Ella lo dice porque es lo que a ella le pasa cuando habla y se desahoga, pero los hombres prefieren estar solos reflexionando sobre la mejor respuesta. No quieren hablar con nadie y menos con alguien especializado porque sería reafirmar su debilidad.
Ahí está. Sentado sobre su roca.
La famosa escultura de Rodin, El pensador simboliza un hombre que reflexiona sobre sus problemas. Está sentado sobre una roca pensando y, claro, tiene que estar solo. La palabra clave es solo. No permite que nadie vaya a la roca con él, ni siquiera sus mejores amigos. De hecho, sus amigos tampoco querrían ir con él. La mujer siente la necesidad de subir con él y reconfortarle, pero a cambio recibe una negativa y un empujón de su parte.
Los hombres suben a su roca para solucionar sus problemas.
Las mujeres que les siguen reciben un puntapié.
Si Rodin crease una escultura similar sobre una mujer, seguramente la llamaría La parlanchina. Las mujeres tienen que comprender que los hombres necesitan estar solos para solucionar sus problemas y dejar de interpretar su silencio como una señal de desamor. La mujer observa al hombre como si fuese otra mujer y, claro, si una de ellas dejase de hablar significaría que está enfadada o triste. Sin embargo, si deja que el hombre vaya a su roca, le da una taza de café y unas galletitas, sin insistir en que hable, la situación se calmará pronto. Cuando resuelva el problema, volverá a ella de nuevo, se sentirá feliz y le hablará.