La mayoría de la gente que se resiste a la idea de que los factores biológicos afectan nuestra conducta suele ser porque mantiene una posición opuesta al machismo. Aun así, están confundiendo los términos iguales e idénticos, dispares entre sí. En este libro, usted podrá observar las evidencias científicas que confirman que los hombres y las mujeres son significativamente diferentes física y mentalmente.
Hemos estudiado e investigado los últimos descubrimientos en paleontología, etnología, psicología, biología y neurología. En la actualidad, se puede manifestar con certeza que existen diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer.
En los momentos en los que en el libro se destacan las diferencias entre los hombres y las mujeres, muchos lectores pueden pensar: «No, yo no soy así, yo no hago eso». Es posible que ellos, en particular, no se identifiquen con esas afirmaciones, pero deben tener en cuenta que en el libro hablaremos de los hombres y las mujeres en general, es decir, trataremos la conducta que los hombres y la mujeres presentan la mayor parte de las veces, en la mayoría de circunstancias y a lo largo de la historia. «En general» significa que si usted entra en una sala llena de gente se dará cuenta de que los hombres suelen ser más altos y más corpulentos que las mujeres, en realidad son un 7% más altos y sobre un 8% más corpulentos. Puede ser que la persona más alta o más corpulenta en la sala sea una mujer, pero en general se puede afirmar que los hombres son más altos y más corpulentos que las mujeres. En el libro Guinness de Records, casi todas las personas altas que se han citado han sido hombres. El récord de persona más alta del mundo lo ostenta Robert Peshing que medía 2,79 metros y la persona más alta de 1998 fue el pakistaní Alan Channa que alcanzaba los 2,31 metros de altura. Los libros de historia están repletos de menciones a «el gran Juan» o «la pequeña Susana». No se trata de machismo, sencillamente son hechos.