La sociedad moderna supone un traspiés en la evolución humana. Miles y miles de años viviendo según unos papeles tradicionales ha hecho que los hombres y las mujeres actuales se encuentren con una estructura cerebral inadecuada para los tiempos que corren que causa la mayoría de los problemas y malentendidos en la pareja. Los hombres siempre se han valorado a sí mismos por su trabajo y logros, y las mujeres por la calidad de sus relaciones personales. El hombre, a lo largo de la historia, tenía la obligación —para asegurar la subsistencia—de cazar y resolver los problemas que surgían. La mujer era la defensora del hogar y su función principal era asegurarse la supervivencia de sus hijos. Todos los estudios que se han realizado sobre valores femeninos y masculinos en la década de los noventa continúan mostrando que entre el 70% y el 80% de los hombres afirman que lo más importante en sus vidas es el trabajo, a diferencia de las mujeres que consideran que la familia es lo primordial. Como consecuencia:
Si una mujer es infeliz en sus relaciones personales
es incapaz de concentrarse en su trabajo.
Si un hombre está insatisfecho con su trabajo,
no puede concentrarse en sus relaciones personales.
En situaciones de estrés o de presión, una mujer contempla el hablar con su pareja como una recompensa, mientras que un hombre lo observa como una interferencia en su proceso para solucionar el problema. Ella necesita hablar y que la abracen. El quiere estar sentado sobre una roca y mirar pensativo al fuego. A una mujer le parece que el hombre es insensible y que no muestra el más mínimo interés en ella y a un hombre ella le parece pesada y pedante. Estas percepciones no son más que un reflejo de las divergencias en cuanto a organización y prioridades de sus cerebros. Por esto, las mujeres siempre dicen que creen que para ellas es más importante su relación personal que para ellos y están en lo cierto. Si se entienden estas diferencias, se evitarán muchas situaciones estresantes entre usted y su pareja, y evitarán juzgar críticamente la conducta del otro.