Los hombres y las mujeres han evolucionado de forma diferente porque tenía que ser así. Al principio de la historia los hombres cazaban y las mujeres recolectaban. Los hombres tenían la obligación de proteger a la familia y las mujeres se encargaban de criar a los hijos. Como consecuencia de la diferencia de actividades, sus cuerpos y cerebros evolucionaron de forma diferente.
Sus cuerpos se fueron adaptando paulatinamente a las funciones físicas y mentales que realizaban. Los hombres fueron ganando altura y desarrollando más fuerza que la mayoría de mujeres y sus cerebros también se desarrollaron para adaptarse a las tareas que debían realizar. Las mujeres estaban satisfechas de que los hombres estuviesen todo el día fuera de casa mientras que ellas se dedicaban a avivar el fuego en las cuevas y a criar a los niños. Por ello, sus cerebros también evolucionaron para adaptarse a las funciones que realizaban diariamente.
Durante millones de años, las estructuras mentales de los hombres y las mujeres continuaron evolucionando y cambiando según las funciones que debían realizar. Hoy en día, está demostrado que ambos sexos procesan la información de distinta forma. Piensan de forma diferente y creen cosas diferentes porque tienen diferentes percepciones, prioridades y conductas.
Afirmar lo contrario es una receta segura para provocar dolores de cabeza, confusión y desilusión a lo largo de su vida.