CÓMO HACER QUE UN HOMBRE PASE A LA ACCIÓN
Las mujeres, al tener en su posesión un máster en discurso indirecto, dominan las preguntas con los auxiliares «puedes» y «podrías». Por eso, hacen preguntas como: «¿Podrías tirar la basura?», «¿Me podrías llamar esta noche?» o «¿Puedes ir a recoger a los niños?». Los hombres interpretan las preguntas que contienen este auxiliar como una prueba de si tienen la habilidad para hacer tal cosa o tal otra y, consecuentemente, su respuesta lógica es que sí. Claro que sabe cómo tirar la basura o cómo cambiar una bombilla, pero eso no significa que cuando dice que sí se esté comprometiendo a realizar la acción. Además, los hombres creen que las mujeres les manipulan y les obligan a contestar positivamente.
Para motivar a un hombre a que conteste positivamente y se comprometa tiene que utilizar el futuro. Por ejemplo: «¿Me llamarás esta noche?» conlleva un compromiso de realizar una acción y el hombre se ve forzado a elegir entre «Sí» o «No». Esta táctica es mucho más eficaz y, aunque a veces se lleve respuestas negativas, al menos así sabrá a qué atenerse. Cuando un hombre le pide a una mujer que se case con él, le dice: «¿Te quieres casar conmigo?» en vez de «¿Podrías casarte conmigo?»
Para que un hombre le escuche, cómprele una agenda
y anóteselo con días de antelación.
Para impresionar a un hombre, déjele claro el tema de la conversación y la hora. Un ejemplo sería: «Me gustaría hablar contigo sobre cómo solucionar un problema que tengo con mi jefe. ¿Qué tal te parece que lo discutamos a las siete?» Así, la estructura lógica masculina hace que se sienta considerado y todo irá como una balsa de aceite. Si se pone en práctica la táctica indirecta, el hombre puede pensar: «A nadie le importa mi opinión», lo que hace que se sienta amenazado y tome una posición defensiva. Los hombres, cuando tienen que hacer tratos con otros hombres, utilizan el discurso directo si están en países occidentales, pero en Asia el discurso indirecto se utiliza mucho para negociar. Por ejemplo en Japón, si se utiliza el lenguaje directo para hacer negocios, pensarán que se trata de una persona inocente o bastante infantil. Por ello, a los extranjeros que utilizan estas estrategias lingüísticas en el mundo empresarial, los japoneses los califican de inmaduros.