EXISTEN PRÁCTICAS COLECTIVAS PARA ABORDAR EL PROBLEMA COMO UNA CUESTIÓN DE PODER
Las terapias «narrativas» han proporcionado una manera de «deconstruir» los problemas construidos por medio de poderosos procesos patológicos en los que a los psicólogos les gusta participar. Esta aportación ha dado lugar a que las personas que han exteriorizado el mismo tipo de problema se agrupen y movilicen para abordarlo conjuntamente. Por ejemplo, la Anti-Anorexia League (liga contra la anorexia) agrupa a mujeres jóvenes catalogadas como tales, quienes se sacuden las etiquetas para desafiar representaciones normativas de mujer que fomentan que unas formas corporales parezcan normales y otras anormales36.
Las relaciones de poder entre los psiquiatras, los psicólogos, los psicoterapeutas y sus pacientes también son cuestionadas. Las
IAN PARKER
nociones de «respeto» y «respeto cultural» que manejan este tipo de prácticas parecen eludir las estructuras materiales de la clase, la raza y la opresión sexual activadas cuando las personas llegan al sistema psiquiátrico; aun así, permiten otra comprensión del malestar. Por ejemplo, las prácticas de los «equipos reflexivos» o «terapia colaborativa» (una innovación procedente de Noruega en la que el equipo de terapeutas, en presencia de los clientes, explica la forma en la que han llegado al entendimiento del «problema») ponen en tela de juicio el conocimiento del profesional y le hace más responsable de los diagnósticos y del tratamiento. También permite que los debates que tienen lugar en los grupos de autoayuda en torno a las opciones terapéuticas y los «efectos secundarios» tengan menor probabilidad de basarse en especulaciones paranoicas sobre lo que nos hacen cuando somos pacientes37.