Observe los dibujos que se presentan a continuación y fíjese en dos diferencias notables entre los gorilas, el hombre de Neanderthal y el hombre de hoy en día. La primera es que nuestro cerebro es al menos tres veces mayor que el de un gorila y un tercio mayor que el de nuestros antepasados primitivos. Las evidencias fósiles revelan que nuestro cerebro ha mantenido su tamaño actual durante los últimos 50.000 años, experimentando pocos cambios en sus funciones. La segunda diferencia es que, en contraste con el hombre de Neanderthal y el gorila, el ser humano actual presenta una frente prominente que contiene el lóbulo encefálico frontal derecho e izquierdo, responsable de muchas de las habilidades únicas del hombre como pensar, descifrar mapas y hablar. Gracias a estas funciones somos superiores al resto de animales.
El cerebro de la mujer y del hombre no han evolucionado idénticamente y por eso muestran diferentes puntos fuertes, talentos y habilidades. Los hombres, cuya tarea principal era la caza, necesitaban que ciertas áreas encefálicas desarrollasen el sentido de la orientación y la habilidad para crear utensilios que les permitiesen dar en un blanco a larga distancia. Los hombres no necesitaban destacar en el arte de la conversación ni ser sensibles a las emociones de los demás y, por esta razón, nunca desarrollaron su área encefálica relacionada con las habilidades interpersonales.
Por el contrario, las mujeres necesitaban tener aptitudes para orientarse en las distancias cortas, una visión periférica para controlar los alrededores, habilidad para realizar diferentes actividades al mismo tiempo, así como facultad comunicativa. Como consecuencia de estas necesidades, el cerebro femenino y masculino desarrolló zonas específicas que se encargaban de cada habilidad.
Hoy en día, se podría pensar que la sociedad antigua era muy sexista, pero de este tema nos encargaremos más adelante.